El contexto y lo que opino sobre los demás.

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File:Good advice in the circumstances - geograph.org.uk - 1248334.jpg¿Te has parado a pensar alguna vez la importancia que puede tener el contexto? En este artículo reflexionaremos juntos sobre el sorprendente impacto que puede tener darse cuenta de la importancia que tienen las circunstancias y cómo eso podría enriquecer tu forma de relacionarte con los demás, ¿te interesa?

Lo primero que me gustaría es que recordemos cosas que me permitan darme cuenta de cómo el contexto es tan importante que puede hacer que misma cosa pase de ser aceptable a ser totalmente rechazable.

Se me ocurre, por ejemplo, que el hecho de ir vestido con bañador o bikini es absolutamente aceptable si estoy en la playa, pero no lo es si estoy en la oficina trabajando. El contexto también puede ser definitivo en algo tan radical como que una persona mate a otra. Supongo que estamos de acuerdo que es algo inaceptable. Sin embargo, ¿habría algún contexto en que eso no sería radical y absolutamente reprobable? Incluso la ley considera ciertas circunstancias como atenuantes. Cuando entra en juego el contexto las cosas dejan de ser blancas o negras y empiezan las gamas de grises..

Seguramente que a ti se te ocurren muchos otros ejemplos personales en que alguna cosa ha sido interpretada incorrectamente porque alguien la sacado fuera de su contexto. Así que, creo que estaremos de acuerdo que, para juzgar algo, es muy importante tener en cuenta el contexto donde eso ocurre.

Supongo que te puedes estar preguntando para qué te explico algo que tú ya sabías. La cuestión es que me gustaría acordarme de la importancia del contexto cuando juzgo o opino algo de alguna persona. Me explicaré mejor.

Hasta ahora hemos hablado del contexto exterior, es decir, lo que son las circunstancias que enmarcan un hecho. Sin embargo, también podríamos considerar el contexto interior. Con eso me refiero a las circunstancias de la persona, es decir, sus vivencias, su personalidad, familia, barrio, ciudad y país…

Fíjate que el contexto interior es único para cada persona, en el sentido que es diferente al de cualquier otro: no hay dos idénticos. Por otra parte, es algo muy difícil de conocer con exactitud y casi me atrevería a decir, que es imposible conocer las circunstancias interiores de una persona.

«Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo» (Meditaciones del Quijote, 1914). José Ortega y Gasset

Así que, de la misma forma que una acción puede pasar de ser correcta a incorrecta en función del contexto exterior, lo que yo opine sobre una persona cuando hace una determinada acción podría cambiar radicalmente si conociera su «contexto personal», ¿no te parece?

….

Bueno, si eso fuera así, significaría que para opinar con fundamento sobre la acción de una persona debería conocer, tanto el contexto exterior, las circunstancias, como su contexto interior, es decir sus circunstancias personales. En consecuencia, cualquier juicio que haga sobre la acción de una persona no va a ser consistente porque no estará sólidamente fundamentado.

Ya he explicado en mi artículo (¿Sabemos diferenciar hechos de opiniones?) que una cosa son los hechos y otra muy distinta las opiniones y juicios sobre los hechos. Y que las opiniones y juicios sobre los demás no pueden ser nunca correctos o incorrectos sino que lo único que pueden ser es que estén bien o mal fundamentados.

En definitiva, opinar sobre lo que hacen los demás no puede ser nunca cierto o verdadero y, además, seguramente estará muuuuuuuy lejos de ser una opinión sólidamente fundamentada. ¿Significa eso que debo de dejar de opinar sobre las acciones de las personas? Yo creo que no. Continuemos.

Qué hacer con los juicios y opiniones que tengo sobre las personas.

Está claro que pretender dejar de hacer juicios sobre las personas es imposible. A mí, al menos, me resulta muy difícil dejar de hacerlo. Para mí lo importante de esto no es tanto que juzgue, ni opine sobre las personas sino que me dé cuenta que cualquier valoración sobre lo que hace una persona es un juicio u opinión y no un hecho o una verdad absoluta.

Porque, lo que me ocurre normalmente es que me creo lo que opino de las personas. Me refiero a que confundo opinión con verdad, por lo tanto no hay discusión posible. Me olvido que cualquier opinión sobre alguien no es más que eso, una opinión, y es probable que, con todo lo que hemos visto, que tan siquiera esté sólidamente fundamentada porque es muy difícil tener en consideración su contexto interior y exterior.

Lo que podría hacer es tratar de fundamentar bien esa opinión, lo cual me comportaría un montón de tiempo y no creo que sea viable a nivel práctico. Además, una opinión, continuará siendo una opinión y no un hecho o una verdad, por muy fundamentada que esté. Así que esta vía no me parece muy práctica. Ahora bien, lo que sí puedo hacer es utilizar el juicio u opinión sobre los demás para darme cuenta sobre lo que me está ocurriendo a mi  cuando la persona está haciendo lo que hace.

Si hay un sentimiento agradable entonces eso me indica que hay una o varias necesidades o valores universales (Listado de necesidades y valores universales) que son importantes para mí, que se están satisfaciendo en ese momento. Por el contrario, si aparece un sentimiento desagradable quiere decir exactamente lo contrario. Esta es la clave del asunto, ya que lo que opino sobre los demás, aparte de indicar cosas de los otros, sobretodo habla de lo que es importante y valioso para mí.

Pretender que mis valores coincidan con los demás o exigir que sea así, es fuente de enfado y violencia. Cuando me pillo diciendo «Él debería hacer...» «No hay derecho que esa persona haga….» es que estoy confundiendo mi opinión con la verdad. Entonces el foco lo pongo en lo que los otros tienen que hacer y eso me impide ver qué es lo que me está pasando a mí y qué me está faltando.

Por el contrario, si investigo qué me está ocurriendo (¿me está faltando consideración, empatía, … ?) entonces podré pedir a las personas cosas que satisfagan eso que me está faltando y no exigir que se comporten de forma «correcta». Porque cuando exijo y juzgo el comportamiento de los demás diciendo que lo están haciendo mal, se pondrán a la defensiva y no conseguiré gran cosa o, si lo consigo, será a un precio muy alto. (Puedes leer Cómo hacer peticiones, la diferencia entre petición y exigencia o Como hacer peticiones eficaces )

Conclusiones

Lo que hemos visto juntos en esta entrada es la importancia que tiene conocer el contexto para poder hacer un juicio bien fundamentado sobre algo. También que, a la hora de emitir una opinión, es importante tener en cuenta tanto el contexto exterior como el interior y hemos visto qué es cada uno de ellos.

Nos hemos dado cuenta de la gran dificultad que tiene el conocer el contexto exterior, y más aun, el interior, por lo que las probabilidades de emitir juicios bien fundamentados sobre las personas es muy bajo. Esto no implica que deba dejar de emitir juicios, o que tenga que hacer costosísimas investigaciones para fundamentar los juicios, sino que de lo que se trata es de darle en enfoque más práctico al asunto.

Es mucho más sencillo utilizar las opiniones que tenemos sobre los demás como guía para indagar sobre lo que me está pasando y poder hacer peticiones a los demás desde lo que me está faltando y no desde lo que deberían hacer los otros y que esta aproximación tiene muchas más posibilidades de éxito.

¡Buen viaje!

 

 

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