Hace un tiempo vi un programa por televisión en el que hablaban personas con enfermedades neurodegenerativas, que tenía por objeto recaudar fondos para la investigación de esta clase de enfermedades. Hubieron muchos testimonios que me conmovieron. Sin embargo hubo una persona que dijo algo que me llamó mucho la atención. Dijo algo parecido a lo siguiente:
«Yo para tirar adelante con mi enfermedad seguí el consejo de una persona que me dijo: No luches contra la enfermedad. Vive con ella y hazte su amigo.»
¿Cómo es posible que el mejor consejo que puedes seguir es que te hagas amigo de algo que te está matando? Es parecido a aquello de «Ama a tu enemigo«. Lo siento, pero me resultaba muy difícil de entender. Sin embargo hay personas que eso de «amar a su enemigo» les ha ido bastante bien. Me vienen a la memoria los ejempos de Nelson Mandela, Martin Luther King, Gandhi… y seguro que también de muchas otras personas que no conozco que han seguido el mismo camino. ¿Porqué puede ser esa una buena manera de lidiar con tu enemigo? Si me acompañas hoy voy a tratar de darte mi visión y te explicaré qué es lo que tiene que ver el Guerrero Pacífico.
Vamos a ver, lo primero de todo es entender qué es lo que yo llamo enemigo. Lo llamo así porque es algo o alguien que me hace daño o alguien que juzgo que va en mi contra. Entonces aniquilar al enemigo me puede parecer una respuesta lógica porque de esta forma elimino la causa de mi dolor. Efectivamente aniquilar al enemigo tiene la intención de cuidar y de protegerme. Eso me gusta. Entonces, ¿cual es el inconveniente? A mi modo de ver el problema es que para protegerme y cuidarme lo que estoy haciendo es causar daño, que es precisamente por lo que yo estoy actuando.
Si la única manera de defenderme es usando la fuerza entonces creo que estaríamos haciendo un uso legítimo de la fuerza. Ahora bien, ¿y si hubiera alguna posibilidad de protegerme sin que fuera necesario eliminar o causar daño a mi enemigo? A mi me parecería fantástico porque eso sería coherente con algo que yo considero muy importante y valioso: el cuidado y respeto hacia a mi y hacia los otros. Me encantaría encontrar una forma de cuidarme y que no fuera necesario eliminar a nada y a nadie. ¿Se te ocurre alguna manera de conseguirlo? …
Yo tengo una idea. Para mi, una manera que se me ocurre de conseguir esto es hacer que mi enemigo se convierta en mi amigo. Esta es una solución sería completa porque en ese caso dejaría atacarme y al mismo tiempo no tendría que eliminarlo. Problema solucionado.
Vale, supongo que estarás pensando que me he pasado de listo, porque ¿cómo se hace esto? Parece algo imposible porque eso supone que yo tenga el poder de cambiar el comportamiento de los demás y eso nunca está en mí mano. En este sentido estoy de acuerdo contigo. Sin embargo sí que hay algo que está en mi poder: cambiar mi forma con la que me relaciono con mi enemigo. Y eso, ¿porqué puede ser útil?
Quizás sea el momento de mirar el ejemplo de Mandela. Cuando llegó al poder, no se movió por el impulso de aniquilar a sus enemigos, a pesar de tener muy buenos motivos para hacerlo, sino que intentó encontrar las cosas que unían a las dos comunidades en conflicto. Su forma de actuar no buscaba la confrontación sino el entendimiento y eso hizo que, poco a poco, muchas de las personas que le consideraban su enemigo dejaron de verlo de esa forma. Cambió su forma de relacionarse con el que se suponía que era su enemigo, y eso tuvo un efecto secundario: muchas de las personas que le consideraban su enemigo, dejaron de hacerlo. E incluso, con el tiempo, alguno de sus enemigos se convirtieron en sus amigos. (Te recomiendo que veas la película Invictus)
¿Te das cuenta que al cambiar su forma de actuar produjo cambios profundos en la forma de actuar de los que le veían como su enemigo? ¿Puedes ver, como veo yo, que la victoria sobre sus enemigos no fue aniquilándolos, sino que consiguió algo mucho más difícil: que ellos cambiaran? ¿Puedes ver cómo eso fue posible gracias a que él cambió su forma de relacionarse?
Quizás ahora puedo empezar a entender a la persona enferma de esclerosis que recibió y siguió aquel consejo de «hazte amigo de tu enfermedad«. Estoy seguro que eso no sirvió para que su enfermedad desapareciera. Ahora bien, ¿sería posible que desde que se ha hecho amigo de su enfermedad lleve una vida mucho más pacífica y que eso le haya ayudado a que su estado de salud sea mejor? Si no es esto, algo bueno habrá conseguido al aceptar y seguir semejante consejo…
Para finalizar, me gustaría decirte que creo que debe haber muchas formas de luchar contra lo que consideramos nuestros enemigos. Sin embargo ahora veo cual puede ser el camino para conseguir una victoria total, una victoria en la que no hay vencedores ni vencidos. Ahora creo que sé cual puede ser la forma de luchar y vencer de un Guerrero Pacífico.
¡Buen viaje!