Hace unos meses tuve la oportunidad de asistir a un espectáculo en el Museo Marítimo de Barcelona, en la que una persona en un planetario, nos mostraba el cielo nocturno y las constelaciones que podíamos ver. Entonces, alguien del público, escogía alguna de las constelaciones que nos acababa de mostrar y un actor nos relataba la historia de esa constelación, normalmente de la mitología griega, los personajes y los «líos» que había entre ellos, todo en un lenguaje muy actual y sobretodo, divertido. Por cierto, si tenéis oportunidad, no os lo perdáis (Enlace a espectáculos de Arnau ). La cuestión es que, en un momento de la explicación, Arnau dijo una cosa que se me quedó gravada.
«las constelaciones no son, las constelaciones las vemos» Arnau Vilardebò
Las personas en general, cuando nos encontramos ante una realidad compleja que queremos comprender, tratamos de estructurarla, y dividirla en pedazitos que sean de más fácil comprensión. Así, los observadores antiguos, cuando se enfrentaron al reto de entender la inmensa complejidad la cúpula celeste con la inmensidad de puntitos buscaron patrones para organizarlos de un modo que les facilitara su compresión.
¿Nunca has jugado a mirar las nubes e imaginar caras u objetos? ¿Nunca has visto alguna formación rocosa que te recuerda alguna cosa familiar? Lo mismo sucede con las estrellas y los observadores antiguos, al mirar el cielo, vieron patrones que pensaron que podrían ser símbolos importantes. Así, los nombres de las constelaciones fueron creadas por las personas que vivían en el Mediterráneo y en Medio Oriente. Muchas de las historias de las constelaciones nos cuentan los mitos y leyendas de las personas que les dieron nombres hace miles de años.
Hoy, seguramente, si nos enfrentáramos al mismo reto sin tener los conocimientos científicos que tenemos ahora, estoy seguro que veríamos «otras» constelaciones completamente diferentes. Quizás estaría la constelación «Bicicleta», o la constelación Cenicienta,… El firmamento estaría organizado de «otra» forma, porque vemos el mundo como somos, y no tanto como es.
Quizás te estés preguntando porqué te explico todo esto. Pues te lo explico porque la forma como vea una situación compleja puede marcar la diferencia entre quedarme bloqueado o bien solucionarla y tirar adelante. Algo que aparentemente no tiene solución, si se cambia de perspectiva, tiene solución. Por ejemplo, te planteo el siguiente juego. Se trata que unas los nueve puntos con no más de 4 líneas rectas contínuas sin levantar el lápiz. Pruébalo y me dices…
Si no has encontrado la solución aquí la tienes:
Para solucionar este juego he tenido que salir de mi forma «normal» de pensar. Sólo cuando hago esto, algo imposible se puede convertir en algo posible. Es más, una vez que veo la solución me sorprendo de la fácil que era, ¿verdad?. Así que cambiar el enfoque puede significar encontrar la solución a mi bloqueo.
Lo que marca la diferencia
Lo que te propongo es que escojas una situación en la que te encuentres bloqueado. Seguramente estarás delante de un problema al cual no encuentras solución. Lo que te planteo es que cambies el enfoque. ¿Cómo? En vez de mirar esa situación desde la perspectiva «problema» se trata que te lo mires desde la perspectiva «desafío«. Es decir, eso que yo antes llamaba «problema» ¿de qué forma me está desafiando?
Esta pregunta me lleva a hacerme otro tipo de preguntas. Por ejemplo, ¿qué cosas que ahora no sé, necesito aprender para salir de esta situación? ¿Qué habilidades necesito desarrollar? ¿Qué aliados tengo y cuales necesito? ¿A quien puedo pedir ayuda? ¿Qué es lo que voy a hacer mañana para avanzar hacia lo que quiero? ¿ Y la semana que viene? ¿y el mes que viene? Como ves, otra clase de energía se está movilizando que me lleva a salir de mi bloqueo.
Cómo cambiar de «gafas»
Es posible que encuentres alguna resistencia en cambiar la mirada. Si existe significa que hay algo valioso en esa resistencia. ¿Podría ser que necesites un poco de empatía por ese problema que te ha bloqueado durante tiempo y que tanto sufrimiento te ha producido? Si estás ahí significa que tu valoras mucho que se atienda a alguien cuando sufre. Significa que es muy importante para ti que los esfuerzos que has dedicado sirvan y tengan sentido. ¿Has dado espacio a eso que es tan importante para ti? Mientras no reconozcas que la empatía, la escucha profunda del sufrimiento y la eficacia y el sentido son valores y necesidades muy, muy, muy importantes para ti, y te permitas sentir la belleza de eso que ahora no tienes, te resistirás a cambiar esa mirada. Porque cambiar esa mirada sin hacer este paso significaría olvidarte que hay algo importante y esencial para ti que merece ser atendido.
Sólo cuando hayas honrado esas necesidades y valores tan importantes para ti dándoles espacio para que estén y sean, sólo entonces, estarás abierto a cambiar de mirada, una mirada que permite avanzar siendo coherente con aquellos valores que son esenciales para ti.
¡Buen viaje!