El título de este artículo puede sonar provocativo. Permitirme que explique que es lo que quiero decir con esto. Hay ocasiones en que, al afrontar la resolución de un problema, observamos que la solución lógica y correcta no funciona y, en el peor de los casos, empeora las cosas. Las soluciones que se basan en relaciones causa efecto que nos han resultado eficaces en otras ocasiones, dejan de ser eficaces. Esto ocurre en los problemas que tienen que ver con lo complejo. Y lo humano es complejo. Pongamos ejemplos que permitan explicar mejor el tipo de problemas a los que me refiero.
Problema 1. Quiero que me quieran.
¿Hay alguien que no quiere que le quieran? Yo creo que es un problema bastante común. Y por la misma razón creo que algunos de nosotros habremos aplicado la_lógica_más_lógica_de_todas_las_lógicas para resolverlo. Si quiero que me quieran más no tengo más que pedirlo y si no funciona exigirlo. Lógico, ¿no? Supongo que alguno de vosotros ya habrá experimentado que, lejos de funcionar, provoca el efecto contrario.
Esto más que un artículo podría llegar a ser un libro pero mi intención un muchísimo más modesta. Lo que pretendo es poner de manifiesto que quizás tenemos formas de pensar diferentes y que, el tomar conciencia de ello, nos podría ayudar a gestionar alguna que otra situación conflictiva.