En muchos de mis artículos he hablado sobre cómo utilizar los sentimientos como una señal para saber si hay una necesidad no cubierta, en cuyo caso hablamos de sentimientos desagradables, y cuando están cubiertas, como sentimientos agradables. Y una vez identificada esa necesidad podemos hacer alguna petición hacia nosotros mismos o hacia los demás. El artículo de hoy va precisamente de cómo hacer peticiones hacia los demás que sean lo más eficaces posibles.
Lo primero que tenemos que distinguir es entre una petición y una exigencia. La primera implica que debemos estar abiertos a la posibilidad de recibir un no. Es lo primero que debemos preguntarnos porque, si no es así, disfrazaremos una exigencia de petición y entonces es un acto manipulativo.
Por ejemplo, si quiero que mi hija ordene su habitación puedo exigirlo disfrazándolo de petición diciendo.
– ¿Podrías hacer el favor de ordenar tu habitación?
– No
– Es la cuarta vez que te lo pido. Ordénala de una vez.
Sin embargo puedo hacer una petición, estando abierto a recibir un no, sin que eso suponga que aceptemos ese no sin más. Para explicarlo seguiré con el ejemplo de antes.
– ¿Podrías ordenar tu habitación ahora?
– No
Como estoy abierto a recibir el no y tengo claro que mi necesidad de orden no está satisfecha, voy a indagar a qué está diciendo «sí «con ese «no».
– ¿Me podrías decir porqué no la puedes ordenar?
– Porque no tengo ganas.
Después de recibir esta respuesta me enfado porque me asaltan un montón de pensamientos sobre lo que debería hacer y no hace. Entonces, me doy empatía conectando con lo que necesito de la siguiente forma:
Cuando veo la habitación desordenada me enfado porque lo que necesito es orden y, considero que es bueno desarrollar el hábito del orden en mi hija, ya que eso la permitirá ser más eficaz en un futuro. Por lo tanto hay también un deseo de contribución a su bienestar…
Ahora estoy más calmado porque la responsabilidad de lo que yo siento está enfocada sobre mi necesidad no satisfecha y eso me permite dejar de culpar a mi hija por lo que yo siento. Pero antes de pedir empatía a los demás y hacer peticiones que intenten satisfacer mis necesidades ofreceré empatía a la otra parte. Para ello me abro a la posibilidad de investigar a qué está diciendo sí cuando me contesta no a mi petición.
– ¿Cuando dices que no tienes ganas es porque quieres descansar?
– No, no estoy cansada. Ahora mismo estoy jugando.
– Entonces, es que te gustaría continuar jugando porque te lo estás pasando muy bien, ¿es así?
– Sí
– Ya veo
Ahora ya sé cual es su necesidad, voy a tratar de encontrar alguna estrategia que sea compatible con mi necesidad de orden y de contribución a su educación.
– Creo que estoy entendiendo lo que me dices: te lo estás pasando muy bien y te gustaría jugar un rato más.
– Sí, eso !
– Ahora me gustaría explicarte lo que me pasa cuando veo tu habitación así. ¿Quieres escucharlo?
( la estoy pidiendo empatía)
– Vale.
– Después de todo el día en la oficina vengo muy cansado y lo que me gusta es ver la casa ordenada porque eso me da sensación de descanso. ¿Me podrías decir que has entendido?
– Me estas diciendo que ordene la habitación.
– No es exactamente lo que te quería decir. Quisiera explicarte lo que me pasa sin que eso suene a exigencia.
– …
– Lo que te gustaría es ver la habitación ordenada porque estás cansado.
– Sí. Eso es.
(Qué bien sienta cuando a uno le entienden lo que le pasa…)
– Entonces, ¿Estarías dispuesta a ordenar tu habitación cuando hayas acabado de jugar a lo que estás jugando?
– Sí.
– ¿ Eso podría ser de aquí a media hora?
– Sí, a las siete y media ordenaré la habitación.
– Perfecto
Vale, ya sé que hay alguno de vosotros al que no le gusta los finales felices. Supongamos que a pesar de todo no estuviera dispuesta a ordenar la habitación. En ese caso no veo ninguna posibilidad de continuar la conversación: he indagado cual es la necesidad que la ha movido a decir que no y lo aceptaría y respetaría como respuesta. Desde un principio he declarado que estaba abierto a recibir un no, puesto que hay ciertos momentos en lo que un no es un acto de afirmación muy importante y quiero respetarlo, al igual que a mi me gusta que respeten cuando opto por ello.
Conclusiones
Como habéis visto este tipo de conversación requiere mucho más tiempo y energía que imponer nuestra decisión, especialmente si la conversación es con nuestros hijos pequeños. Lo que quiero destacar es que esto tiene sentido sólo si estamos abiertos a recibir el no como respuesta posible. Si esta intención no es genuina y no guía todo el proceso, se convertirá en un proceso manipulativo que perseguirá conseguir lo que queréis disfrazándolo de un fingido interés por el otro. Y si queremos hacer esto, hay muchas maneras más rápidas y más auténticas de imponer nuestra voluntad, aunque a veces, el precio que se paga al imponer nuestra voluntad es muy elevado. Y esto es aplicable a cualquier relación.
El otro aspecto que quisiera destacar de este proceso es que se busca la comprensión de las necesidades que hay detrás de cualquier comportamiento. Se comprueba que siempre, detrás de un no hay un sí a alguna necesidad importante, y que en una petición también hay alguna necesidad. Una vez establecido ese reconocimiento mutuo de necesidades es posible encontrar múltiples estrategias para satisfacer las necesidades de ambas partes. El conflicto se produce casi siempre a nivel de estrategias y no al de las necesidades. Si somos capaces de elevar, o mejor, de profundizar en ello, es muy probable que encontremos maneras de resolver el conflicto.
También decir que el proceso se basa en la idea que las necesidades de las dos partes son de igual de importantes. Si no es así el proceso no funcionará bien.
Finalmente que este proceso es sencillo pero no es nada fácil. Es conveniente empezar con conflictos que tengan baja carga emotiva y ser consciente que el aprendizaje es un proceso. Seguro que habrá muchas veces que no saldrá bien pero las veces que sale es muy gratificador. Por favor, ser comprensivos con vosotros mismos. Este es un camino de aprendizaje largo pero que vale mucho la pena invertir en él.
¡Buen viaje!