No quiero ser el responsable de cómo te sientes.

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En la entrada de hoy te quiero hablar de la diferencia que hay entre las frases siguientes:

1.- Siento que mi comentario te haya molestado

2.- Siento que te hayas molestado cuando he hecho ese comentario

Son prácticamente iguales, ¿verdad? ¿o quizás notas alguna diferencia? Te dejo un rato para que las vuelvas a leer, esta vez, con más atención, porque en mi opinión sí que hay una diferencia sustancial.

……

¿Lo ves ahora?

……

Bueno, si quieres te digo cual es esa diferencia que yo considero tan sustancial y luego me dices si estás o no de acuerdo,  ¿vale?

Hola de nuevo. Venga, me explico. Para mi, la primera frase implica que mi comentario ha causado la molestia en el otro, mientras que en la segunda, me lamento porque la molestia que ha sentido el otro ha sido estimulada por mi comentario, pero en ningún caso la considero su causa, porque una cosa es causa y otra es estímulo. (link a diferencia entre causa y estímulo)

Voy a tratar de explicarme mejor. A mi modo de ver, los sentimientos aparecen cuando tenemos cubiertas nuestras necesidades (sentimientos agradables) o cuando no lo están ( sentimientos desagradables). Cuando digo necesidad lo hago en la acepción que utiliza la CNV (Comunicación Noviolenta) para nombrar todo lo que es indispensable en nuestra vida. Engloba nuestras necesidades vitales (respirar, comer, dormir, evacuar,…), nuestras necesidades de seguridad ( material, afectiva), y nuestras necesidades de desarrollo del ser humano (necesidad de contribuir a la vida, necesidad de dar sentido,…). Aquí tenéis un enlace a un listado más o menos completo de las necesidades universales, comunes a todos los seres humanos. (Necesidades).

Así, aunque las necesidades son universales, no todos tenemos las mismas al mismo tiempo. Además, cada uno de nosotros tenemos una historia muy diferente, por lo que un mismo comentario puede estimular sentimientos muy diferentes según la persona que lo escuche e, incluso, la misma persona puede reaccionar de forma muy diferente según el momento que esté viviendo. Es por esta razón que digo que mi comentario puede ser un estímulo pero nunca la causa de sus sentimientos. Además, si pienso que puedo ser la causa de los sentimientos de los demás, sólo me moveré entre el miedo y la culpa y no quiero asumir una carga tan pesada.

¿Significa esto que puedo decir y hacer lo que quiera a los demás porque no es mi responsabilidad cómo se siente el otro? No exactamente. Si la otra persona me importa y tengo un genuino interés por ella, puedo sentir tristeza al ver que un comentario que he hecho ha podido estimular un enfado. Pero no es lo mismo sentirme triste que culpable por considerar que he hecho «algo malo».

Porque cuando me siento culpable sólo me puedo ocupar de defenderme y explicar las razones por la que he actuado de esa forma y esto es estar a las antípodas de la empatía, que es lo que necesita la otra persona cuando se siente enfadada después de mi comentario. En cambio, si pienso que he podido ser el estímulo pero no la causa de su enfado, podré escuchar los sentimientos del otro con mucho respeto, entendiéndolo desde sus necesidades insatisfechas. De esta manera puedo escucharle de una forma profunda, poniendo toda su atención en él.

Y una vez que haya escuchado al otro con empatía, sólo entonces, estará abierto a escucharme y así podré explicarle mi tristeza por lo ocurrido.  No desde la culpabilidad de haber hecho algo mal, sino desde el pesar que supone haber hecho un comentario que ha obtenido un resultado que no pretendía. Incluso quizás pueda explicarle cuáles eran mis intenciones al decir lo que dije, en un intento que el otro me pueda ofrecer comprensión y escucha empática por la tristeza que siento por el malentendido. Quizás podría decir algo como lo siguiente:

«Me siento triste porque me importa nuestra relación y veo que ha habido un malentendido entre nosotros».

Si actúo desde esta posición, el malentendido se puede resolver e incluso puede servir para mejorar y profundizar la relación.

Conclusión

Espero que este ejemplo te haya servido para entender cuando digo que asumir la responsabilidad de los sentimientos del otro es llevar una carga que no nos pertenece. Si somos conscientes de la diferencia entre estímulo y causa podremos ocuparnos de nosotros y de los demás con mucha más autenticidad que si lo hacemos desde un sentimiento de culpabilidad.

¡Buen viaje!

 

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