El lado oscuro de «tener la razón»

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Hoy quisiera explicarte una anécdota que me ha pasado hace poco y que tiene que ver con la experiencia de tener la razón. Es la siguiente: mi hija menor, juega a fútbol y me encanta ir a ver los partidos. En el último partido hubo una jugada en la que el equipo contrario hizo una falta cuando nuestro equipo estaba en un contraataque, lo cual frenó la posibilidad de meter gol. Pero lo peor fue que el árbitro dejó pasar la jugada y no pitó ninguna falta.

– ¡Árbrito falta, ha sido falta! grité indignado y después continué compartiendo mi indignación con los otros padres por semejante injusticia… hasta que unos de los padres dijo.
– Pues a mi me ha parecido que nuestra jugadora ha hecho una falta en ataque.
– ¿Así que te ha parecido que ha hecho falta nuestro equipo?
– Sí, yo lo he visto así.

Ese comentario me hizo volver de golpe de un lugar en el que se estaba la mar de bien: es el lugar de los que tenemos la razón. Sin embargo, este lugar está lleno de peligros. Permíteme que te explique porqué digo esto.

Para ello, me gustaría seguir con el ejemplo del partido de fútbol porque me va a servir para explicarte porqué estaba en la zona «de los que tenemos la razón» y porqué digo que es un lugar muy peligroso.

Uno tiene La Razón cuando confunde los juicios y opiniones con los hechos. ¿Cómo se puede diferencias una cosa de la otra? Algo que me resulta útil para saber diferenciar una cosa de la otra es que son hechos todo aquello que puede grabar una cámara de vídeo. El resto son juicios y opiniones. Antes de continuar, me gustaría que leyeras lo que dice Wikipedia que es una falta en fútbol:

«… en fútbol, se produce cuando un jugador comete una infracción de las reglas del juego de manera imprudente, temeraria, o con uso de una excesiva fuerza. La infracción puede consistir en dar una patada, poner la zancadilla, hacer una carga contra un adversario, darle un empujón, sujetarlo o saltar sobre él. «

Como puedes ver, para decir si hay o no hay falta hay que interpretar unos hechos, que son las jugadas que grabaría una cámara de video, porque la cámaras graban imágenes, no faltas. El hecho es lo que la cámara de vídeo gravó unas imágenes, ahora bien, si es falta o no está en el terreno de los juicios e interpretaciones y no en el de los hechos.

Date cuenta que ante las mismas imágenes (los hechos) diferentes personas podemos ver cosas muy diferentes. Sino crees que esto es así, te propongo que veas el siguiente video y me digas luego qué te ha parecido.

Así que, decir que una acción es falta, por muy evidente y clara que me lo parezca, nunca podrá ser calificado como cierto  o falso, porque esas son cualidades que sólo podemos atribuir a los hechos. En cambio, lo que sí podemos decir de los juicios es si están sólidamente o débilmente fundamentados, pero nunca pueden ser ni ciertos ni falsos. Incluso un juicio o opinión que sea compartida por muchas personas y que esté sólidamente fundamentado nunca podrá ser calificado como cierto. Los juicios y los hechos viven en mundos separados y conviene no confundirlos porque eso conlleva ciertos riesgos.

Los peligros de tener La Razón

Si cuando emito un juicio o una opinión me parece tan clara que me confundo y creo que eso es «la verdad» entonces eso me llevará a concluir que cualquier otra cosa que lo ponga en cuestión es incorrecta o falsa. El hecho de tener la razón, me hace poseedor de la verdad lo cual me da la autoridad para justificar cualquier acción que yo pueda hacer por ser la acción del que lleva la razón.

¿Te das cuenta de lo peligroso que es esta forma de pensar?¿Cuantas cosas se pueden llegar a justificar cuando uno lleva la razón? ¿Cuantas guerras justas han habido a lo largo de la historia? ¿Cuantas se justifican? ¿Te das cuanta del poder cegador que puede tener el tener La Razón? Qué miedo me da meterme en este terreno, sobretodo cuando he confundido un juicio con un hecho…

Con todo esto que hemos visto juntos, me gustaría volver a la anécdota del partido de fútbol. Fíjate que si yo me creo que lo que he visto es una falta clarísima y que eso perjudica a mi equipo, está justificado que yo grite o incluso insulte al árbitro, porque eso es una acción de justicia. Esa confusión me lleva a pensar que el árbitro está siendo injusto, me está perjudicando y por lo tanto merece ser castigado (Uy!!!!!)

El comentario que hizo ese padre cuando me dijo que no había visto esa acción de la misma forma que yo, me hizo darme cuenta que había confundido los hechos con los juicios y opiniones. Así que eso que yo había visto no era «la verdad» y que por lo tanto yo ya no tenia «La Razón». De golpe había bajado del trono y ya no tenía el poder del que lleva «La Razón». Ahora yo sólo tenía «mi razón» que estaba en el mismo nivel que «la razón» de mi amigo y que «la razón » de cualquier otra persona que estuviera viendo ese partido, incluidos los del equipo contrario y por supuesto, la del árbitro.

Darme cuenta de eso hizo que desaparecieran las ganas de gritar árbitro. Incluso sentí una cierta vergüenza al pensar que yo «estaba equivocado», que no es más que otra forma de violencia aplicada hacia uno mismo. Sino, fíjate que para decir eso vuelvo a caer en la trampa de confundir hechos con juicios / opiniones, sólo que esta vez, en lugar de ser yo el poseedor de la «verdad» es el otro al que le otorgo ese lugar de poder. Qué fácil es pasar de un extremo al otro…

Conclusiones

En el artículo de hoy hemos recordado juntos la diferencia entre hechos y opiniones y sobretodo he querido subrayar la importancia de darse cuenta si lo que estoy diciendo son hechos o sólo son opiniones sobre hechos, que yo me creo tanto, que los llego a confundir con la realidad.

Finalmente he querido mostrarte lo fácil que es caer en esta confusión y el peligro que supone creerse que uno tiene «La Razón». A veces tengo la sensación que tener La Razón es algo parecido a poder del anillo de «El Señor de los Anillos«. El poder de tener «la Razón, es tan fuerte que te hace ciego para ver lo que es realmente la realidad. Te deseo que tengas un

¡Buen viaje!

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