Estimad@ lector. En este post te propongo que pensemos juntos acerca de las estrategias que utilizamos cuando nos afrontamos a una dificultad, ni importa cuál sea su envergadura, ni de qué tipo sea. En mi opinión, nos movemos en el paradigma de la lucha o la huída. Supongo qué te preguntas que tiene que ver esto con la forma que encaramos las dificultades.
Permítime que te lo explique con un ejemplo. Supón que tengo la siguiente dificultad. Hay una persona en que me trata de una forma desconsiderada y yo creo que a las personas hay que tratarlas con respeto así que no me gusta su manera de proceder. El planteamiento sobre la cuestión es que «debería» tratarme con consideración porque eso es lo «correcto». Así que debe de cambiar de actitud y para conseguirlo se me ocurren sólo dos maneras que están basadas en el ataque o la huida. ¿O quizás haya más?
La estrategia del ataque.
Llamo estrategia del ataque cuando quiero obligar al otro a actuar de una forma diferente a como lo está haciendo. Según mi juicio, hay una forma de actuar correcta y otra incorrecta y como opino que el otro lo hace mal entonces es el otro el que debe cambiar. Si te fijas, es una imposición basada en un juicio sobre lo que es correcto e incorrecto.
Resultados que se obtienen al aplicar la estrategia del ataque.
Supongamos que consigo imponer a los demás una forma de actuar. La primera reflexión es que si yo me impongo significa que el otro pierde. Si el otro pierde lo más probable es que esté resentido conmigo. Es decir, que a la próxima que pueda va a ir contra mi. Como dice el dicho «arrieros somos y en el camino nos encontraremos«.
Este es el mejor de los casos, porque, muchas veces, simplemente no consigo imponer mi manera de entender cómo se deben comportar los demás. El motivo es muy simple: a nadie le gusta que le digamos cómo debe comportarse. O sea, que he perdido mucha energía tratando de imponer algo y, además, no lo he conseguido y me siento frustrado.
Estrategia de la huida.
Vayamos a la segunda forma de reaccionar que es la que llamo la huida. La primera parte del razonamiento se comparte con la estrategia del ataque. Se basa en que yo tengo la razón y el otro está equivocado. La diferencia está en que no pretendo que el otro cambie, ya sea porque ya lo he intentado antes con todas mis fuerzas y de mil maneras diferentes y no lo he conseguido o porque juzgo que no voy a poderlo conseguir.
Ante esto, simplemente me rindo y dejo que continúe ocurriendo porque simplemente no puedo hacer nada para evitarlo. Como mucho, de vez en cuando me quejo de lo mala que es la otra persona y busco la simpatía en otras personas contándoles lo mal que se porta. Al explicarlo busco que me den la razón, porque la tengo, claro. Si son mis amigos me dan la razón y así me quedo tan tranquilito en mi no hacer nada. Jodido pero tranquilo, al menos aparentemente.
Si lo bajamos al ejemplo de antes, sería dejar que esa persona continúe actuando de la manera que lo hace y cada vez que ocurre quejarme amargamente de lo «mala persona» que es. Esta opción tiene la ventaja de consumir mucha menos energía que la del ataque. Busca la supuesta paz que da una retirada aunque a costa de quedarnos en la queja.
La vía de la aceptación.
¿Hay una estrategia diferente a la del ataque y la huida? Yo creo que sí. ¿Te apetece que te la explique?
Lo más importante de este camino es que partimos del mismo lugar que antes: mi deseo de modificar una realidad que no me gusta. La cuestión es encontrar un camino diferente a la lucha o la huida. ¿Cómo podemos encontrarlo? Como decía Einstein, no podemos encontrar la solución a un problema en el mismo nivel que donde se ha creado, así que habrá que buscar en otro sitio.
Si te fijas, las dos estrategias, la huida y el ataque tienen un enfoque común. ¿Te atreves a decirme cual crees que puede ser? Te dejo un rato para que lo pienses. A ver si tu respuesta coincide con la mía o se te ocurre otra cosa…
…..
¿Tienes tu respuesta?
Yo creo que tanto el ataque como la huida miran fuera de mi, es decir, las circunstancias. Por lo tanto, si queremos encontrar una respuesta diferente habrá que buscar en otro nivel diferente (¿Dónde buscas las soluciones a los problemas?) y el lugar diferente es buscar en mi interior y no en el exterior. Supongo que te preguntarás, ¿qué significa mirar en el interior?
Antes de ir a ello analicemos lo siguiente. Fíjate en la siguiente afirmación: en el exterior, las circunstancias, hay algo que es insatisfactorio. Parece una frase inocua pero ten cuidado porque creo que hay una trampa. Lo que hay en el exterior no es ni insatisfactorio ni satisfactorio. Lo que hay en el exterior simplemente son hechos y nada más. Lo que ocurre es que los hechos los puedo juzgar insatisfactorios. Así que lo que hace que sea insatisfactorio un hecho es mi interpretación, o sea, yo. Pasa algo que a mí no me satisface, lo juzgo de esa forma y confundo mi juicio sobre unos hechos con los hechos en sí mismos. Efectivamente están muy unidos pero son cosas diferentes. ( ¿Sabemos diferenciar hechos de juicios / opiniones? )
Esta confusión puede tener consecuencias trascendentales. Todos sabemos que los hechos no se pueden cambiar. Así que, si confundo un juicio sobre un hecho con el hecho en sí mismo entonces es imposible cambiar el juicio y entonces me quedo atrapado en la rabia y el resentimiento. Apliquémoslo al ejemplo de antes.
