¿Qué hace que una conversación funcione?

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Una conversación que funciona es como una pareja que baila de forma armoniosa. En el baile, uno hace un movimiento que es escuchado por su pareja y, gracias a eso hay una respuesta que, a su vez es escuchada por el otro. Así es como surgen los pasos y movimientos de una forma fluida y armoniosa. Para bailar hay que estar muy atento al otro, sino la magia se rompe y el baile también. Sin escuchar el movimiento del otro es imposible que se produzca un baile armonioso.

Por eso digo que las buenas conversaciones son como un buen baile. En una buena conversación hay uno que habla y la respuesta del otro surge de una escucha auténtica y profunda. Esa respuesta es escuchada de forma profunda y desde ese lugar surge otra respuesta, o un silencio, que también es escuchado. ¿Puedes ver la armonía de una buena conversación? Cuando hay una buena conversación los interlocutores se sienten a gusto porque el baile fluye de una forma natural y armoniosa: hay escucha y enriquecimiento mutuo.

Sin embargo hay veces que las conversaciones no funcionan de esta forma, y yo me pregunto, ¿qué es lo que hace que la magia se rompa? Yo creo que eso pasa cuando deja de haber escucha profunda. Cuando falta este ingrediente el diálogo fluido que surge y se enriquece con las aportaciones de cada parte degenera y se convierte a un intercambio de monólogos. Cada parte dice lo suyo, pero no hay una verdadera interacción ni enriquecimiento porque lo que se dice no surge de la escucha sino de una necesidad de «decir lo mío«.

Volviendo a la imagen del baile, es como si cada bailarín se pusiera a bailar con un estilo totalmente diferente al del otro. ¿Te imaginas una pareja en el que uno baila salsa y el otro un vals? Pues esto es lo que ocurre cuando en los diálogos deja de haber escucha. Entonces la experiencia agradable de fluir se convierte en desasosiego, en impaciencia e incluso aparece la ira.

Si estás de acuerdo en lo que acabamos de ver juntos, recuperar el diálogo sería tan simple como recuperar la escucha. Simple, sí, porque sólo es esto, pero en absoluto fácil, porque cuando lo que rompe la escucha son las emociones que sienten los interlocutores y eso no es fácil de gestionar. Sino, recuerda alguna conversación en la que no haya habido escucha. ¿Qué pasaba con las emociones de los interlocutores? … Es muy probable que la intensidad emocional fuera muy alta, ¿verdad que sí?

Cuando discutimos con alguien de forma acalorada cada uno habla pero no recibe ni escucha ni comprensión de la otra parte. Entonces lo que hace es insistir en su expresión, y lo que consigue es más de lo mismo, es decir falta de escucha y comprensión. El círculo vicioso va creciendo y la sensación de desesperación va en aumento junto con la falta de escucha mutua.

Es como si cada parte estuviera diciendo: «Para y escúchame a mi primero, que tengo cosas muy importantes a decirte y necesito urgentemente que tú me escuches y me comprendas». Sin embargo en vez de recibir escucha y comprensión sólo hay un busto parlante que explica su propia historia. Lógico porque curiosamente, la otra parte está exactamente igual, es decir, está necesitando desesperadamente ser escuchada.

Esta situación me recuerda la imagen de un cruce de carreteras en las que hay unos coches quieren pasar pero no pueden, porque los que vienen en la otra dirección también tienen prisa por pasar. El resultado es que, como nadie cede el paso al otro, el cruze se colapsa y todos se paran. Al verlo uno podría pensar, que una solución fácil sería que se fueran turnando para dejarse pasar. El atasco se disolvería y todos circularían.

Así que los diálogos se encallan porque las dos partes están necesitando ser escuchadas desesperadamente. Pero la necesidad de escucha es tan urgente en ambas partes que no son capaces de «ordenar el tráfico» y se atascan en el cruce de las peticiones pendientes de ser atendidas.

Viendo todo esto creo que el primer paso para solucionar el atasco es darse cuenta que estamos en él. Porque, vamos a ver, si tu estás en una situación en la que ves y reconoces que las dos partes estáis necesitando una cosa que el otro puede darle ¿no crees tú que se te ocurriría alguna manera de poneros de acuerdo?

Si yo me doy cuenta que necesito que tú me escuches, e igualmente, tu también te das cuenta que necesitas que yo te escuche, en lo único que podemos encontrar alguna dificultad es en ponernos de acuerdo sobre quien de los dos va a ser el primero en hablar, ¿no? Pero si al final nos comprometemos que vamos a escucharnos, ni siquiera eso parece un asunto insalvable.

Basándome en esto, yo te podría explicar una forma para desatascar una conversación que no funciona. Lo que pasa, es que, si te lo cuento ahora, quedará un post demasiado largo, así que mejor lo dejamos para la semana que viene, ¿te parece?

! Buen viaje !

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