La inteligencia emocional y la CNV (Comunicación Noviolenta)

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En el artículo de hoy me gustaría hablarte de algo que puede resultar difícil de hacer, no porque sea difícil en sí mismo, sino porque no nos han enseñado a hacerlo, o al menos a mi y a muchos de mi generación. Se trata de hablar de los sentimientos.

Es posible que al ver esto, tu impulso haya sido el dejar de leer porque quizás pienses que es un lío en el que no quieres meterte o que es un asunto que no te va llevar a nada práctico. Te digo esto porque yo, no hace muchos años, es exactamente lo que hubiera hecho.

Hablar de sentimientos, escucharlos y darles espacio para hacer algo con ello era algo que estaba fuera de mi alcance hasta hace sólo unos pocos años. Hoy me veo todavía como un aprendiz, y a la vez quiero reconocerme el gran camino que he hecho gracias a la Comunicación Noviolenta. Así que, en el artículo de hoy, quiero explicarte el enfoque de la CNV con respecto a este tema. ¿Te apetece acompañarme?

El lado práctico de los sentimientos

Para empezar, te propongo ir un poco más allá del mundo en blanco y negro que supone decir «me siento bien» o «me siento mal«. La CNV nos proporciona un amplio listado de sentimientos agrupados según si se producen cuando hay o cuando no hay necesidades satisfechas (puedes consultar el listado). Esto quizá no te parezca muy relevante, pero la capacidad de poner un nombre a aquello que sentimos ya ejerce un primer efecto beneficioso.

Los avances en neurociencia nos aportan evidencias que dicen que nombrar la emoción reducen la actividad de la amígdala a un 50%, cuyo papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales. Nombrar la emoción es una forma de poner conciencia a eso que nos está pasando, lo cual permite reconectar el sistema límbico con el neocórtex, lo que nos ayuda a salir de lo que Daniel Goleman llamó secuestro emocional.

Sin embargo, la CNV nos ofrece la posibilidad de ir un paso más allá, porque nos permite conectar las emociones y los sentimientos con necesidades y valores universales, lo cual me parece clave para tomar acciones eficaces. Voy a través de explicarme a través de un ejemplo.

Supón que alguien hace alguna cosa y yo me enfado. El primer paso consiste en reconocer simplemente eso, que estoy enfadado y darle la bienvenida a esa sensación, lo cual ya es un verdadero reto, al menos para mi. Al pararme evito reaccionar ante el estímulo y eso supone dar un espacio a la libertad de elegir una respuesta diferente a la que me pide el cuerpo. Es parecido a lo que nos decían de, antes de actuar, cuenta hasta 10, y produce el efecto que hemos explicado antes. Pero no nos vamos que quedar aquí.

Así que una vez hecho eso, la pregunta que me surge es ¿Porqué me he enfadado de esta manera? Así que me ponga a la búsqueda de razones por las cuales yo me he enfadado y siempre acabo por encontrar mil razones por las cuales yo tengo razón y la otra persona no. Así que el enfado, lejos de irse, aumenta, junto con toda la nube de pensamientos que le acompañan. Esto no funciona.

Lo que propone la CNV es dejar de buscar razones por las que estoy enfadado y ponerme a buscar cuales son mis necesidades no satisfechas. Siguiendo el ejemplo de antes, si yo estoy enfadado, lo más probable es que haya un juicio hacia los demás sobre como deberían ser las cosas. Por ejemplo, pienso que «él debería tratarme mejor«. Entonces utilizo este juicio hacia los demás para descubrir que lo que yo estoy necesitando es cuidado y atención.

¿Porqué me parece ta importante este paso? Primero porque esto sirve para conectar de nuevo el sistema límbico con el neocórtex, por lo que la actividad de la amígdala desciende todavía más. Si nombrar la emoción es útil, todavía lo es más conectar con la necesidad que hay detrás de la emoción. En definitiva, el efecto es que la emoción cambia de intensidad. Así que el abanico de posibilidades se abre porque ya no me veo sometido al secuestro emocional.

En segundo lugar, poner conciencia en lo que necesito me permite poner en acción estrategias mucho más eficaces que si no lo supiera. Por ejemplo, si lo que necesito es atención y cuidado no voy a hacer lo mismo que si necesito diversión, tranquilidad o reconocimiento. Es más, muchas veces me siento mal y culpo a los demás por ello cuando ni yo mismo no soy consciente de lo que realmente estoy necesitando.

¿Te das cuenta de lo simple y potente que es esto? Los sentimientos desagradables son un poderoso sistema de alarma que me dicen que hay una o varias necesidades y valores universales que no están atendidos. Así que se trata de indagar cuales son, para poder hacer peticiones y poner en marcha acciones lo más eficaces posibles.

Conclusión

Este enfoque de las emociones y los sentimientos que aporta la CNV me ha ayudado a entender que las emociones desagradables también tienen derecho a existir y merecen ser escuchadas. Este es el aprendizaje que he hecho y que voy aplicando con éxitos y también con fracasos. Los primeros los celebro y de los segundos hago duelo y obtengo aprendizajes.

Si escucho con atención las emociones, puedo recibir el mensaje valioso me quieren enviar en forma de necesidades pendientes de ser atendidas, aunque muchas veces ese mensajero tenga un aspecto desagradable e incluso amenazador. Sin embargo escuchar a alguien tan «maleducado» ahora tiene todo el sentido y merece ese esfuerzo.

Espero que este enfoque te sirva de utilidad como a mi me está sirviendo. Este es uno de los motivos por los que practico y enseño CNV.

¡Buen viaje!

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