¿Que pasaría si miráramos el año nuevo desde una perspectiva diferente?

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Cuando se acerca el final de año hay la tendencia de hacer balance, como respuesta a la concepción occidental del tiempo como algo lineal, al contrario de la idea cíclica que hay en otras civilizaciones. Sin embargo, ¿alguno de vosotros no ha tenido nunca la sensación que el tiempo no es tan lineal? Es por esto que cuando me acerco a estas fechas me resisto a pensar como el fin de algo y el principio de otra cosa… La idea lineal del tiempo nos hace ver que lo anterior ya no es y lo que viene es algo nuevo para empezar. Es el momento en que nos marcamos nuevos objetivos, que emprendemos cosas nuevas.

¿Podríamos ver el fin de año desde una perspectiva diferente? Algo diferente sería convertir lo lineal en cíclico, el fin en principio. Como la idea oriental del Yin-Yang según la cual, todo lo existente en el universo contiene su contrario. Así, nada existe en estado puro y todo está en un contínuo fluir y transformación, sin principios ni finales. La vida es fluir, lo contrario de lo categórico y estático. Pongámonos otras gafas diferentes para mirar el tránsito del fin de año al nuevo. Entonces …

 

Sólo por una vez

ya no hay lo viejo y lo nuevo que ha de venir, porque en lo antiguo está lo nuevo, y viceversa.

Ya no hay algo que muere y algo que nace, sino que en lo vivo está la muerte y en la muerte está la vida.

Ya no hay que plantearse objetivos para el  nuevo año para olvidarse de ellos durante los meses que siguen. Fijémonos objetivos cada día para que nuestras acciones tengan un sentido y luego nos olvidémonos el para qué hacemos lo que hacemos. Y hacer las cosas sólo por el gusto de simplemente hacerlas.

Ya no hay que estar seguros de nosotros mismos, porque en el inseguridad está la seguridad. ¿Cómo podríamos mostrarnos inseguros si no estamos seguros de nosotros mismos?

Ya no hay que pedir amor, porque cuando lo hacemos nos mostramos carentes de él, y huimos de la falta de amor.

Ya no hay que exigirse nada a uno mismo, porque cuando no te exiges y te ofreces, sin más, es cuando das lo mejor de tí.

Ya no hay que caer simpático, porque en lo simpático está lo antipático y en lo antipático lo simpático, ¿verdad que sí?

Ya no tienes que relajarte, porque precisamente en eso hay tensión.

Ya no tienes que intentar, porque en la no intención está lo que buscas.

Ya no tienes que huir del miedo, porque ¿quien puede ser valiente sin él?

Ya no hay que escapar del dolor, porque cuando lo aceptas aparece la serenidad.

Ya no hay que buscar la felicidad, porque sólo la encuentras cuando no la buscas.

Ya no hay que criticar lo que no te gusta del otro, porque para reconocerlo tiene que estar dentro de tí. Y somos una unidad. Y todos somos uno.

Ya no

 

 ¡Buen Viaje!

 

 

 

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