Se egoísta, por favor. El título puede parecer una provocación pero te lo digo de verdad. Por favor, se egoísta. Siempre nos han enseñado que tenemos que sacrificarnos por los demás. Pero yo prefiero que seas egoísta conmigo. Y te diré unos cuantos porqués.
Si eres generosa o generoso por obligación, porque hay que ser buena chica o buen chico, por que es lo que hay que hacer o cuando eso supone para ti un esfuerzo o un sacrificio, entonces prefiero que seas egoísta conmigo. El que es generoso por obligación guarda en su corazón esa «deuda». En realidad se trata de un canje del tipo «hoy por tí, mañana por mí» y mucho cuidado si no hay un «mañana por mi», porque entonces, te lo va a exigir y si no se lo das, tendrá todo el derecho del mundo a enfadarse conmigo y a estar resentido (El resentimiento, la emoción del esclavo).
En cambio, el egoísta lo que hace lo hace porque quiere. Cuando es generoso lo es porque recibe una satisfacción personal al ser generoso y no porque lo deba ser. Por lo tanto, no espera nada a cambio. Y cuando no espera recibir nada a cambio no hay espacio para el resentimiento. Es natural y auténtico, al contrario que el generoso por obligación. Así que prefiero que seas egoísta conmigo.
El egoísta sabe muy bien lo que quiere y lo que no quiere se y respeta mucho a sí mismo. Se respeta porque si hay algo que no quiere hacer, no lo hace. En cambio, el que hace algo por obligación en contra de su voluntad, paga un precio muy alto: los demás pasan por delante suyo y además se lo permite, así que la autoestima va por los suelos. En cambio el egoísta se respeta mucho a sí mismo y ya sabes que si no te respetas a ti mismo ¿cómo puedes esperar que los demás te respeten? Así que prefiero que seas egoísta conmigo.
El egoísta sabe recibir un no como un acto de respeto profundo y no se lo toma como algo personal. Es más, puede indagar en el otro a que está diciendo sí con su negación y puede tratar de encontrar alguna estrategia que funcione para ambas partes. Así que prefiero que seas egoísta conmigo.
Ahora, puedes pensar en el egoísta que está en una relación pareja. ¿Por qué tendría que querer más al otro/a que a si mismo? El egoísta está en una relación porque sabe perfectamente el bien que le hace el amor que siente por su pareja. La razón de ser de la relación está en sí mismo, no en su pareja. No esta con ella/el para hacerle/la un favor y eso libera le libera a la pareja de la responsabilidad de hacerle feliz, de amarle incondicionalmente, … El egoísta está en la relación porque quiere. No hay presión ni obligaciones, ni miedos, sino voluntades y libertad. El que no es egoísta hace las cosas porque debe, por miedo o culpa. Así que, prefiero que seas egoísta conmigo.
El egoísta siempre, y repito siempre, se prefiere a sí mismo que a los demás. Y eso no tiene que significar que no le queda espacio para querer a los demás. Por eso, lo que te propongo es que seas egoísta pero ampliando la perspectiva del egoísmo. O mejor, siendo consciente que cada cada uno es el centro de su mundo, que hay tantos mundos como personas y que los mundos están interconectados. Yo diría que es ser EGOÍSTA, pero con mayúsculas. Para explicarme te voy a contar un breve relato que creo pertenece Jiddu Krishnamurti. La historia es como sigue:
Imagínate una persona que quiere clavar un clavo con un martillo. Con una mano sostiene el clavo y con la otra el martillo que golpea contra el clavo. Entonces, por error, la mano que sostiene el martillo se desvía ligeramente y golpea con fuerza el dedo de la mano que sostiene el clavo (una experiencia que todos hemos experimentado alguna vez). Entonces, ¿te parecería lógico que la mano que ha recibido el impacto empezara a pegar a la otra mano? Si se mira desde la perspectiva de las manos aisladas una de la otra, tendría todo el sentido del mundo. Una causa un daño a la otra y por lo tanto, la otra se defiende o devuelve el daño sufrido.
Entonces, ¿porque nos parece un sinsentido? Pues porque todos sabemos y somos conscientes que las manos forman parte de algo superior. Vamos que las manos no son algo que existan aisladamente sino que son una parte de una persona.
Os cito esta historia porque creo que, a veces, nos olvidamos que las personas somos algo más que individuos aislados, que estamos conectados unos con otros y formamos parte de sistemas que son más que nosotros individualmente. Entonces, podemos ampliar el ámbito del egoísmo superando lo estrictamente personal para mirarlo desde el sistema del que formamos parte. Quizás te puedes plantear preguntas como ¿ como esto me beneficia o me perjudica cuando pienso en mi y en el sistema del cual formo parte?
Así que, por favor, prefiero que seas egoísta conmigo. Y si eres EGOÍSTA con mayúsculas, mejor.
¡Buen viaje!
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