Hace unos días publiqué en el twitter una cita que decía lo siguiente:
Las personas hacen un gran esfuerzo por ver el mundo de una manera que preserve su sentido de bienestar. T. Wilson
Uno de mis seguidores de twitter (Emilia Amores) me sugirió que escribiera un artículo sobre ello. Me pareció una buena idea y por eso estamos aquí. A mi, esta cita me sugiere dos ideas. La primera es la siguiente:
Las personas no vemos el mundo como es sino como somos. Sobre esto sólo un par de cosas. La información que nos llega del mundo a través de los sentidos es abrumadora y por esta razón nuestro cerebro hace un proceso de filtrado de la información que nos bombardea sin cesar para no quedar bloqueado. Hay que tener en cuenta este mecanismo porque los filtros que tenemos cada uno son diferentes. Tenemos filtros fisiológicos (ante un mismo estímulo no todo el mundo puede ver, oír y sentir exactamente lo mismo). Tenemos filtros culturales (hay cosas que son correctas para una cultura y totalmente incorrectas para otras) y filtros personales (si queréis ampliar información podéis leer la entrada El mapa no es el territorio ). Estos filtros actúan como si fueran unas gafas a través de las cuales observamos la realidad y que la mayor parte de las veces ni somos conscientes que las llevamos. Es por ello que sostengo que vemos el mundo como somos y no como es.
La segunda idea que me lleva la cita es que, como tenemos diferentes maneras de ver el mundo, cuando lo que vemos es muy difícil de aceptar, nos ponemos unas gafas que son totalmente opacas, que niegan la realidad. Es un mecanismo de defensa que todos tenemos, que todos aplicamos alguna vez y que nos permite avanzar. Como dice la cita, la negación busca «preservar nuestro estado de bienestar». Ahora bien, ¿qué problema hay entonces en el autoengaño? ¿Que puede pasar si el negar lo que veo me aporta tranquilidad y es hasta cierto punto necesario?
Pues resulta que la estrategia de la negación funciona, pero sólo en el corto plazo, porque negar el problema no lo soluciona. Si una cosa tiene la realidad es que es muy tozuda y además, desconsiderada. Vamos, que le trae sin cuidado cómo nos pueda afectar. La realidad va lo suyo independientemente de lo que pensemos o sintamos. Y cuando no afrontamos lo que sucede continúa allí, aunque la ignoremos.
Es algo así como si supieras que alguien te va a pegar un cachete y esto fuera inevitable. Entonces decides que, venga, que te lo den, pero justo antes que te lo van a dar, tu te retiras. «No, no, más tarde». Pero eso no te va librar del cachete, simplemente lo posterga. Total que lo has pasado mal y aún te queda recibirlo. Y así sucesivamente.
Estrategias para «evitar el cachete» tenemos muchas y hay libros enteros de psicología que hablan de ellas. La cuestión que os planteo es, ¿estaríais dispuestos a abriros a probar algo diferente a lo que estáis acostumbrados a hacer con los resultados que ya conocéis?
Para mi, probar algo diferente sería estar dispuesto a «aguantar el cachete», a sentir el dolor, porque eso nos permite transformarlo en algo que nos haga avanzar. Ya sé que lo que os planteo no es fácil, pero los resultados que os proporciona lo otro ya lo conocéis de sobra, ¿verdad?. Si queréis probar algo diferente, continuad leyendo. Sino, sed honestos con vosotros mismos y dejad de leer este artículo.
¡Bienvenidos de nuevo! Me alegra que sigáis aquí. Antes de continuar quisiera que tuviésemos en cuenta que una cierta dosis de negación es un mecanismo de defensa necesario para mantener nuestra estabilidad emocional. Como dice Àlex Rovira, el veneno está en la dosis. Así que, si alguna vez estáis dispuestos a «aguantar el cachete» ésta puede ser una guía.
Primero de todo decir que sólo puedes salir de una cárcel si te das cuenta que estás en ella. Osea, que para salir del autoengaño primero tendremos que reconocerlo, así que voy a tratar de de explicar algunas estrategias de negación para que reconozcamos cual es nuestra manera preferida (sí, sí, todos tenemos nuestra manera «preferida» de auto engañarnos)
Estrategias de evitar el dolor
Huída.
Tiene muchas variantes. Una es simplemente, mirar hacia otro lado, haciendo ver que no lo hemos visto. ¿No te reconoces alguna vez ahí?. Otra consiste en tapar un ruido con otro más grande. Es la estrategia de compensar. Si hay algo que no me gusta y me duele, hago algo diferente que me produzca una satisfacción que compense ese dolor. Funciona momentáneamente pero produce un cierto barullo interno y tiene el inconveniente que cuando dejamos de hacer aquello que compensaba, el dolor continúa. Aparte de actitudes más o menos cotidianas, podemos situar aquí los comportamientos compulsivos y las adicciones.
La protesta y la queja. En este grupo están las actitudes que sirven para evitar la aceptación del dolor pero desde una actitud aparentemente más combativa. En la queja lo que hacemos es renunciar a nuestra propia capacidad de actuar porque establecemos dos bandos en el cual el nuestro es el bueno. Eso nos convierte a nosotros en víctimas. Y todos sabemos que ser víctima te tranquiliza a coste de la pasividad.
En la protesta hay igualmente una posición de buenos y malos, y aunque no hay pasividad, sí hay una rabia hacia la otra parte por no considerarla legítima. Sin embargo, al estar enganchados a este sentimiento las acciones de respuesta se hacen desde el ataque, desde la reacción. Son poco flexibles y, en consecuencia, poco eficaces. ¿Te imaginas cómo podría ser tu respuesta cuando quieres explicar tu posición si no estuvieras enganchado por la rabia y la negación hacia la otra parte? ¿No crees que podrías ser más flexible? ¿Y eso no haría tu respuesta más eficaz? ¿Qué pasa cuando actuamos sin haber afrontado la situación?
Ya hemos visto que afrontar la situación significa haber sido capaces de «aguantar el cachete». Cuando ese trabajo no se ha hecho y no hemos sido capaces de aceptar el dolor para poder transformarlo, lo que hacemos es adoptar soluciones desde el rechazo, o como mucho, desde la tolerancia y no desde la aceptación (Diferencia entre tolerar y aceptar). Como no hemos hecho un proceso de limpieza interior ensuciamos las soluciones que intentamos con la rabia y el resentimiento, a pesar que tengamos las mejores de las intenciones del mundo. El lema sería:
«Primero limpia, luego actúa» Antonio Jorge Larruy
¿Cómo podemos hacer el proceso de aceptación del dolor?
La CNV nos proporciona herramientas muy útiles para transformar la rabia y el dolor en algo útil para la vida. Podéis leer el artículo Los 4 pasos para la expresión de la ira que se basa en el proceso que propone la CNV (Comunicación No Violenta), cuyos pasos básicos y simplificándolo muuuuucho, son los siguientes:
1.- Observa los hechos. Recordar que no es lo mismo Hechos que opiniones
2.- Sentimientos. Utiliza lo que sientes como un indicador que hay alguna necesidad que no está satisfecha (sentimientos no agradables) o bien sí lo está (sentimientos agradables)
3.- Identifica necesidades que se satisfacen o no.
4.- haz una petición lo más concreta posible
Finalmente os propongo un pequeño relato que tiene mucho que ver con lo que hemos visto- > Una noche muy oscura
Libros que os recomiendo que tienen que ver con este tema:
Espacio Interior. Antonio Jorge Larruy
Comunicación no violenta, un lenguaje de vida. Marshall Rosemberg
¡Buen viaje!