Entro en el ascensor del edificio donde trabajo. Conmigo entran dos personas más. Se conocen porque se miran y una de ellas le dice a la otra la sorprendente frase:
– ¿Qué tal?
A lo que le responde
– Pues ya ves, de lunes
No sé qué te pasa a ti cuando oyes esto, pero a mi me produce una mezcla entre extrañeza y rebeldía: me explico. Se supone que, como es lunes, uno llega deprimido al trabajo. Pero lo que me sorprende de la expresión es la metáfora de asimilar un estado de ánimo a un aspecto físico, como su fuera una vestimenta o un estilo de vestir triste y deprimente. Me parece una idea fantástica asociar un estado de ánimo a algo tan intercambiable como una vestimenta: hoy me pongo esto, mañana aquello….
Ahora te explico el punto de rebeldía que siento. Al igual que me cuesta pensar que te pones ropa que no te gusta, ¿porqué vestirse «de lunes» si es algo triste y deprimente? ¿Quién ha dicho que el lunes hay que llevar un tipo de ropa determinado? ¿Y si el lunes decides venir vestida «de martes«? ¿o «de jueves«? O mejor aún, ¿»de viernes«?
Venir «de lunes» un lunes me parece muy cómodo, aunque poco original y previsible, además de tener un punto de auto fatalismo auto inflijido ¿no te parece?
Ya me cuentas