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Peter van der Sluijs.
Peter van der Sluijs.

Lo que primero me gustaría hacer es que nos pongamos de acuerdo en lo entendemos por comportamiento violento, porque hay muchos grados de violencia. Seguro que estaremos de acuerdo que matar es una acción violenta. Ahora bien, también me gustaría considerar como violentos comportamientos que no suponen dolor físico y que no son tan claramente violentos porque quizás no causan dolor físico, como por ejemplo gritar a alguien, insultar o amenazar, ¿qué te parece?

Para llegar hasta comportamientos que son claramente violentos, normalmente se pasa antes por una fase que yo llamo de violencia latente, que es un estadio incipiente de violencia de la cual normalmente no somos conscientes porque proviene de una forma habitual de comunicarse que está instalada en nuestra cultura y que nos acerca sin darnos cuenta, a comportamientos manifiestamente violentos.

Así que, mi propuesta de hoy para ti es explicarte algo que te sirva para darte cuenta cuando estás en alguno de estos estados incipientes de violencia, lo cual tiene un doble beneficio. En primer lugar, al darte cuenta que estás en este estadio evitas que vaya a más y rompes la espiral de violencia. En segundo lugar, como es un estado incipiente de violencia, te resultará más fácil manejarlo que cuando la situación ya se ha hecho insostenible.

Llegamos al estadio de violencia-latente sin darnos cuenta

A este estadio de pre violencia se llega cuando utilizamos una forma de comunicarnos que, en vez de acercarnos a los demás, lo que produce es rechazo. Ejemplos de este lenguaje pre violento es hacer juicios sobre otros, exigir o querer tener La Razón (la razón me justifica a hacer acciones para imponerse sobre la voluntad de los otros). También genero un estado de pre violencia cuando pongo etiquetas a personas.

Date cuenta cómo esta forma de utilizar el lenguaje me dificulta ver al ser humano que tengo delante y me aleja de su humanidad. Sino, me gustaría que me digas que es lo que experimentas cuando alguien te critica, te exige que hagas algo, cuando quiere imponer «su razón» o «su forma de ver una asunto porque es la verdad». ¿Es algo que te acerca hacia ella o por el contrario, surge en ti una energía de rechazo y de alejamiento? Piensa también cómo puede afectar cuando yo etiqueto a una persona y le digo «extranjero», «negro», » blanco», «gitano», «antipático»….

Sobre esto señalar algunas cosas. La primera es que yo no afirmo que hacer esto este mal o que no se deba hacer. Sólo digo que es muy importante darse cuenta del efecto que produce en mi y en los demás utilizar este lenguaje. También señalar que esta es una forma de comunicarnos con los demás es muy habitual. Por todo ello digo que se llega a la previolencia de una forma muy sutil, sin darnos cuenta de ello. Esta forma de comunicarnos tiene un impacto mucho mayor de lo que parece. Permíteme que me explique mejor.

La violencia y la compasión: cuando nos olvidamos que todos somos uno.

Hay un una cosa que cuenta Tich Nhat Hanh que me encanta recordar. Explica que un día, mientras clavaba un clavo en la pared, se golpeó la mano que sujetaba el clavo. Entonces, la mano que clavaba el clavo dejó el martillo rápidamente en el suelo para sostener la mano que había recibido el golpe, con la intención de disminuir su dolor y de cuidarla.

¿Te imaginas que la mano que recibió el golpe del martillo se hubiera revelado y hubiera pegado a la otra en respuesta a la agresión que había acabado de sufrir? No tiene sentido, ¿verdad? No, porque las dos manos son parte de una misma cosa, por eso no tiene sentido. Pero si cada mano pensara que no forma parte de la misma cosa, sería un comportamiento perfectamente razonable, ¿verdad?

Ahora me gustaría hacerte la siguiente pregunta ¿qué pasaría si pensara que todos los seres humanos somos parte de una misma cosa, la raza humana? ¿Acaso todos los seres humanos no compartimos los mismos anhelos de seguridad, de comprensión, de amor, de intimidad, de juego, de descanso, de autonomía, de libertad, de espiritualidad? Lo que nos convierte en seres humanos, lo que compartimos cualquier persona de cualquier raza, cultura sexo o religión es que todos somos seres vulnerables que tenemos las mismas necesidades y valores universales.

Por otra parte, tengo la creencia que lo que nos mueve a hacer cosas es que tenemos necesidades y valores universales que intentamos satisfacer, lo que ocurre es que hay maneras que son respetuosas con los demás y otras que no lo son en absoluto. La clave está en encontrar una forma «ecológica» de satisfacerlas, porque las necesidades son siempre humanas y bellas, aunque las estrategias que utilicemos para satisfacerlas no lo sean.

Cuando se produce un comportamiento violento, el primer impulso es el de responder con más violencia. Pero entonces me gustaría poder pararme para recordar el episodio del clavo. Si lo hago me doy la oportunidad de darme cuenta que todas las personas compartimos necesidades universales, que somos partes de una cosa mucho mayor que es la humanidad y que cuando te hago daño a ti, también me estoy haciendo daño a mi mismo.

La violencia es una expresión trágica de necesidades no satisfechas

Con todo lo que hemos visto juntos hasta ahora, quisiera decirte que me encantaría que quien se comporta de forma violenta se pudiera dar cuenta de las necesidades y valores universales que está tratando de satisfacer. Sólo de esa forma podrá renunciar a ese comportamiento y buscar otro que también satisfaga sus necesidades y que al mismo tiempo sea respetuoso con las mías. Porque todos somos seres humanos y todas las necesidades merecen ser tenidas en cuenta de la misma forma. En definitiva, yo soy importante y mis necesidades deben ser tenidas en cuenta y, las necesidades del otro son también legítimas y deben ser tenidas en cuenta de igual forma.

Mi propuesta: La CNV

No pretendo dar lecciones a nadie sobre cómo debe comportarse, ni tan siquiera juzgar qué es lo correcto o lo incorrecto. Lo que quiero compartir contigo es la manera que yo he encontrado de hacer posible esto que acabamos de ver. Se trata de la Comunicación NoViolenta (CNV). Lo que pretende esta forma de comunicación es que nos demos cuenta de estos patrones que nos llevan a este estadio de previolencia y que los cambiemos por otra forma de comunicarnos basada en aquello que tenemos en común: las necesidades y los valores universales.

Esta forma de comunicarse no supone hablar de forma «blandengue» ni tampoco pretende que tengamos la actitud de «poner la otra mejilla». Se trata de que uno mismo se responsabilice de satisfacer de sus propias necesidades teniendo en cuenta y siendo respetuoso con las del otro. Se trata de establecer una relación colaborativa en la que todas las partes cuentan de la misma forma. Me gusta pensar en la CNV como una forma de ser asertivo teniendo en cuenta al otro.

Otro aspecto de la CNV que me gusta es que ayuda a traducir el lenguaje previolento que nos aleja unos de otros y que es tan habitual, a otra manera de hablarnos que nos acerca porque busca lo que tenemos en común, lo cual permite encontrar estrategias y comportamientos respetuosos y satisfactorios para todas las partes. ¿Cómo se consigue esto? Si te parece, en el próximo post te explico brevemente en qué consiste las 4 etapas de la CNV y te pongo un ejemplo para ilustrarlo. Por hoy ya hay suficiente, ¿no crees?

¡Buen Viaje!

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