Aquí tenéis mi regalo de Navidad: un pequeño relato. Espero que lo disfrutéis.
Erase una vez …
… una persona que no quería celebrar la navidad. De hecho la odiaba y por ello la gente no quería estar con él porque decían que era un amargado y ellos querían ser felices. Eso le confirmaba su idea que la Navidad era un tiempo horrible y entendía todavía menos cómo era posible que la gente estuviera tan feliz en Navidad. Así que, durante las fechas navideñas, intentaba relacionarse lo menos posible con las personas.
Precisamente uno de esos días, estando sentado en un banco de un parque que le gustaba frecuentar, una persona se sentó a su lado. No le gustó, porque él quería estar sólo y esa persona estaba rompiendo esa necesidad de distancia que era tan viva en esas fechas. Además esa persona canturreaba algo indescifrable y parecía especialmente feliz, lo cual aún le daba aún más rabia.
Pensó que era uno de esos activistas de las Navidades Felices y decidió poner remedio a eso lo más rápido posible y le dijo:
– ¿No te parece que las Navidades son una época triste y horrible, donde la gente es especialmente pesada cantando villancicos y desparramando felicidad sin ton ni son?
Esa persona dejó de canturrear y se quedó en silencio. Su cara no reflejaba ningún enfado a pesar de su comentario. Simplemente le miró a los ojos de una forma firme y suave. Los facciones estaban relajadas y eso fue algo que lo desconcertó por completo porque estaba acostumbrado a que la gente se apartara de él o simplemente empezara a discutir. Entonces esa persona le dijo:
– Por lo que me preguntas, las Navidades son para ti una época triste y horrible.
– Muy perspicaz – le contestó.
(Aunque estaba menos enfadado, aún deseaba estar solo y quería quitarse de encima a esa persona con ese comentario irónico. Si continuaba contestando de forma impertinente seguro que lo iba a conseguir. Sin embargo, esa persona contestó)
– Me parece que te he dicho una obviedad- respondió el desconocido de forma tranquila
– Sí. No hay que ser muy listo para darse cuenta. – Contestó nuevamente de forma irónica
– Y eso no te ha gustado.
– No. Para nada
-Ya veo… además creo que no te gusta que la gente en estas fechas desparrame felicidad sin ton ni son…
(Aún quería ahuyentarle pero le estaba costando mucho continuar con esa actitud porque esa persona no tenía muchas ganas de discutir. Decidió continuar explicando lo que le pasaba)
-Sí ¡Cantan y son felices sólo porque es Navidad !
-Entiendo que dices que la gente es feliz sólo porque toca estar feliz y me parece que no te gusta, porque para ti es importante ser auténtico y no seguir lo que los otros dicen que has de hacer o sentir.
(Parecía que esa persona le estaba entendiendo. Al menos nunca hasta entonces le había escuchado así…)
-¡Eso! Parece que en Navidad sea obligatorio estar feliz… ¿y si uno no tiene ganas de serlo o simplemente tiene motivos para estar triste?
-… supongo que deben haber motivos, que la gente no sabe, que hacen legítima tu tristeza. Me parece que te molesta que alguien o algo quiera imponerte la forma en que debes sentirte porque valoras mucho tu libertad…
-Sí ….
-… sobretodo cuando es algo tan personal como los sentimientos. Valoras y quieres respetar eso que te pasa, aunque eso no les guste a los demás, ¿no?
-Sí, es eso.
(Su enfado había desparecido porque estaba conectando con aquellos valores que eran fundamentales para él. Esa conexión con lo esencial le estaba llevando a una conexión muy profunda. Las cosas estaban cobrando un sentido que antes no tenían y eso, curiosamente, le estaba calmando. Entonces continuó)
-Para es muy importante respetarme y quiero tener la libertad de sentir lo que sea, aunque eso no le guste a los demás. Al mismo tiempo, pago un alto precio por ello: me aleja de los demás.
-Creo que, además de la libertad y el respeto hacia ti mismo, también valoras mucho la conexión y proximidad hacia los demás.
-Sí…
– … y te encantaría encontrar alguna manera de actuar en la que no tengas que renunciar a todo esto que es tan valioso e importante para ti , ¿verdad?
-Sí… es eso.
(Entonces hizo una profunda respiración. Algo había cambiado en su interior. Había claridad donde antes sólo había lío mental, juicios y rabia. Se dio cuenta que podía tener un profundo respeto hacia lo que sentía y que, al mismo tiempo también podía respetar profundamente la alegría que sentían los otros, aunque él no la compartiera. Podía estar con sus sentimientos sin pensar que los otros le estaban tratando de imponer cómo debía sentirse. De hecho, eso era imposible porque sólo él era el dueño de su alma. Unas lágrimas brotaron en sus ojos… Entonces miró a esa persona que «sólo» le había escuchado de una forma tan profunda.. )
-Gracias por escucharme así, porque has hecho posible que yo mismo me pueda escuchar. Gracias por regalarme empatía. Te deseo que pases unas Navidades felices….¡ o no ! –
(Le guiño un ojo para compartir la complicidad de ese comentario y de despidió de él. El parque, la calle y las personas con las que se cruzaba, ahora le parecían diferentes. Incluso la Navidad le parecía que había cambiado…)
-Desde luego, es cierto aquello que dice que «el mundo cambio cuando uno cambia«
Fin
P.D. Te deseo unas navidades llenas de empatía.