¿Estás viviendo un conflicto? Por favor, cuídate

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Hasta la fecha, cuando me he decidido a escribir algo en mi blog, lo he hecho a partir de lo que está vivo en mi en el momento de escribir y en las últimas semanas, el conflicto político entre Catalunya y España me está moviendo muuuuchas emociones. Tanto que muchas veces me veo sobrepasado. Así que lo que quiero compartir contigo en este artículo es cómo estoy viviendo el contínuo impacto de informaciones que me llegan a través de las redes sociales y cómo he decidido gestionarlo. Si estás inmerso en algún conflicto, quizás encuentres alguna cosa podría serte de utilidad, o por lo menos, podría satisfacer tu necesidad de curiosidad. ¿Te apetece seguir leyendo?

Lo primero que quisiera compartir contigo es que cuando leo en la prensa y en la redes sociales según qué cosas en referencia al conflicto entre España y Catalunya siento un fuerte impulso de responder, e incluso, de contraatacar. Sin embargo, casi nunca lo hago y te preguntarás, ¿porqué no hacerlo si tanto me mueve?

La primera cosa es por una necesidad de protegerme. La segunda es que el hecho de no responder inmediatamente me permite hacerme la siguiente pregunta, ¿qué es lo que me está pasando ahora mismo que me impulsa a contraatacar o simplemente «informar» para querer convencer al otro que está «equivocado»? ¿Qué necesidad, valor universal o anhelo personal hay tras ese impulso tan fuerte? Y luego lo más importante: si contesto a esa persona de la forma que estoy queriendo hacer ¿voy a conseguir satisfacer ese anhelo, necesidad o valor universal?

La mayor parte de la veces cuando trato de responder impulsivamente es porque siento mucha rabia y frustración porque tengo una gran anhelo de comprensión y de ser visto como legítimo otro. Por eso me duele tanto, porque no encuentro comprensión, ni empatía, ni respeto a ser un legítimo otro. Entonces pienso, «si contestas a esta persona, ¿encontrarás la comprensión y empatía que tanto estás necesitando? «

Y me doy cuenta con una profundísima tristeza que es imposible que yo encuentre escucha y comprensión rebatiendo o tratando de convencer a la otra persona. Y no la voy a encontrar porque la persona que está escribiendo eso, o lo hace desde el desconocimiento o bien desde un profundo dolor o rabia por la situación que está viviendo (seguramente tan profunda como la mía). Si es así, lo más probable es que también esté necesitando mucha escucha y comprensión. Qué tragedia, ¿no? Estamos atrapados queriendo entrar en el cruce de la expresión y comprensión y lo que conseguimos es quedar atascados en la incomprensión y desconexión mutua. Las emociones son tan intensas que ninguna de las partes podemos ceder el paso para que la otra parte se exprese desde lo que son sus anhelos y valores y no tanto desde sus estrategias concretas para conseguirlos.

Así, las redes sociales, los debates televisivos, se convierten en un auténtico diálogo de sordos. O bien en un diálogo de personas que buscan la simpatía / adhesión de sus opiniones respectivas, tratando de convencer al otro pero sin el deseo de llegar a la comprensión profunda de las necesidades y valores universales que hay las opiniones propias y en la de los demás.

Si mi deseo profundo es ser escuchado, y lo que lo haría mucho más fácil es que escuchara primero a la otra parte hasta que hubiera podido decir todo lo que tenía que decir, hasta que yo hubiera escuchado los valores universales que hay tras sus propuestas e ideas. Sólo entonces estaría abierto a escucharme de la misma forma.

Entonces me surge la pregunta. ¿Yo he recibido suficiente escucha y comprensión para que pueda ofrecerla a los demás de forma honesta? (uff! cuanta escucha y comprensión estamos necesitando las dos partes en este conflicto y no estamos recibiendo…) Y en caso que la respuesta sea afirmativa, ¿cuanta escucha deberé ofrecer yo para que la otra parte esté disponible para escucharme a mi? ¿Estoy dispuesto a hacerlo? ¿Y eso va a ser posible a través de las redes sociales? Por eso he decido no responder a los comentarios que aparecen en las redes sociales.

Y ahora viene el segundo descubrimiento que quería compartir contigo. En vez de atacar o contra atacar me estoy dando cuenta que me resulta mucho más rico dedicar esa energía a cuidarme. ¿Cómo? Pues prefiero preguntarme ¿qué anhelo o valor universal me define como persona y que está en el fondo de esta emoción que estoy sintiendo al leer o escuchar esto?

Me está costando un montón, porque el primer impulso es atacar o huir, pero cuando lo consigo y me doy cuenta de cuales son los valores esenciales que me definen como persona y que están vivos en el momento que leo los comentarios en la redes, sólo cuando conecto con eso, la rabia se transforma en algo muy diferente. Muchas veces se convierte en tristeza, pero es una tristeza dulce, porque me conecta con mis valores personales y mi esencia como persona.

Pienso cosas como por ejemplo “ah claro, siento y pienso todo esto porque para mí son esenciales la libertad, el cuidado por la diferencia, la comprensión y la empatía,….” Al hacer este proceso de auto reconocimiento y de auto cuidado, el mundo continúa siendo el mismo, pero la forma en la que yo lo vivo sí que cambia: tengo más tranquilidad, más compasión hacia mi y me abro a la posibilidad de entender los valores que podrían haber tras esos comentarios que tanto me molestaban. El mundo en el que vivo se me hace mucho más habitable y eso ya hace una gran diferencia, ¿no te parece?

Finalmente, expresarte un deseo. ¿No te gustaría que pudiéramos crear espacios donde podamos encontrar esa escucha y empatía? y una vez que estuviéramos plenos de escucha y empatía, ya podríamos sentarnos y escucharnos profundamente, aceptando con tranquilidad la diferencia, viviendo como legítima la postura del otro, aunque no estemos de acuerdo, simplemente porque en cualquier postura subyacen valores y necesidades humanas con las que sí puedo conectar. Sólo entonces, podremos encontrar soluciones que funcionen para todos

¡Buen viaje!

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