El origen de los conflictos: ¿sabes la diferencia entre necesidad y estrategia?

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Peter van der Sluijs.
Peter van der Sluijs.

En algunos artículos ya hemos visto que lo que nos mueve a hacer las cosas son las necesidades y valores universales. También hemos visto que las necesidades son todo aquello que es esencial en nuestras vidas. Así hay necesidades vitales cómo son el respirar, comer, beber, dormir, evacuar; también existen las necesidades de seguridad tanto material como afectiva; finalmente también se incluyen las necesidades de desarrollo del ser humano como son las contribución a la vida, la de dar sentido, etcétera.

También hemos visto juntos en otros artículos que todo lo que hacemos es un intento más o menos exitoso o más o menos «ecológico» para ir al encuentro de una o varias necesidades que están vivas en ese momento.

Quizás te puedas estar preguntando por qué estoy otra vez repitiendo todo esto. La cuestión es que muchas veces confundimos una necesidad con la estrategia que son las acciones que llevamos a cabo para satisfacer esa necesidad y eso tiene una consecuencia que puede llegar a tener mucho impacto. ¿Quieres saber porqué?

Las necesidades y su importancia

Antes de entrar en el tema me gustaría destacar que las necesidades son comunes a todos los seres humanos, no importa de qué cultura, país o raza sean. Con esto quiero decir que el catálogo de necesidades (Listado de necesidades) es compartido con todas las personas. Lo que ocurre es que una misma persona en momentos diferentes, puede tener necesidades diferentes.

También varias personas, en el mismo momento, pueden tener necesidades diferentes. Como ya hemos visto, las necesidades son esenciales para la vida, así que indagar sobre las necesidades supone crear un lugar donde todos los seres humanos podemos comprendernos más allá de cualquier pensamiento, juicio, raza o religión.

No hay hombre o mujer que pueda dejar de respirar o de beber, de relacionarse, de recibir comprensión en sus alegrías y en sus tristezas, o de gozar de su libertad de elección.

Anne Bourrit (Suiza)

Mucho más allá de las ideas de lo que está mal y de lo que está bien, hay un lugar. Te conoceré allí.

Rumi

Hecha esta introducción, vayamos al tema central del artículo.

La confusión entre necesidad y estrategia: el origen de los conflictos

Una necesidad siempre se expresa en términos positivos y no incluye a otra persona, ni un lugar, ni un objeto, tiempo ni ninguna acción concreta. (al final del artículo te propongo algún ejercicio para aprender a diferenciarlas). Ahora bien, ¿qué ocurre cuando confundimos una necesidad con una estrategia? Pues que surge el conflicto. Voy a tratar de explicarlo con un ejemplo.

Supón que estoy en casa y tengo frío. Imagínate que para dejar de tener frío y estar cómodo (eso es la necesidad) se me ocurre subir el termostato de la calefacción (eso es la estrategia). Resulta que en casa hay otra persona que cuando yo subo el termostato se enfada y me dice que no quiere que lo toque.

La cuestión es que si yo confundo estrategia con necesidad no puedo renunciar de ninguna manera a subir el termostato de la calefacción porque pienso que es la única manera de estar cómodo. Así que trataré de imponer mi estrategia (tocar el termostato) porque lo contrario significaría renunciar a mi confort. La otra persona es probable que esté en la misma situación por lo que el conflicto está servido y es irresoluble.

Los conflictos desaparecen a nivel de necesidades. Tres pasos para gestionar los conflictos.

Ahora que hemos visto que confundir necesidad con estrategia no ayuda en nada a gestionar un conflicto te propongo que sigamos con el ejemplo de antes para ver cual sería la diferencia si planteo la situación separando necesidades y estrategias. Para hacerlo más fácil te propongo 3 pasos.

El primer paso: lo que yo necesito.

Cuando quiero subir el termostato creo que mi necesidad es la comodidad. Efectivamente, si subo el termostato subirá la temperatura y cuando suba la temperatura ya no sentiré frío. Si no siento frío entonces estoy cómodo. Ahora sí que he llegado a mi necesidad: el confort.

El segundo paso: lo que la otra parte necesita.

La otra persona me dice que no quiere que suba el termostato. ¿A qué necesidad está diciendo que sí cuando me dice que no? Si no quiere tocar el termostato significa que hay algo valioso en ese «no tocar». Quizás también sea confort porque ya está cómodo y subiendo la calefacción pierda esa comodidad. Aunque podrían ser otras muchas cosas. La mejor manera de asegurarme es preguntando.

 – Supongo que no quieres que suba el termostato porque tu ya estas cómoda. ¿Es esto?

– ¿Sabes lo que subió la factura de la calefacción el trimestre pasado?

– Creo que estás preocupada por el gasto de la calefacción.

– Sí, es eso.

– A parte de la cuestión del gasto, ¿estás bien con la temperatura de la casa?

