Concierto fallido… o no. La diferencia entre quejarse, rendirse y aceptar

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El otro día fui a un restaurante a cenar. Es un local que tiene un jardín – terraza y aprovecha el buen tiempo del verano para ampliar su oferta gastronómica con una oferta musical y, a la vez que cenas o tomas un refresco puedes escuchar la actuación en directo de un cantante o un grupo musical.

La cuestión es que llegamos antes de la actuación y empezamos a cenar. Mientras, el técnico de sonido iba haciendo las pruebas necesarias para que a la hora del concierto estuviera todo a punto. Lo que pasó es que, a medida que se acercaba la hora de empezar vimos que había algo que no funcionaba bien con las pruebas de sonido. El técnico hacía unos ajustes pero el micro y los altavoces se acoplaban.

El concierto empezó con más de media hora de retraso, no había muchas caras de satisfacción y la la cosa no mejoró. Con la primera canción el sonido continuaba siendo pésimo y la cantante decidió parar sin acabarla. Más ajustes, el técnico yendo desde la mesa de mezclas hasta el escenario, más pruebas… pero no había mejora.

Hubo un momento en el que uno de los miembros de la banda tomó el micro para hacer más pruebas de sonido con el técnico. La cosa es que no sabía qué decir para probar el sonido y se decidió por contar un chiste, o más bien algo que se le parecía, porque nadie rió y además, el micro se continuaba acoplando con el altavoz. Eso fue demasiado para él y con un gesto de rabia, dio un golpe al micrófono que cayó justo encima de un altavoz. El resultado fue de nuevo un pitido intenso de acople que no cesaba. Nos quedamos todos quietos, escuchando ese sonido tan agudo y desagradable hasta que una persona del público se acercó al escenario, apartó el micro y nuestros oídos pudieron descansar.

Todo indicaba que el concierto se iba a cancelar. Entonces la cantante, fue al escenario y prescindiendo del micro y del sistema de amplificación se dirigió al «respetable» diciendo lo siguiente:

-Hola, yo he venido a cantar y voy a hacerlo aunque voy a prescindir de los altavoces. Así que va a ser una mini concierto «unplugged». Me pondré aquí en medio y así podréis escucharme mejor.

La gente le hizo un espacio y entonces empezó su repertorio. Las personas que queríamos escucharla nos acercamos a ella. Yo no la conocía y al principio no tenía un gran interés por su música pero esa forma de afrontar la situación vivida despertó en mi una gran curiosidad. Así que, como otras personas, nos acercamos para sentarnos muy cerca de ella y así escucharla bien.

Eso creó un ambiente de intimidad y conexión que me encantó. Parecía que estaba cantando para mí y para cada uno de nosotros. Había contacto visual, conexión, comunicación y me parece que no se hubiera conseguido si el concierto se hubiera desarrollado como estaba previsto. Fue un concierto magnífico !

Quizás te estés preguntando porqué te explico todo esto. Pues he decido contarte esta anécdota porque me parece una buena manera de explicarte las diferencias entre quejarse, rendirse y aceptar. Permíteme que te lo explique.

Empecemos por la primera. La cantante habría adoptado la actitud de QUEJA si ante la situación que te acabo de describir hubiera pensado que el técnico de sonido que había contratado el local era un inútil, que no sabía hacer su trabajo y que por su culpa no podía cantar. En ese caso se podría haber dirigido al técnico enfadada para quejarse de su trabajo lo que seguramente no habría ayudado en nada a que la situació se solucionara o mejorara. En la queja, hay una frustración en nosotros, pero lo que hacemos es poner el foco en los demás como causantes de nuestro malestar. Como los demás son culpables, la única manera que mi situación mejore es que los demás cambien su actitud y sus acciones. Quizás haya situaciones en las que una queja sirva para que mi presente cambie. Ahora bien, en el momento de la actuación, ¿habría servido de algo que se quejara al técnico de que no sabía hacer su trabajo?

Otra actitud ante la frustración es la de RENDIRSE. Sigamos con el mismo ejemplo. Si la cantante se hubiera rendido lo que habría hecho es cancelar el concierto, pero no desde el resentimiento sino desde la tranquilidad que da el saber que la culpa fue del del técnico que no hizo bien su trabajo. Es algo que estaba fuera de su control o no era su ámbito de responsabilidad. Fíjate que abandonar significa dejar de luchar contra una realidad que no se puede (o no se sabe) cambiar. Implica que la situación nos ha superado y dejamos de luchar para mejorar esa sitaución que nos ha generado frustración.

Fíjate que tanto el quejarse como el rendirse mira el presente desde el pasado, es decir, desde lo que ha ha pasado, desde lo que han hecho o no han hecho los demás. Pero nos quedamos ahí. Sin embargo en la ACEPTACIÓN estamos en la insatisfaccción del presente pero la mirada se lanza hacia el futuro. Permíteme que me explique siguiendo con el ejemplo porque esto fue lo que hizo la cantante.

Dijo que sí a la realidad que no le gustaba (el técnico no podía arreglar el sonido) y se preguntó que podía hacer en ese momento que la acercara a su objetivo (venir a cantar). Desde esa actitud de aceptación se le ocurrió que podía cantar sin altavoces. A mi me parece genial, ¿no? No sé si llegó directamente o quizás primero pasó por la QUEJA, luego la RENDICIÓN, y finalmente la ACEPTACIÓN que la llevo a hacer esa actuación tan maravillosa a pesar (o quizás gracias) a las circunstancias.

Y desde mi punto de vista el resultado fue incluso mejor del que podría haber sido si las cosas hubieran ido «bien». Me parecío tan increíble que una circunstancia tan negativa pueda revertirse de esta forma sólo con un cambio de mirar el problema con una mirada diferente.

Así que la próxima vez que una dificultad te bloquee te puedes preguntar. ¿Dónde estoy, en la queja, la rendición o la aceptación? ¿qué es lo que quiero para mi? ¿cómo puedo mejorar la circunstancia presente? Si el quejarse no funciona, si el rendirse supone un punto y final y tampoco quieres eso, entonces prueba a aceptar. Así quizás puedas encontrar una estrategia que convierta el punto final en el que pensabas que estabas instalado en un punto y seguido de una historia en la que tu eres el verdadero protagonista. No digo que sea fàcil. Quizás necesitemos quejarnos y rendirnos, pero, ¿porqué no probar de pasar a la aceptación?

¡Buen viaje!

P. D. Por cierto, la cantante protagonista de esta anécdota es Marion Harper. Os recomiendo que la escuchéis.

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