Grita, pero de forma diferente: transformando la basura emocional, 2ª parte

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Querido lector@, si leíste mi entrada Cómo transformar la basura tóxica emocional en abono …. verás que me comprometí a darte una alternativa para enfadarte de una forma diferente cuando la situación necesita e nuestra respuesta inmediata y no podemos poner en práctica los pasos que te describí. Así que, lo que trataré de explicarte es cómo enfadarte de otra forma para situaciones de urgencia. ¿Qué podría ser una de urgencia?

Por ejemplo, imagínate que durante mi jornada de trabajo he tenido una discusión con un cliente (… malo) y luego mi jefe me ha dado una bronca (… más malo todavía). Acaba la jornada y sólo tengo ganas de llegar a casa para descansar y para que escuchen mi relato del día tan horrible que he tenido. Me encantaría que me dieran mucha escucha, atención y empatía. Hoy realmente lo necesito porque estoy muy mal… Pues bien, cuando llego a casa lo que me encuentro son mis dos hijas peleándose, gritándose e insultándose ¿te lo imagina?

– Ahh! Brrr! No puede ser, ¡ hoy no! ¡ Esto es demasiado para mi !

Con estos pensamientos en la cabeza y con mi estado de ánimo después del día tan horrible la reacción que me pide el cuerpo es enfadarme con ellas, gritarlas e incluso, si estoy muy enfadado, castigarlas por pelearse e insultarse. Digo reacción porque no hay ningún espacio entre el estímulo (mis hijas están en casa peleándose) y mi respuesta (me pongo yo también a gritar diciéndolas que no saben comportarse, que son unas desconsideradas y que se merecen un castigo)

La reacción conocida tiene un resultado conocido, no podría ser de otra manera. El castigo no me sirve porque lo que consigo es tranquilidad aun precio muy alto ya que me he enfadado todavía más. Al castigarlas y gritar que son unas desconsideradas he conseguido que ellas también se enfaden lo cual afecta a mi relación con ellas, que es algo que quiero evitar porque me intersa cuidar la relación. Además no he conseguido aquello que tanto necesitaba que era escucha, atención, cariño y empatía. Como ves unos resultados muy pobres.

Lo que a mi me gustaría es enfadarme de una forma que provoque en los demás un impulso de ayudar al que está enfadado y darle la empatía que tanto está necesitando. Ya te comenté en el pasado artículo que una persona enfadada es en realidad una persona que sufre. Lo que ocurre es que expresa ese enfado culpabilizando a los demás por sentirse como se siente. Así que las personas reciben un mensaje agresivo y ante una agresión, las reacciones posibles son el contra-atacar, someterse a la agresión o huir. En cualquier caso, la respuesta está a las antípodas de la escucha, la atención y la empatía, que es lo que necesita una persona que está enfadada.

¿Cómo sería enfadarse diferente? Recuerda que lo que quiero conseguir es expresar mi sufrimiento de forma que no sea percibido como una agresión. Para que esto ocurra hay que hacer un cambio de paradigma. La propuesta es cambiar de:

Paradigma 1: «yo estoy enfadado porque mis hijas se están peleando»

Paradigma 2: «yo estoy enfadado porque necesito escucha, atención y empatía con mucha urgencia y no la estoy recibiendo»

La primera frase se hace desde el paradigma que los demás son los culpables de cómo me siento y por lo tanto la situación requiere que se pongan las cosas en orden, e incluso, como son culpables de mi malestar, merecen castigo. Que yo esté enfado es «por culpa» del comportamiento de mis hijas, es decir, es su causa. Aquí está el error. Mi enfado está estimulado por el comportamiento de mis hijas, pero no es su causa. ¿Sabes la diferencia entre causa y estímulo? Si quieres puedes leer mi artículo para entenderlos mejor.

Entonces, si el comportamiento de mis hijas estimula pero no causa mi enfado, ¿cual es su verdadera causa? Mi respuesta es que me enfado porque tengo una necesidad de escucha, atención y cuidado muy, muy grande que no está atendida y hago responsable de ello a mis hijas. Pienso que ellas «deberían» tener consideración por mi estado de ánimo y este pensamiento causa mi enfado. Sin embargo, ¿qué culpa tienen mis hijas de que yo haya tenido un mal día en el trabajo y necesite escucha y empatía? ¿Cómo podían saber qué es lo que me estaba pasando? Miremos ahora la segunda frase.

La segunda frase se hace desde el paradigma que, aunque los demás estimulan mi enfado, la verdadera causa de él es que tengo necesidades urgentes pendientes de atender. Me enfado porque pienso que los demás deberían atenderme, pero mis necesidades son sólo mías, y no de los demás. Lo que te quiero decir es que los demás no tienen la culpa de que yo necesite algo en un determinado momento, y que si necesito algo, es mi responsabilidad tratar de atenderlo. Así que los demás, aunque estimulan mi enfado nunca son su causa. Yo soy el único responsable de mis emociones. Qué fuerte, ¿no?

Así que te propongo que te enfades desde el paradigma 2 lo cual supone expresar, incluso gritar, cómo estás y qué necesitas, tomando responsabilidad por ello. Desde ahí no hay espacio a ningún reproche. Podría ser algo así.

– ¡Escuchadme! Hoy ha sido un día horrible en la oficina. He tenido un problema con un cliente y mi jefe me ha echado una bronca muy fuerte. Estoy abatido y no puedo soportar que os estéis peleando porque lo que necesito en este momento es mucha tranquilidad y que me cuiden. ¿Qué os parece lo que os estoy diciendo?

Prueba a ver qué pasa. Por lo menos es algo diferente a lo que estamos acostumbrados a hacer, así que, es muy probable que obtengas un resultado diferente. Si es mejor o peor, lo tendrás que comprobar tú mismo. Quizás el resultado que obtengas te sorprenda… gratamente. Ya me dirás.

¡Buen viaje!

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