Generosidad y egoísmo: dos caras de la misma moneda

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Ser generoso tiene muy buena prensa. Las actitudes generosas crean un mundo mejor, todo el mundo dice que debemos ser generosos. En la definición de generosidad que da wikipedia cita textualmente que «la generosidad se acepta extensamente en sociedad como un hábito deseable.»

En cambio el egoísmo tiene muy mala prensa. Queda muy mal decir que uno es egoísta. Aunque yo no pienso de esta forma. De hecho ya he escrito una serie de post en que hablo de forma favorable sobre el egoísmo (Sé egoísta, por favor), que no es lo mismo que ser egocéntrico.

No obstante hoy quiero hablarte de la generosidad y del egoísmo desde una perspectiva diferente porque para mí ambas cosas son las dos caras de la misma moneda. Así que no podemos separar una de la otra. Permíteme que te lo explique.

Piensa en un acto generoso que hayas hecho hace poco. ¿Lo tienes ya? Supongo que lo calificas de generoso porque has hecho o has dado algo que tiene un efecto beneficioso en la otra persona.

En mi opinión un acto generoso tiene también una característica fundamental: nadie me obliga a hacer un acto generoso, simplemente lo hago porque quiero. Si espero que me correspondan entonces se convierte en un mero trueque y ya no es generoso. Es precisamente aquí donde está la clave del asunto. Si nadie me obliga a hacerlo, ¿para qué lo hago? Y en tu ejemplo, ¿para qué hiciste ese acto generoso? Antes de contestar, piénsalo bien y sé honesto en tu respuesta.

Yo no sé qué te pasa a ti pero yo me siento la mar de bien cuando hago un acto generoso. En definitiva, el ser generoso es también beneficioso para mi porque tiene como recompensa la satisfacción personal. Así que en lo generoso hay también egoísmo, porque encuentro mi propia satisfacción. Es por esto que digo que son dos caras de una misma moneda. ¿ No te parece curioso?

Ahora te quiero plantear otra situación. Supón que alguien quiere hacer un acto generoso conmigo y como yo soy súper-generoso no se lo permito porque eso no sería generoso. ¿O sí que lo sería?

Vamos a ver, hemos quedado que el hacer un acto generoso también es satisfactorio para mi. Por lo tanto, si impido que alguien sea generoso conmigo, también le estoy privando que pueda sentir el goce de serlo. Así que cuando no permito que alguien sea generoso conmigo lo que estoy haciendo en cierta forma es un acto egoísta, ¿no te parece?. Otra vez las dos caras de la misma moneda.

Así que las cosas no son blancas o negras. Yo diría que son blancas y negras al mismo tiempo. Es por este motivo que ahora me muestro generoso cuando quieren ser generosos conmigo.

¿Qué tal anda tu generosidad?

¡Buen Viaje!

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