Etiquetando a las personas. Cuidado con las primeras impresiones.

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En general acostumbramos a etiquetar a las personas. Decimos que una determinada persona es fiable, o bien, egoísta, amable, interesada,…. es algo inevitable. Veamos porqué y cuáles pueden ser las consecuencias.

Podríamos pensar que las etiquetas que «colgamos» a las personas son sólo fruto de nuestras experiencias. Por ejemplo, si alguien te ha engañado varias veces, lo lógico es que acabes pensando de él que es de poco fiar. Es decir, que las etiquetas surgen después de tener unas experiencias. Sin embargo os quisiera plantear la siguiente situación: suponed que os acaban de presentar a alguien. ¿Te atreverías a decirme que no le pones algún tipo de etiqueta casi en el mismo momento en que te lo están presentando? Siempre hay una primera impresión. En este caso, no hemos podido tener las experiencias suficientes como para formarnos una opinión fundamentada. Pero eso no evita que lo hagamos.

Lo que quiero decir con esto es que nuestro impulso a clasificar las personas es inmediato e incontrolable. Y si lo hacemos, alguna razón tiene que haber. ¿Para qué hacemos esto? En mi opinión, nuestra tendencia a clasificar no sólo es en el ámbito del las personas, y responde a nuestro deseo de reducir la complejidad del mundo en el que nos movemos. Pensad, por ejemplo, en el mundo científico, cuando se pretende explicar una realidad extensa y compleja. Una manera de abordarlo es reduciendo la complejidad infinita clasificándola, haciendo divisiones y poniendo los diferentes elementos en alguna de estas «cajitas» que nos hemos inventado. De este modo podemos gestionar mejor esa complejidad inicial y tomar decisiones rápidamente en función de la clasificación. Por ejemplo. Si clasificamos a una persona como que es «de fiar», le confiaré un secreto. No hay que pensar  nada más. Si tuviera que evaluarlo cada vez que tomo una decisión, gastaría una cantidad de tiempo y energía que haría inviable cualquier toma de decisiones.

Bien, hemos visto que clasificar y tomar decisiones en función de esa clasificación aporta algo bueno y necesario para nosotros. Sin embargo, el reducir la complejidad y reducirla clases, o variables, el simplificar, tiene algún que otro inconveniente. Cuando lo hacemos perdemos los matices que tenía el elemento y adopta las características del grupo en el que lo hemos colocado. Si ese grupo es muy amplio, los matices que pierde pueden llegar a ser muchos. Además, cuando hacemos esto con las personas, aplicamos nuestros criterios personales lo cual conlleva ciertos riesgos.

Uno de ellos es que, la categorización tiene como resultado un juicio sobre la persona. Sin embargo las personas no son como las hemos etiquetado sino que las clasificamos de esta manera porque así nos es útil. Nos olvidamos que los juicios y evaluaciones no son ni verdad ni mentira, sino que  sólo están bien o mal fundamentados. (Recordar cuales son los pasos para poder fundamentar un juicio http://wp.me/p1XwSR-aM  ).

Conclusión.

Hemos visto que etiquetar y clasificar las personas es algo inevitable y además nos aporta beneficios. Sin embargo hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

Primero, debemos tener siempre presente que la etiqueta no es un hecho científicamente comprobado, sino que es nuestra evaluación hecha sobre la persona. Y como tal debemos ser conscientes de las puertas que nos abre y las que nos cierra esa evaluación.

Segundo, como la etiqueta es un juicio debemos revisar si está bien fundamentado o no y ya sabemos cómo se puede hacer esto. También conviene recordar que un juicio, aunque esté bien fundamentado, sigue siendo un juicio y no un hecho.

Tercero, un juicio no es inmutable en el tiempo, es decir, una persona está siendo de una cierta manera, pero no ES. Ser de alguna manera implica algo inmutable, incambiable. Por lo tanto, deberíamos estar dispuestos a revisar, si ello nos es útil, un juicio realizado en el pasado. Yo, puestos a poner alguna etiqueta a alguien, prefiero decir que una determinada persona «está siendo» de una cierta forma. Me ayuda a recordar que las personas podemos cambiar.

Hay una cita que me gusta especialmente y que tiene relacion con lo que hemos hablado. «trata a los demás como lo que pueden llegar a ser y no como lo que son en este momento, y les darás la oportunidad de llegar a serlo».

Las personas tenemos posibilidades infinitas como las pastillas de jabón del vídeo. Disfrutadlo. ¡A mi me encanta!

¡Buen viaje!

 

 

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