¿Porqué me cuesta dejarme ayudar? Cuidarse para cuidar

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World War One; soldier looked after by nurses

No sé si a ti te pasa lo mismo que a mi, pero a mi me cuesta dejarme ayudar. Si me cuesta debe haber algo muy valioso en esta actitud. Así que, si quieres que investiguemos juntos esto, te propongo que me acompañes, ¿te apetece?

En este asunto de dejarse ayudar hay un primera cosa que a mi me parece clave: la generosidad. Mi tendencia a etiquetar las cosas y las personas me lleva a clasificar las acciones y las personas como generosas o no generosas. Siguiendo esta «querencia»(como se diría en el mundo taurino) de continuar con las etiquetas, ser generoso está muy bien visto. Finalmente esto me lleva a que ser generoso está bien y no serlo está mal (más etiquetas…) Ahora que ya tengo el mundo bien clasificado entre los generosos y los no generosos, entre la conducta correcta y la incorrecta, todo me resulta mucho más fácil. Al menos aparentemente, porque me temo que las cosas no son tan simples como a mi me gustaría. Me explico.

¿Qué es lo que me pasa cuando hago un gesto generoso? Pues que me siento muy bien (siempre que sea un acto voluntario). La satisfacción que produce un acto generoso es enorme. ¿Podría eso significar que hago actos generosos porque eso me produce placer? Algo de cierto puede haber. Si eso es así, entonces un acto generoso se convierte al mismo tiempo en un acto egoísta porque busca mi satisfacción. ¿Tiene eso sentido?

Aquí es cuando las cosas sencillas y simples del mundo clasificado en categorías y etiquetas se desmonta, porque un acto generoso es, al mismo tiempo, un acto egoísta. Lo puedo complicar un poco más ¿podría ser al revés? es decir, un acto egoísta, ¿podría ser un acto generoso? Yo creo que también. Por ejemplo. Si me dejo ayudar habrá alguien que me ayude. Y si hay alguien que me ayuda entonces, ese alguien es posible que sienta el gozo que yo siento cuando ayudo. Por lo tanto, al dejarme ayudar estoy dando la oportunidad que otra persona disfrute del goce de dar y ayudar. ¿no te parece esto un acto generoso? Otra vez la misma cosa: ante un acto aparentemente egoísta se esconde un acto generoso.

En conclusión, los actos pueden ser generosos y egoístas al mismo tiempo. Concretamente, el dejarse ayudar por otro, es un acto egoísta y generoso.

Vayamos a otro aspecto que también me parece clave en todo esto. Si yo me dejo ayudar, puede ocurrir porque yo lo pida o bien porque otra persona me ofrezca su ayuda. En cualquiera de los dos casos hay algo que subyace en todo esto: para que yo acepte la ayuda debe haber un reconocimiento que la necesito y si yo reconozco eso significa que yo soy vulnerable.

Quizás te preguntes qué pasa con el hecho de reconocer que soy vulnerable. Lo primero que eso no es fácil de hacer delante de los demás, especialmente si no hay confianza con esa persona. Lo segundo es que ese reconocimiento me puede llevar a la idea que ser vulnerable significa ser débil y hay que tener mucho cuidad porque no es lo mismo. Me explico mejor.

Ser vulnerable significa reconocer que como cualquier ser humano, tengo límites. Me encantaría tener súper poderes y ser invulnerable, pero me temo que eso no es así. Reconocerlo me ayuda porque puedo adoptar medidas para protegerme y para tener cuidado de mi mismo: se trata de poner límites. En cambio, actuar pretendiendo que soy invulnerable significa que actúo como si las cosas que ocurren fuera no me afectan y actúo como si no tuviera límites.

Esta actitud me puede funcionar muchas veces sin embargo, a mi modo de ver, es jugar con fuego porque actuar ignorando cuales son mis límites me puede llevar a superarlos. ¿Qué pasa si eso ocurre? Pues que entonces necesito la ayuda urgente de alguien. Así que el súper héroe que todo lo puede necesita la ayuda de alguien que lo rescate. El rescatador rescatado, ¡qué ironía!

En cambio, saber que soy vulnerable significa saber que tengo unos límites y que actúo siendo consciente de ellos. Así puedo ofrecer mi ayuda siempre que eso no supere mi límite, no sea que luego alguien tenga que rescatar también al rescatador… Por lo tanto saber mi vulnerabilidad me ayuda a que mi generosidad sea más sostenible y auténtica, ¿no te parece?

Conclusiones

En el artículo de hoy hemos visto dos distinciones. La primera propone que los actos generosos son también en parte egoístas, y viceversa. La segunda, que explica que recibir ayuda implica un reconocimiento que soy vulnerable y eso me puede ser difícil de aceptar. También hemos visto que vivir de espaldas a esa realidad me impide poner límites a mi generosidad y eso puede significar que el rescatador tenga que ser rescatado, y eso quizás sea un lujo que no me pueda permitir.

Para acabar, quiero traerte algo que me recuerda todo esto que estamos tratando. Las azafatas de vuelo, cuando explican las normas de seguridad a los pasajeros, dicen entre otras cosas, «…colóquense su mascarilla de oxígeno antes de ayudar a los demás a ponerse la suya». Nos recuerdan que no sirve de nada intentar atender a los demás si antes no procuramos por nosotros mismos. Así que, para cuidar de los demás con las máximas garantías, es prudente conocer mis límites y tener cuidado de uno mismo. A veces estar volcados en los demás hace perder esa perspectiva y eso me pone en riesgo a mi y a los demás. En definitiva cuidarse para cuidar es un factor clave para dar un buena atención a los demás.

¡Buen viaje!

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