Hoy quiero compartir contigo un deseo personal y una determinación: vivir cada momento como el único posible. Quiero estar en contacto con lo que es y dejar de lado lo que debería ser. Quizás te preguntes, ¿a qué viene ahora esto? Pues resulta que quiero vivir la vida despierto, sintiéndome vivo, y eso significa vivir para lo agradable y también para lo desagradable.
Porque cuando pienso que lo que estoy sintiendo no me gusta, entonces quiero huir de eso, o bien trato de anestesiar esa sensación y la anestesia me duerme para todo, para lo bueno y lo malo. No es selectiva. Y también porque si no sé estar con lo que no me gusta, tampoco sabré estar plenamente cuando me ocurre algo que me gusta. La cuestión es, ¿cómo hacer para vivir la vida despierto?
Pues, por ejemplo, quiero probar de abandonar la idea de perseguir sólo la paz, porque en la paz está embebida la no paz. En cambio, en la aceptación incondicional de lo que es, no hay lucha, no hay conflicto, no hay separación entre yo y el mundo. Hay disfrute pero no hay apego. Hay dolor, pero nunca sufrimiento. Simplemente las cosas son, y ya está. ¿Cómo puedo llamar eso? Si lo llamo de alguna forma ya estoy etiquetando, juzgando y por lo tanto volviendo al paradigma del cual quería huir. Así que quizás sea mejor quedarse ahí, en ese sutil y frágil estado de atención y aceptación amorosa hacia lo que es. Quiero que mis acciones surjan desde ese lugar.
En este camino quiero decirte que la CNV me ayuda a conectar con lo que está vivo en mi y en los demás, en cada momento. Así que cuando aplico la CNV hacia mi, lo que estoy haciendo en realidad es un acto de amor profundo y de aceptación incondicional hacia mi mismo y hacia lo que está siendo. ¡Qué bien me sienta sentir eso y qué beneficios supone para todos los seres que me rodean! En este momento la CNV es mucho más que una simple herramienta de comunicación …
Para acabar, creo que esta vez te voy a pedir una cosa: me gustaría que en este proceso me desees…
¡Buen viaje!