Estimad@ lector@,
Cada mañana, antes de salir de casa, me gusta consultar la predicción meteorológica. Tengo la costumbre de ir en bicicleta y saber si va a llover me ayuda a decidir cómo prepararme (tomar el chubasquero, calzarme con zapatos de lluvia,…) o bien dejar la bici y tomar otro medio de transporte. Te explico esto porque, al igual que la climatología impacta en mi vida y en mis decisiones cotidianas, creo que mi clima emocional también impacta de alguna manera en mis decisiones y en mi vida, pero, ¿de qué forma? Esto es lo que me gustaría tratar hoy contigo.
Supongo que estás de acuerdo conmigo en que la reacción ante una misma cosa puede ser muy diferente si estoy de buen o mal humor. El clima emocional me hace ver una misma cosa de forma muy diferente. Si esto es así, mi clima emocional actúa como si fuera un filtro que modifica la realidad. Si estoy de buen humor es como si llevara una gafas de resaltan y hacen brillar las cosas y si estoy de mal humor, las gafas actúan de modo contrario.
También podríamos estar de acuerdo en que, si llevo puestas las gafas de «buen tiempo» mi vida es más fructífera y provechosa que cuando llevo las gafas del «mal tiempo». Ver las cosas por el lado positivo me hace aprovechar las posibilidades que ofrece la vida y también estoy más feliz. Entonces, si me doy cuenta que llevo las gafas del mal humor, ¿porqué no me las cambio por las del buen humor? en definitiva ¿porqué no cambiar mi clima emocional?
Supongo que podrías decirme que, igual que el clima meteorológico no puede cambiarse, el clima emocional tampoco. En ese caso estaría de acuerdo contigo y también estaría en desacuerdo. Permíteme que te lo explique.
Por un lado, estoy de acuerdo porque lo que sentimos en un momento dado, es algo que existe, es un hecho y por lo tanto simplemente es así. Aunque lo que esté sintiendo no me guste, o incluso lo aborrezca, no lo puedo cambiar porque es. Puedo hacer ver que no existe, pero sigue ahí. En este sentido, es como el tiempo meteorológico: si llueve, llueve y si hace sol, hace sol, independientemente de cuales son mis preferencias. La realidad es muy tozuda.
Entonces, ¿Porque no estoy de acuerdo? Porque opino que, aunque no puedo cambiar el clima emocional actual, si que puedo influenciar en el clima emocional que ha de venir. ¿Quieres saber cómo?
Cambia de gafas: cómo transformar tu clima emocional
Lo primero de todo es hacerte la siguiente pregunta: ¿cual es mi clima emocional actual? Es algo que parece obvio pero no lo es en absoluto. A veces podría resultar difícil aceptar que llevo las gafas «del mal humor». En esto conviene ser muy honesto porque, sin hacer este paso, es imposible avanzar.
El segundo paso consiste en hacerse la siguiente pregunta: ¿porqué estoy de mal humor? Normalmente creemos que la causa del mal humor son las cosas que nos pasan, aunque yo opino que no es así. Por ejemplo, puedo decir que «estoy de mal humor porque es lunes« pero yo creo que la verdadera causa que tenga mal humor el lunes por la mañana, son las cosas que me digo cuando es lunes por la mañana. Para hacer un ejemplo, sigamos con la misma situación: es lunes por la mañana, me despierto y entonces me digo:
– Qué cansancio, … cómo me gustaría quedarme en la cama más tiempo… porque lo que me espera en el trabajo es la presión de mi jefe para que acabe lo pendiente, qué agobio …
Y entonces me viene el mal humor.
Tercer paso: identifica las necesidades que hay tras ese diálogo
La pregunta que toca hacerse ahora es ¿qué necesidades y valores universales crees que hay tras estos pensamientos? De lo que se trata es que identifiques de este listado cuáles te podrían estar faltando cuando piensas eso.
En este ejemplo me parece que lo más evidente es que hay una necesidad de descanso. No obstante, aunque exista esa necesidad hay ocasiones en que estar cansado no es motivo suficiente para estar de mal humor. Por lo tanto debe haber algo más y seguro que tiene que ver con «lo que me espera al llegar al trabajo…» ¡presión por acabar trabajo pendiente! Así que probablemente además de necesitar descanso, también necesite respeto al ritmo personal, y quizás también empatía y respeto a lo que me está pasando, definitiva, ser visto y tenido en cuenta. ¡Ufff!
Algo pasa cuando uno se da cuenta de cuales son las necesidades en juego porque tienen ver con lo que está vivo en ese momento. Si no fueran importantes los valores y necesidades que hemos visto juntos yo no estaría de mal humor aunque fuera lunes por la mañana, ¿no crees?
Cuarto paso ¿Ha cambiado tu clima emocional?
Ahora me gustaría que me dijeras cómo te sientes después de este descubrimiento. Lo más probable es que el mal humor se haya transformado en otra cosa. No digo que ahora pases a estar de buen humor sino que, de tener un clima emocional tormentoso, quizás pases a tener un clima en que, haya dejado de llover, todavía esté nublado y sobretodo, empiece a asomar el sol entre las nubes.
Porque hacer este descubrimiento me libera de culpabilizar a los demás y a las circunstancias de mi mal humor, y a la vez, me lleva a un sitio un poco incómodo porque ya no hay excusas ni culpas. Ahora sé en qué dirección puedo actuar para tratar de satisfacer eso que me está faltando. Es un asunto mío y de nadie más. Dejar de culpar a los otros y a las circunstancias tiene el inconveniente de la incomodidad pero a cambio me proporciona algo que yo creo que es muy, muy, muy valioso: la libertad de elegir cómo quiero que sea mi futuro.
¡Buen viaje!