Las emociones: sólo puedes gestionar lo que aceptas

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Venus Puzzle Personalised JigsawSupongo que puedes estar pensando, «vaya tontería acaba de decir» o «qué obviedad». Sin embargo te pido que me des un poco de tiempo para mostrarte algo que me parece muy importante.

Lo primero que me gustaría hacer es ponernos de acuerdo sobre qué significa para mí la palabra gestionar.

Por gestionar entiendo poner en marcha acciones dirigidas a conseguir un objetivo. Por lo tanto, según esta definición, no se puede gestionar algo si no hay un objetivo.

La segunda cosa relevante es que gestionar es un verbo de acción. Gestionar implica hacer.

Finalmente, para gestionar algo hay que aceptarlo. Esto último es lo que me resulta más difícil de explicar. Voy a tratar de hacerlo con un ejemplo.

Imagina que dejo encima de la mesa un puzzle y te digo, Haz este puzzle. Entonces tú, te acercas a la mesa y cuando vas a tocar las piezas que están amontonadas te digo: ¡No las puedes tocar! Entonces tu me dices ¡¿Pero si no puedo tocar las piezas, cómo quieres que monte el puzzle?!

Desde luego es una obviedad. Si quiero que montes el puzzle lo tienes que poder tocar, mirar, hacerlo tuyo, para que así lo puedas montar. Si no es imposible. Gestionar entonces significa hacer acciones (ordenar las piezas) con el objetivo re reproducir la imagen del modelo a partir de unir las piezas. Como ves, hay un objetivo, realizas unas acciones y aceptas «eso» que quieres gestionar. Lo tomas en tus manos porque sin aceptar eso que quieres gestionar es imposible hacer nada, no puedes ni empezar.

Ahora te lo voy a poner un poco más difícil, ¿vale? Te propongo que gestionemos algo que sea difícil de gestionar. Por ejemplo, no sé si para ti puede serlo pero a mi a veces me resulta difícil gestionar las emociones, ¿a ti también?

Gestionar las emociones

Normalmente pasa con las que son desagradables, porque con las emociones agradables seguramente no tenemos muchas dificultades para gestionarlas, ¿verdad? Así que este es el asunto que quiero tratar hoy contigo y para ello vamos a aplicar la frase del principio: «Sólo puedes gestionar lo que aceptas» así que si aplicamos esto a las emociones significa que sólo puedes gestionar las emociones desagradables si las aceptas.

Para eso me gustaría volver al ejemplo del puzzle, porque podría ser algo parecido. Imagina que ya has empezado a montar el puzzle. ¿Qué haces con las piezas que están delante tuyo amontonadas encima de la mesa? Supongo que las toma cada pieza en tus manos y la observas cuidadosamente para decidir qué hacer con ella. Quizás la puedas colocar directamente y pruebas de encajarla en tu puzzle a medio construir o bien la agrupas junto con otras que se le parecen. Tu actitud hacia ellas es de aceptación. Lo que me refiero con ello es que las observas todas, una a una. No se te ocurre tirar una pieza porque no es la que esperabas o no te encaja todavía. No hay ninguna que no valga, todas son valiosas aunque todavía no encajen Tienes paciencia, porque sabes que todas tienen su valor. No hay juicios.

Pues bien, lo que te invito ahora es a que indagues sobre cual es tu actitud hacia las emociones desagradables. ¿Qué haces cuando aparece una emoción desagradable? Supongo que una posibilidad es ignorarla, otra podría ser reprimirla o quizás sea cambiarla por otra emoción más fuerte que la enmascare y así tenga la ilusión que ha desaparecido. Cada persona tiene su estrategia o conjunto de estrategias para esquivar las emociones desagradables. A mi me parece una actitud del todo lógica en el sentido que la tendencia natural es tratar de evitar las cosas desagradables. Ahora bien, esto está bastante alejado de lo que yo entiendo por aceptar. De hecho es exactamente lo contrario, ¿no crees?

Después de esto tengo una mala noticia y una buena noticia para ti. La mala es que si ignoro, rechazo o reprimo una emoción me resultará imposible gestionarla y el resultado es que la emoción me gestionará a mi. La buena es que si la acepto podré gestionarla. Vale, ahora quizás la pregunta del millón sea, ¿y cómo se aceptan las emociones desagradables?

Aceptando las emociones: cómo hacerlo

Aceptación para mi significa adoptar una actitud similar a la que tenías con las piezas del puzzle, ¿recuerdas? La tomas, la observas con cuidado y miras cómo puede contribuir a construir y completar tu puzzle. El reto es precisamente ese: tomar la emoción desagradable, mirarla con atención, tomarla entre tus manos y preguntarle ¿cómo puedes contribuir a mi bienestar?

Al igual que en el puzzle, al principio puede ser muy difícil entender cómo puede contribuir a tu bienestar algo que te está causando tanto malestar. Sin embargo, es una aparente contradicción porque si la emoción está, debe ser por algo. Entonces, ¿qué mensaje valioso querrá darme esa emoción tan desagradable? La respuesta que da la CNV a esta pregunta es la siguiente: las emociones desagradables son algo que sirve para avisarnos que hay una o varias Necesidades o Valores Universales que son muy importantes y que me están faltando.

Por ejemplo, puedo sentir ira porque quizás esté en una situación en la que me falte empatía, libertad, ser visto, auto afirmación ,….. (puedes consultar un listado), no lo sé. La única manera de saber qué necesidad valiosa y fundamental me está faltando es que acepte y mire cara a cara la emoción, por desagradable que sea. ¿Te das cuenta? Sólo puedo gestionar lo que acepto.

Quizás estés pensando «fácil de decir, difícil de hacer«. Efectivamente, creo que lo que realmente supone un reto es llevar esto a la práctica. ¿Porqué? Yo creo que por dos razones. La primera es que esto supone romper el hábito de huir de nuestras emociones desagradables. Y la segunda es que esto requiere aceptarlas plenamente, sin juzgarlas. No hay emociones malas, no hay que reprimirlas porque no me gusten y cuando la emoción es muy intensa eso se convierte en un verdadero reto.

Sé comprensivo, por favor

Precisamente por todo esto me gustaría que tuvieras mucha comprensión y compasión contigo mismo cuando quieras ponerlo a la práctica. Al principio es probable que sólo seas capaz de hacerlo en contadas ocasiones y la mayor parte de las veces es posible que no lo consigas. ¡Perfecto! Bienvenido al camino del aprendizaje. A mi me gustaría que recuperaras la actitud que tenía cuando eras un bebé y aprendiste a caminar. Estoy seguro que antes de hacer tus primeros pasos te caíste un montón de veces y en cada caída aprendías alguna cosa. Se trata de recordarte esa actitud compasiva ante los fracasos que suponía cada caída. Recordar, palabra que viene del latín recordare, que se compone del prefijo re- (‘de nuevo’) y un elemento cordare formado sobre el nombre cor, cordis (‘corazón’) es decir, pasar de nuevo por el corazón, eso que fuiste y que quizás ya habías olvidado.

Aceptar las emociones desagradables puede llegar a convertirse en un proceso tan mágico como aprender a caminar. Y como el aprender a caminar, quizás te abra mundos que no habías llegado a imaginar.

¡Buen viaje!

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