Me parece que tú ya conoces la fábula de la cigarra y la hormiga y creo que también sabes que todas las fábulas acaban con una moraleja. En el caso de esta fábula el mensaje es que el trabajo incesante de la hormiga se ve recompensado con la supervivencia, mientras que la despreocupación de la cigarra la paga con su vida. Es pues una invitación al trabajo duro y al valor del esfuerzo. Sin embargo la amenaza es la fuerza motora de ese comportamiento y eso a mi eso no me gusta.
Por otra parte, lo que me gusta de la cigarra es esa actitud de saber vivir y disfrutar de los momentos que te proporciona la vida, no como la hormiga que parece que sólo sepa vivir para trabajar. Así que después de leer la fábula de la cigarra y la hormiga lo que me queda es una cierta sensación de conflicto. No me gusta tener que elegir entre ser o cigarra o hormiga. ¿No me podría quedar con lo mejor de los dos? Esta inquietud que te planteo no es nueva y de hecho es compartida con más gente. De hecho, esto me recuerda un chiste sobre consultores de alto nivel.
Cuenta que una cigarra, al conocer la fábula de la cigarra y la hormiga también entró en crisis. No podía dejar de ser una cigarra, por lo tanto necesitaba cantar en verano, pero no deseaba para nada morir, así que decidió contratar a un consultor de alto nivel para que le diera una solución a su dilema.
– ¿Hay alguna solución a este problema? Le preguntó al consultor.
– Por supuesto.
Y después de abonarle la tarifa de consultor de alto nivel le dijo lo siguiente:
– Lo que debes hacer es lo siguiente. Durante el verano te dedicas a cantar y cuando llegue el invierno, te disfrazas de hormiga y te metes en el hormiguero para pasar el invierno.
– ¡Qué gran idea!, dijo la cigarra.
Pero después de pensar un rato, le contestó.
– ¿Y cómo me disfrazo de hormiga? – Eso se lo tendrás que preguntar a un consultor de bajo nivel. Yo sólo me ocupo de las grandes ideas.
….
Yo no soy un consultor de alto nivel aunque tengo una propuesta para ti que une el mundo de la cigarra con el de la hormiga y además, !te lo cuento gratis! ¿Te apetece que te lo explique? Pues mira, para mi la apuesta de la hormiga es la que hacemos cuando nos fijamos objetivos y trabajamos duro para conseguirlos. En cambio, la actitud de la cigarra es la que escogemos cuando decidimos vivir el momento y simplemente abandonarnos al goce de los placeres que nos proporciona la vida sin más. (Hedonismo). Estos son los dos mundos aparentemente irreconciliables, ¿no?
Pues no necesariamente. Pienso que podemos hacer todo aquello que implica fijarse objetivos. Es decir, pensar en lo que realmente queremos, en el impacto de aquello que vamos a querer hacer para conseguirlo, hacer planes de acción y ponerlos en marcha. (Diseño de objetivos). Y una vez hecho esto, mi propuesta es que te desapegues de las expectativas del resultado. Es como si, temporalmente, te olvidaras de que haces cosas para conseguir un objetivo y piensas que haces cosas simplemente para hacerlas, sin ninguna intención intrínseca. La idea es desplazar la intencionalidad de la acción. El foco de hacer alguna cosa ya no es conseguir hacerla sino simplemente hacerla, sin más. ( como en Lavar los platos para lavar los platos). Luego, ya habrá momentos para parar en el camino, evaluar dónde estás y decidir si hay que modificar alguna cosa en el plan trazado.Lo importante del asunto es no mezclar las dos etapas, la de planificación y la de ejecución, porque cada una de ellas tienen una intención muy diferente. De hecho, tienen una intencionalidad contraria.
Permíteme que te ponga un ejemplo. supón que hoy es sábado y estoy en casa. Tengo pendientes las compras de la semana y hacer limpieza del piso. El planteamiento sería el siguiente:
Etapa 1. Planifico la mañana: primero de compras y luego limpieza general de la casa.
Etapa 2. Ejecución del plan. Primero quiero ir de compras. Ahora de lo que se trata es de olvidarse que «hay que ir de compras» e «ir de compras para ir de compras» (como lo de lavar los platos para lavar los platos) Una vez hecha la compra se trata de volver al plan de acción, revisarlo y decidir si continuo con él o lo modifico. Y entonces paso a la fase de ejecución. Y una vez que empiezo con la tarea se trata de hacerla totalmente sin pensar que hago la limpieza para que esté limpio sino que limpio para limpiar y fluir en la acción de limpiar dejando a un lado los juicios sobre lo que es limpiar. Se trata de fluir con ello.
Este sistema también es aplicable a objetivos profesionales y personales ya sean grandes proyectos como en pequeños. Como ves es juntar los dos mundos, el que representa la cigarra y el de la hormiga, sin olvidarnos de la parte útil que sirve a la vida de cada uno de los dos mundos. ¿Qué pasaría si hicieras una prueba y lo experimentas por tu cuenta?
Ya me contarás.
¡Buen viaje!