Quien no se ha encontrado alguna vez en dificultades para escoger. ¿Qué es lo que lo hace difícil? Después de darle algunas vueltas al asunto creo que hay dos cosas que influyen en eso. La primera es el miedo a equivocarse. ¿La opción elegida será la correcta? Sobre este aspecto ya he hablado en unos cuantos artículos (El miedo y las decisiones, Equivocarse, una alternativa más allá de la culpa, La decisiones, el cuento de Tara, ¿Hay decisiones correctas e incorrectas? ) así que hoy no voy a ir por ahí.
Lo que te propongo hoy es que investiguemos lo siguiente. Si escojo, renuncio a otras muchas cosas y yo no quiero renunciar así que es mejor «no elegir«, al menos aparentemente. ¿Te apetece? Antes de continuar, lo que me gustaría hacer es romper dos mitos.
Mito número 1: Es imposible «no escoger»
Cuando, «no escojo» aparentemente me escapo de elegir. Sin embargo, el no escoger es lo mismo que escoger no hacer nada, es decir, no moverme de la situación actual. Como todas las elecciones, supone unas consecuencias, que en este caso significa renunciar a lo que podría suponer eso que no elijo.
Así que si elijo, elijo, y si no elijo, eso es también una elección.
Mito número 2: renunciar y elegir son la misma cosa
También podemos ver lo mismo de otra manera. A veces no elijo porque eso supone que renuncio a muchas cosas. Así que, la parte buena de no elegir es que evito renunciar a cosas que valoro. Así que es mejor no escoger.
Y también es cierto que si elijo algo significa que estoy valorando eso por encima de las cosas a las que renuncio. Así que es mejor elegir. Um… qué lío…. ¿En que quedamos?
Otra vez es una falacia. La elección es como una moneda con dos caras, una es la cara de lo que nos quedamos y en la otra está lo que renunciamos. La no elección también tiene dos caras. De nuevo en una cara hay lo que decido conservar y en la otra están las cosas a las que renuncio. Así que cuando elijo, renuncio y cuando renuncio, elijo. Siempre es la misma moneda con dos caras.
Quizás me esté equivocando de pregunta. La cuestión no es si elijo o no elijo, sino ¿cómo elijo?
Cómo elegir
Siguiendo el símil de la moneda, podríamos decir que elegir es lo mismo que tirar una moneda al aire. La moneda tiende a caer del lado que pesa más, es así de simple. Así que se trata de poner en una cara de la moneda los valores y las necesidades que se satisfacen al visualizar el mejor futuro una vez tomada esa decisión. Y poner en la otra cara, los valores y necesidades que se satisfacen al quedarme en el lugar en el que estoy.
También hace falta ser muy honesto con el lado de la moneda «no moverse» porque es seguro que satisface necesidades y valores que son muy valiosos y es posible que haya la tendencia a no quererlo valorar de forma honesta. El «no moverse» acostumbra a ser la cruz de la moneda, y tiene tanto derecho a ser tenida en cuenta como la otra cara. Recuerda que la moneda es una sola cosa, indivisible.
Si no estás seguro, lanza la moneda y verás que pasa. La moneda no miente, porque simplemente cae del lado que pesa más, sin importarle qué cara es. No hay opciones buenas ni malas, correctas ni incorrectas. Esa es la gracia de tirar la moneda.
Una vez que la hayas lanzado, puedes plantearte el cómo llegar a ese lugar o cómo quedarte en dónde estás, aunque esto ya no sería materia para este artículo.
Buen viaje.