Las 4 características de las peticiones eficaces.

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Ya he tratado en otras ocasiones que la petición es el último paso en el proceso que nos propone la CNV (Comunicación No violenta): 1. Observación 2. Sentimiento 3. Necesidad 4. Petición

En este post quiero tratar de explicar cómo podemos hacer peticiones que sean más eficaces. Antes de entrar en ello creo que es importante señalar algunos aspectos que pueden ayudar a entender porqué no es un asunto sencillo.

La primera viene, como hemos visto, de que una petición muestra una necesidad nuestra no satisfecha, por lo que, cuando hacemos una petición, nos estamos mostrando vulnerables ante esa persona al demostrar que necesitamos una cosa que no tenemos. (Ser vulnerable no es lo mismo que ser débil)

La segunda, supone que podamos recibir un no cuando hacemos una petición. ¿Qué nos pasa cuando lo recibimos? En algunas ocasiones un NO a una petición lo interpretamos como un NO a nuestra persona, por lo que nos lo tomamos como algo personal. Ocurre muchas veces que las personas que no encajan muy bien un NO tampoco saben decir  NO a las peticiones de las otras personas (Saber decir no).

Finalmente decir que a veces confundimos las peticiones con expectativas cuando esperamos que los otros cumplan algo que nunca hemos pedido expresamente (Tener o no tener expectativas. Esta es la cuestión ….)

En fin, por todo ello, podemos concluir que resulta complicado realizar peticiones. Por este motivo os paso a continuación una lista de condiciones que deben cumplir la peticiones si queremos que sean eficaces. ¿Os apetece?

Condiciones que deben cumplir las peticiones.

1. Pide lo que quieres, no lo que no quieres. Realizar las peticiones en positivo tiene mucha más importancia de lo que parece. Vamos ilustrarlo con un ejemplo. Supongamos que una madre quiere que su hijo deje de jugar con la Wii para que ordene la habitación y haga los deberes del colegio. Entonces hace la siguiente petición.

– ¿Podrías dejar de jugar a la Wii? – dijo la madre

– Claro – Contestó el hijo

Y se puso a jugar con los Playmobil.

Supongo que era previsible pero hay multitud de ocasiones que lo que tenemos claro es lo que no queremos que haga alguien y así lo formulamos. El resultado es muy posible que se acerque al del caso anterior. Por lo tanto, para formular una petición es conveniente hacerla a partir de lo que queremos que hagan.

2. Haz las peticiones lo más consciente posible. Lo que ocurre con frecuencia es que ni nosotros mismos sabemos muy bien lo que pedimos y esperamos que los demás lo interpreten adecuadamente por nosotros. Siempre hay una intención cuando nos dirigimos a alguien. A veces únicamente deseamos que la otra persona entienda lo que hemos dicho para recibir de esta manera un poco de empatía. O simplemente que la otra persona satisfaga alguna necesidad nuestra a través de alguna acción concreta. Otras veces puede ser que busquemos sinceridad al preguntar por algo a alguna persona. Tener clara cual es nuestra intención antes de realizar una petición puede servirnos de guía para hacer peticiones más claras, con lo que es mucho más probable que se satisfagan. Un ejemplo claro se puede ver en el siguiente diálogo:

– Cariño, ¿No te apetece tomar un helado? – Dice ella a él.  (Traducción: a ella le apetece un helado)

– Pues ahora no, gracias. – Contesta él.

– (Podría haber tenido el detalle de interesarse un poco por mí y preguntarme si yo quería, ¿no?) – piensa ella

– ¿Me podrías tratar con un poco más de consideración, no? (Petición)

– (…. no entiende qué está pasando…)

Si observamos esta conversación y nos hacemos la pregunta de «para qué» se formula podremos ver que la petición anterior está formulada más desde la queja, aunque tenga formato de petición.

3. Solicitemos confirmación. En comunicación hay una máxima que se demuestra como muy útil. Humberto Maturana lo expresa de la siguiente forma:

Yo soy absolutamente responsable de lo que digo, pero irresponsable de lo que tú escuchas. Sin embargo es mi responsabilidad cotejar constantemente lo que yo digo con lo que tú escuchas. «

Si preguntamos a la otra persona qué es lo que han entendido con nuestra petición nos permite muchas veces entender qué es lo que ha llegado. Después de pedir confirmación puede que la otra persona nos la dé, por lo que conveniente agradecérselo. Y también puede ocurrir que nos lo niegue e incluso se enfade por ello. En estos casos es conveniente ofrecerle empatía. Ejemplo.

– ¿Me podrías decir qué es lo que has entendido ?

-Vamos a ver, ¿te crees que estoy sordo o crees que soy tonto?

– Creo que te molesta que dude de tu capacidad de entender, ¿es así?

En el ejemplo vemos que le ofrecemos empatía intentando buscar cuales son sus sentimientos y sus necesidades. Si no somos capaces de ello podría ser que antes nosotros necesitemos autoempatía. Para ello podríamos establecer el siguiente diálogo interno:

– Estoy frustrado porque no consigo conectarme con el/ella y me encantaría poder hacerlo. Voy a volver a intertarlo ofreciéndole empatía. ¿Estoy dispuesto a ello? Creo que sí. Vamos a ello.

Sólo después de esto podemos ofrecer empatía al otro.

4. Pidamos sinceridad. Después de lo que supone expresar una petición siguiendo estos pasos, es decir tras mostrarnos vulnerables al expresar nuestros sentimientos y necesidades, podemos averiguar cual es la reacción de la otra persona.

Así podríamos preguntar cómo se siente la otra persona después que le hayamos hecho esa petición, o bien preguntarle acerca de lo que está pensando o bien si la otra persona está dispuesta a hacer lo que le hemos pedido. Ejemplos de ello podrían ser:

– Me gustaría saber cómo te sientes ahora con lo que te he dicho.

o

– ¿Podrías decirme qué piensas con respecto a lo que te he pedido?

o

– Quisiera saber si estás dispuesto a posponer la reunión que habíamos acordado para mañana.

 

En fin, si hacemos que nuestras peticiones cumplan con estas cuatro condiciones es más probable que seamos más eficaces y podremos evitar una gran cantidad de malos entendidos.

¡Buen viaje!

 

PD. Este texto esta basado, a parte de mis experiencias personales, del libro Comunicación no violenta, un lenguaje de vida de Marshall B. Rosemberg. Os recomiendo su lectura.

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