– La verdad es que no. De hecho tenía frío y me he puesto un jersey aunque sigo teniendo frío en los pies.

– Ya veo, o sea que tienes frío y prefieres abrigarte a subir el termostato para ahorrar dinero en la factura de la calefacción, ¿es así?

– Sí, es eso

El tercer paso: Buscar estrategias que funcionen para ambos.

Ahora que ya soy consciente de mis necesidades y las necesidades de la otra parte es posible abrir un espacio para tratar de trabajar de forma colaborativa y encontrar estrategias que puedan funcionar para ambos.

Primero voy a recordar cuales son mis necesidades: básicamente lo que necesito es confort. Ahora las de la otra persona. Después de investigar me he dado cuenta que, aparte del confort, también está preocupada por la economía de casa. El dinero no es estrictamente una necesidad aunque hay que tener en cuenta que es una estrategia que permite satisfacer muchas necesidades a la vez. En todo caso la economía de casa también es una preocupación para mi. Así que si lo pienso en términos de necesidades veo que coincidimos. Por otra parte creo que no es saludable que la casa esté a 18 grados así que le voy a hacer la siguiente propuesta.

 -Mira. Creo que estás preocupada por lo que podemos gastar en calefacción. Y también veo que no estás muy cómoda con la temperatura de la casa. ¿Es así?

– Sí

-Bien. Yo tampoco estoy cómodo y también me importa la economía de casa. Así que te propongo lo siguiente. Nos ponemos juntos en el sofá y nos tapamos con una manta. Además creo que si subimos hasta los 20 grados el termostato tendremos el resto de la casa a una temperatura confortable y no creo que eso suponga mucho gasto en la calefacción. En todo caso, lo que gastemos de más en calefacción lo podemos sacar de alguna cosa que no sea tan prioritaria como nuestro confort mientras estamos en casa. ¿Qué te parece?

-Creo que es una buena idea. ¿Quien trae la manta?

Alguna práctica para aprender a diferenciar necesidades de estrategias.

Ahora que has visto el impacto que puede tener no diferenciar estrategia de necesidad te propongo lo siguiente. A continuación te pongo unas frases y tu me dices si son necesidades puras o en realidad son estrategias disfrazadas de necesidad. En este segundo caso reescribe la frase mencionando la necesidad que se esconde en esa estrategia. ¿Estás a punto?

1.- Necesito que él me entienda.

2.- Necesito más tiempo para acabar el trabajo.

3.- Necesito claridad.

4.- Necesito que me des un abrazo.

Respuestas:

1.- Si has dicho que es una necesidad no estamos de acuerdo. Fíjate que la frase implica a otra persona por lo que eso no es una necesidad pura. Para tratar de saber la necesidad a mi me funciona muy bien hacer la siguiente pregunta. En caso que él te entienda, ¿a ti que te pasa?. Podría contestar que se siente bien porque se siente escuchado (por cierto, eso no es un sentimiento, pero ya hablaremos de eso otro día). Es decir, que se siente bien cuando puede notar que otra persona entiende lo que expresa, lo cual podría implicar que hay necesidades de conexión, compañía, comprensión y empatía. Todo esto sí que son necesidades puras y para satisfacer esas necesidades puede haber multitud de estrategias aparte de que «él me entienda».

2.- Si has contestado que es una necesidad tampoco estamos de acuerdo porque implica tiempo. De nuevo, si me dan más tiempo lo que conseguiré es completar el trabajo, lo cual implica una necesidad de eficacia. También podría ser que si tengo más tiempo lo podré hacer con un nivel de calidad que a mi me gusta, por lo que ahí podría haber una necesidad de tranquilidad o de satisfacción personal. Eso sí que son necesidades. Así que depende que necesidad sea la que está más viva se pueden plantear estrategias muy diferentes.

3.- Si has dicho que es una necesidad entonces sí que estamos de acuerdo.

4.- Esto tampoco es una necesidad sino una manera de satisfacer la necesidad afecto o amor. Pueden haber muchas maneras diferentes de satisfacer esa necesidad que pueden variar mucho entre las personas y el momento, ¿verdad?

Conclusiones

En este artículo hemos visto el impacto que puede tener el no saber la diferencia entre estrategia y necesidad. También hemos visto con un ejemplo que el hacer esta distinción puede ayudarnos a gestionar conflictos.

Finalmente decirte que en una situación conflictiva lo primero de todo es saber es cuales son mis necesidades. Una vez identificadas la tendencia natural es que me ponga a pedir lo que necesito pero la clave es saber contenerse y, antes de entrar en acción, es preferible indagar para conocer de primera mano cuales son las necesidades de la otra persona. Lo digo porque es muy probable que la otra persona también confunda estrategia y necesidad y esté aferrado a su estrategia. Así que se trata de comprender antes, para luego ser comprendido. Si se cambia el orden, no funciona. Ya sé que eso no es fácil pero, ¿quieres tener la razón o ser feliz?

¡Buen viaje!

 

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