Si después de tratar de cambiar el comportamiento de la otra persona no lo consigo, y teniendo en cuenta que los hechos, que son su manera de comportarse, son desagradables, entonces no puedo hacer nada para cambiar mi rabia y resentimiento. Así que no hay salida posible y se confirma que en este nivel es imposible encontrar la solución.
Parece que salir de esto es imposible. Así que, para encontrar la solución, hay que cambiar el paradigma, por lo que te propongo que dejemos de mirar hacia el exterior y miremos a nuestro interior y para hacerlo te propongo seguir los siguientes pasos.
Pasos para llegar a la aceptación: la acción pro-activa.
1.- Transformar mi juicio sobre lo que pasa a necesidades y valores que son muy importantes para mí y que no están satisfechos en esta situación. Para entenderlo mejor lo bajo al ejemplo del principio.
Lo que se trata es de transformar mi juicio (la otra persona se comparta de una forma desconsiderada) y busco cuales son los valores y las necesidades no satisfechos en esa situación. Así, los valores insatisfechos son el de la consideración y cuidado del prójimo.
2.- Hacer el duelo. Entiendo el duelo como un proceso en el que doy espacio a la tristeza para honrar una pérdida que considero valiosa. Quizás te suene un poco extraño pero esta etapa me parece que es la clave del proceso. Una vez que he descubierto mis necesidades universales no cubiertas, lo que se trata es de darme cuenta de lo que me pasa cuando no están presentes en mi vida.
Aplicándolo al ejemplo, me doy cuenta que, en el trato con las personas, para mí son muy importantes la consideración y el cuidado del otro. La compasión y la empatía son valores muy, muy importantes en mi vida, así que merece la pena dejar un espacio para sentir la tristeza por esa pérdida tan valiosa. Quiero honrar de la forma que se merece, la pérdida de algo muy valioso para mi. Los hechos no los puedo cambiar, y tampoco quiero renunciar a lo que es valioso en mi vida, así que quiero dejarme sentir la tristeza y hacer el proceso del duelo es el camino.
3.- Plan de acción: la petición. Una vez he hecho el duelo por los hechos ocurridos, y ahora que conozco muy bien cuales son las necesidades y los valores que son trascendentales para mi que han estimulado esos sentimientos, estoy en disposición de crear un futuro más satisfactorio para mi. La forma es hacer peticiones, a mi o a los demás, desde lo que yo necesito y no desde la exigencia que los otros cambien porque se comportan de forma incorrecta. Para ver lo diferentes que pueden ser las respuestas desde la lucha, la huida y la aceptación, te propongo aplicándolo al ejemplo de antes.
La respuestas desde la lucha, la huida y la aceptación.
Ataque
Podría ser algo así como…
¡ Estoy harto, eres un desconsiderado y ya no quiero que me trates de esta forma, así que cambia tu manera de decirme esto ahora mismo !
Ante este ataque lo más probable es que la otra persona se ponga a la defensiva o que contraataque. Supongo que podría responder:
!Pues mira que tú. Ha ido a hablar el maestro de la consideración. Hablarme de este modo sí que es desconsiderado!
…la tenemos bien liada ….
Huida
Me callo y me voy sin decir nada con aspecto de persona muy ofendida. Cuanto más se vea, mejor, a ver si puedo hacerle sentir culpable por esa forma de comportarse… Es una forma de tratar de ganar la batalla con el chantaje emocional.
… uf, tampoco me gusta esta vía.
Aceptación
Podría ser algo así:
Cuando has dicho que esto es indecente he notado rechazo e incluso rabia. Entonces me he sentido dolido porque para mí es muy importante que entre las personas haya comprensión y respeto mutuo y no puedo verlo en esta situación. ¿Cómo recibes esto que te estoy diciendo?
Conclusión
Para acabar me gustaría hacer juntos un rápido recorrido por lo que hemos visto. El punto de partida ha sido estudiar las formas disponibles que tenemos para dar respuesta a nuestras dificultades. Te he planteado cómo nuestra forma habitual de movernos ha sido el ataque y huida. Te he planteado la posibilidad de una tercera forma de responder a nuestros retos que es la vía de la aceptación. Finalmente, a través del ejemplo planteado al principio, he ilustrado cómo podrían ser unas respuestas desde el planteamiento ataque y huida y desde la aceptación.
La aceptación tiene una cierta mala prensa porque se puede confundir con la huida o la rendición. En el ejemplo te he querido mostrar que la aceptación está a las antípodas de la rendición o de la resignación. Es más, la respuesta que podemos dar desde la dualidad ataque y huida es reactiva y por lo tanto falta de libertad y de flexibilidad. En cambio, la que damos desde la aceptación es proactiva, abierta a nuevas posibilidades y por lo tanto llena de libertad. No pone a la defensiva a las personas y nos predispone a encontrar soluciones que funcionen para todos. Nos abrimos a la posibilidad de dejar el mundo de los vencedores y vencidos y entrar en un lugar donde el ganar ganar es posible.
Así que, la próxima vez que te encuentres ante una dificultad, ¿Vas a caer en el viejo paradigma del ataque y huida o prefieres avanzar por el camino no siempre fácil de la aceptación? El primero ya sabes donde te lleva. El otro, creo que intuyes que podría llevarte a un futuro lleno de posibilidades. ¿Te aventuras a probarlo?
¡Buen viaje!
P.D. En un próximo artículo aplicaré todo esto de una forma práctica a través de un ejemplo. !No te lo pierdas !