¿Podemos gestionar el estrés?

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Podemos definir el estrés (stress) como un fenómeno que se presenta cuando las demandas de la vida se perciben demasiado difíciles. La persona se siente ansiosa y tensa y se percibe mayor rapidez en los latidos del corazón. El estrés es lo que uno nota cuando reacciona a la presión, sea del mundo exterior sea del interior de uno mismo. El estrés es una reacción normal de la vida de las personas de cualquier edad. Está producido por el instinto del organismo de protegerse de las presiones físicas o emocionales o, en situaciones extremas, de peligro.

En determinadas condiciones, los cambios provocados por el estrés en nuestro cuerpo (aumento de la presión sanguínea, ritmo cardíaco elevado,…) resultan muy convenientes, pues nos preparan de manera instantánea para responder oportunamente y poner nuestra vida a salvo. Muchas personas en medio de situaciones de peligro desarrollan fuerza insospechada, saltan grandes obstáculos o realizan maniobras prodigiosas.

¿Cuál es entonces el problema? Lo que en situaciones apropiadas puede salvarnos la vida, se convierte en un problema cuando nuestro cuerpo interpreta como algo “peligroso” situaciones que no ponen en peligro nuestra integridad y que ocurren con frecuencia en nuestro día a día. Ello provoca que nuestro cuerpo esté en permanente alerta lo cual tiene consecuencias negativas en nuestra salud: elevación de la presión sanguínea (hipertensión arterial), gastritis y úlceras en el estómago y el intestino, disminución de la función renal, problemas del sueño, agotamiento, alteraciones del apetito,…

La sociedad moderna nos ha llevado a vivir en ambientes que facilitan que las personas sufran estrés. ¿Cómo podríamos reducirlo? Veamos algunas posibles estrategias.

             Estrategias para disminuir el estrés

Lo que primero tenemos que hacer es darnos cuenta que estamos estresados. ¿Cuáles son las señales en el cuerpo que lo indican? Es una cuestión que parece muy sencilla pero darse cuenta es el primer paso para intentar cambiar lo que nos está ocurriendo. Muchas veces las personas están tan acostumbradas a vivir en permanente estrés que les cuesta reconocerlo en su cuerpo. Y si la persona no se da cuenta, la situación de estrés se perpetúa hasta que el cuerpo acaba por avisar provocando algo como un dolor del tipo que sea, lo que le obliga a la persona a parar su actividad y así romper con la dinámica tensión contínua. Es bueno aprender a leer lo que nuestro cuerpo nos está tratando de decir y no esperar a que tome medidas más drásticas como enviarnos una enfermedad para que le hagamos caso….

Para gestionar el estrés lo primero es tomar una actitud responsable hacia lo que sentimos. Me explico. Supongamos que estás viviendo una situación estresante. ¿Alguna otra vez habías vivido una situación similar y no la habías sentido con tanta intensidad? Si es así, podríamos decir que la situación es algo que ayuda a que te estreses pero no es su causa, porque si lo fuera, ante la misma situación reaccionarías siempre igual. Hay alguna cosa que hace que vivas de diferente modo el mismo hecho y ese “elemento” quizás seas tú, ¿no? Puede que sea la interpretación que hayas hecho de la situación la que haya provocado esa sensación. Si es así, tú no eres un simple espectador, sino que juegas un papel en todo ello, tienes una parte de responsabilidad en lo que sientes, a pesar de las circunstancias. A primera vista puede parecer que esto sea una mala noticia, sin embargo el hecho que tú seas parte del problema te permite ser parte de la solución. ¿De qué sirve culpabilizar a los otros o a las circunstancias de lo que tú estás sintiendo? ¿Te es útil?  Puede parecer muy razonable pero lo que es seguro es que te sirve de muy poco, pues no te deja ningún margen de acción.

Muy bien, supongamos que ya hemos decidido que queremos tener un papel activo respecto a lo que sentimos. ¿Qué herramientas tenemos a nuestro alcance para poder intervenir sobre lo que estamos sintiendo?

Pues resulta que hay una que es muy poderosa, está siempre a nuestro alcance y cuesta 0 € !!! La respiración. Cuando estés atrapado en una situación estresante y hayas decidido que no quieres estarlo, para un momento, haz cuatro respiraciones profundas manteniendo el aire unos segundos en los pulmones y luego expúlsalo lentamente, sintiendo la temperatura del aire saliendo por la nariz. Cuatro veces, o más si quieres.  Decide probarlo a la primera ocasión que se te presente. Te aseguro que es muy difícil estar estresado después de hacer este simple ejercicio. La clave está en, primero, darse cuenta, segundo, decidir que no se quiere tener esa sensación, y tercero, realizar las respiraciones profundas. Verás lo potente y sencillo que es, ¿qué más podemos pedir?

También es cierto que un aspecto que tiene influencia sobre nuestra manera de reaccionar ante situaciones estresantes es nuestra fatiga. Si estamos cansados caeremos con más facilidad en la trampa del estrés. Por lo tanto es fundamental encontrar momentos durante el día para poder relajarnos y descargar nuestra tensión acumulada. ¿Qué es lo que te relaja? Si te gusta caminar busca algún momento durante el día para hacerlo. Y dedícate a ello con toda tu atención. Siente como la presión de tus pies sobre el terreno. Tu respiración, el aire sobre tus mejillas…. Hay que ser un poco egoísta y buscar estos pequeños momentos para ti. Este descanso es bueno para ti y para los que te rodean porque tú responderás más relajadamente y transmitirás calma a los demás.  El deporte también puede ser una buena manera de liberar tensión. Es bueno saber encontrar válvulas de escape.

Otro truco que puede ser útil es observar la situación estresante des de fuera, como si fueras una tercera persona que ve la situación como un espectador de lo que pasa. Quizás desde ahí puedas ver las cosas de un modo diferente y te puedas convertir en consejero de ti mismo. O también puedes tratar de imaginar cómo será la situación de aquí a unas semanas, cuando ya ha pasado. ¿Ha valido la pena sufrir lo que has sufrido?

Finalmente, una actividad que definitivamente ayuda a mejorar la resistencia de las personas al estrés es la práctica habitual de la meditación. Sus beneficios son tan interesantes que le dedicaré un artículo más adelante.

Otro aspecto a considerar es si todo el estrés que sentimos es malo. Quizás tener una cierta sensación de excitación nos ayuda a estar más alerta ante una situación que pueda ser importante para nosotros. Si esta sensación no nos bloquea, ya está bien ¿no?

Y para saber si algo de esto nos puede ser útil lo único que podemos hacer es probar de poner en práctica alguna de estas estrategias. Ver cual nos es más fácil y cual menos y sobretodo practicar. En todo proceso de aprendizaje las cosas no salen a la primera. ¿Queremos ser dueños de lo que sentimos o queremos ser entes que sólo reaccionan a merced de estímulos externos? Si tú crees que es algo que merece la pena conseguir, haz cosas, prueba, experimenta. Ponte retos pequeños al principio y luego ves avanzando. Siempre adelante, para ser más felices y hacer la vida más feliz a la gente que nos rodea. Como decía un personaje de una serie de TV “los pequeños cambios son poderosos”.

Y puede ocurrir que a partir de ahora no huyas de las situaciones estresantes, pues quizás sean  oportunidades para  poner a prueba estas estrategias y, por lo tanto, una ocasión de aprendizaje. Había un sabio que decía que “no hay que huir de las dificultades sino buscarlas ya que son nuestros grandes maestros….”

Para poner algo de humor

Ánimo, sed felices y repartid felicidad. Está en vuestras manos.

Buen viaje

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