Esta entrada trata de la la dificultad del proceso de toma de decisiones. Y para ello, os he preparado un pequeño relato. Espero que lo disfrutéis y os sea de utilidad.
Tara
Tara era una chica que hacía demasiado tiempo que vivía tranquilamente en su pueblo y había decidido emprender el viaje de su vida. Quería conocer nuevos lugares y gente nueva para aprender todo lo que pudiera. Había preguntado a un montón de gente pero lo que no tenía claro era cual era el mejor camino para conseguirlo. De todos modos, salió de su pueblo con un equipaje ligero pero completo y comenzó a caminar. En seguida se encontró con un primer cruce de caminos. Se paró.“Puedo ir por el camino del medio. Es llano y serpentea por un bosque fresco. Se dice que por allá viven unos duendes mágicos. Si tengo la suerte de verlos les podré hacer la pregunta más difícil que existe y seguro que la contestarán. Pero también puedo escoger el camino de la derecha. Va en dirección de la montañas del norte. Allá se dice que viven unos monjes muy sabios de los que podría aprender muchas cosas interesantes. Claro que también podría escoger el camino de la izquierda que va por los llanos verdes del valle. Allá dicen que a veces se instala una tribu de indios nómadas. Seguro que podría visitar muchos lugares desconocidos y aprender de la gente que conozca ….”
“¿Y si escojo el camino equivocado? Caminar y caminar para descubrir al final que aquel no era el mejor camino… ¿Cómo podría recuperar entonces el tiempo perdido? Es una decisión muy importante y no me puedo permitir una equivocación…¿Qué hago?”
La duda la tenía paralizada. Se sentó encima de una roca a pensar y a pensar sobre su dilema pero cuanto más lo hacía, mayor era su confusión.
Mientras estaba sentada con la cabeza apoyada entre sus manos, se acercó alguien y dijo. Pareces preocupada, ¿te puedo ayudar?
Tara se asustó, levantó rápidamente la cabeza y vio a una persona delgada de aspecto anciano. Cuando la miró a los ojos tuvo una extraña sensación, como si fuera alguien que conocía muy bien, lo cual la tranquilizó. Aunque no la conocía de nada, o precisamente por eso, le explicó lo que la ocurría. Mientras hablaba, el anciano la escuchó atentamente, con una actitud reflexiva y en silencio hasta que acabó su relato. Entonces sacó una pipa de su bolsillo, la encendió. Varias bocanadas de humo dibujaron figuras indescifrables en el aire y dijo.
“De un camino que no conoces sólo puedes ver su inicio, pero no sabes su recorrido ni a dónde te llevará. Podría ser que el camino de la izquierda se cruce con el camino del medio un poco más adelante. O quizás el camino del medio no te lleve al llano. O incluso podría ser que en las montañas del norte no encuentres ni a los monjes ni a ninguna persona. Y es muy probable que en transcurso del camino que elijas encuentres otros cruces. Y también podría suceder todo lo contrario….
Pero hay una cosa de la que sí puedes estar segura. El camino que elijas seguro que será el correcto porque el que busca algo con determinación y compromiso seguro que lo encuentra. Y has dicho que lo que buscas son aprendizajes. El camino que recorrerás no será ni más largo ni más corto del necesario para encontrar tu destino. Buena suerte y que el viaje te sea propicio y lleno de aprendizajes.” Y el anciano se fue por donde había venido.
Tara se quedó pensativa un rato. De hecho no está segura si fueron minutos u horas. Después se quedó mirando el cruce que tanto la había angustiado. Finalmente, y después de vacilar unos instantes más, escogió uno de los tres caminos (tendréis que preguntar a Tara cuál de ellos escogió) sabiendo que aquella era la mejor decisión que podía tomar en ese momento y se puso a caminar con decisión, sin mirar hacia atrás, contenta y con ganas de descubrir los aprendizajes que el viaje seguro la iba a proporcionar.