Esta semana he visto en un programa de televisión algo que me ha llamado la atención y que quiero compartir contigo. El programa trataba sobre una persona que hacía una visita a un compañero periodista que estaba de corresponsal en Jerusalén. Durante el programa le acompaña por diferentes lugares conflictivos. Finalmente le lleva al lugar donde prepara sus crónicas. Se trata de un edificio compartido por otros colegas periodistas y al final llegan al lugar donde trabaja. Entonces hubo algo que me llamó la atención: le enseñó dos mapas de la zona y dijo.
– Mira, aquí tienes dos mapas. Uno es el hecho por los Israelíes y el otro por los Palestinos. Corresponden al mismo lugar pero lo explican de forma diferente. Cuando me tengo que mover siempre consulto los dos mapas y así dispongo de más información y voy más seguro.
Lo explica como algo sorprendente. Supongo que nosotros estamos acostumbrados a que a un territorio le corresponde un mapa. Sin embargo, en ese lugar tan conflictivo, un mismo territorio tenía dos representaciones bastante diferentes.
A mi me parece que la estrategia de aceptar los dos mapas como descripciones de la realidad y no descartar ninguno de ellos por incompleto o por falso es muy práctico. Suma la información que le aportan los dos mapas y así tiene una visión más completa de lo que puede encontrarse cuando se desplace a la zona, especialmente teniendo en cuenta que se trata de una zona en conflicto y hay que estar preparado.
A estas alturas puede que te estés preguntando qué tiene que ver esto de los dos mapas con la gestión de conflictos. Permíteme que te lo explique.
Lo que le ocurre al corresponsal de Jerusalén me recuerda a lo que nos pasa cuando entramos en conflicto con una persona. Lo que nos contamos y contamos a los demás sobre lo sucedido, es nuestro mapa de la realidad y por ello, correcto porque está construido desde nuestro punto de vista. De la misma forma, el otro también explica el conflicto desde su punto de vista, es decir construye su propio mapa de la realidad. Así que tenemos dos mapas diferentes de la misma realidad. Como el corresponsal de Jerusalén y los dos mapas.
Ahora bien, cuando entro en conflicto con alguien lo que me ocurre es que, lo que me cuento con respecto a lo sucedido no es una representación de la realidad sino que pienso que es la realidad misma. Y si yo cuento la realidad, lo que cuenta el otro es cualquier cosa menos la realidad. Vamos, tengo la razón y el otro está equivocado. ¿A ti no te pasa? Y cuando me quedo ahí el conflicto no se soluciona. Así que se me plantea el siguiente dilema: ¿quiero tener razón o resolver el conflicto? Porque las dos cosas a la vez es imposible y te explico porqué.
Lo de tener la razón es algo peligroso en el sentido que es como si la «razón» fuera una cosa única, inmutable y absoluta que no admite discusión, simplemente porque ES. En este caso, o la tienes tú o la tengo yo. Desde ahí es muy difícil ponerse de acuerdo, o simplemente, es muy difícil comenzar a hablar porque cada uno cree que tiene «la razón» y por consiguiente, el otro no la tiene.
Así que si quieres permanecer en el conflicto sólo tienes que hacer una cosa. Aferrarte tanto como puedas a la razón. La razón es tuya y te asiste. El otro simplemente está equivocado y hasta que no «se baje del burro» no hay nada que hacer. Pues eso. Incluso puede haber casos en que uno puede parecer que tiene la razón de un punto de vista objetivo. Pero incluso en ese caso, tener la razón no te sirve para gran cosa (Puedes leer el artículo El coste de tener la razón )
Gestionar el conflicto
Ahora bien, si estás realmente harto de la situación en conflicto y quieres salir de ella te propongo otra aproximación, más práctica y orientada a la solución. Para ello quisiera volver al ejemplo de los mapas de Jerusalén. Lo que quería el periodista era moverse de la forma más segura y eficaz posible por la zona en conflicto, ¿recuerdas?
Así que lo que te propongo va por aquí. Olvídate de «la razón» como algo monolítico y estático y pasa a pensar que tus razones son uno de los mapas posibles de la realidad. De la misma forma, el otro también tiene sus razones, es decir, tiene su propio mapa de la realidad y por la misma razón, también su mapa es absolutamente legítimo. Recuerda que no es lo mismo el mapa que el territorio y que las razones de cada uno son la representación legítima de la realidad y que no son la realidad misma. Entonces podremos estar abiertos a hablar y también, a escuchar las razones del otro desde el respeto.
Conclusión
En definitiva, cuando te encuentres en un conflicto y quieras salir de él recuerda estas tres cosas:
- Tus razones son tu mapa del conflicto. Sus razones son su mapa del conflicto.
- Tu mapa es legítimo. Su mapa es igualmente legítimo.
- Mapa y realidad son cosas diferentes.
Es posible que la otra parte no entienda esto de los dos mapas y piense que sólo el suyo es el bueno. Sin embargo, si eres capaz de saber escuchar para entender cual es el mapa del otro, es decir, sus razones, entonces es posible que después esté dispuesto a escucharte para que puedas explicarle tus razones. Sólo así podrás tomar una decisión a partir de un mapa más completo de la realidad. Si lo haces al revés, es decir, primero yo te explico lo mío y luego te escucho a ti, es muy posible que continúes en el conflicto. Ya sé que no es fácil, pero recuerda que eres tú quien quiere salir de la situación conflictiva.
¡Buen viaje!
Si te interesa la gestión de conflictos, aquí tienes enlaces a más artículos relacionados con ello. Como puedes ver, es un tema del que he hablado desde muchos puntos de vista. Quizás te puedan ser de utilidad.
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Cómo gestionar un conflicto, 1era parte
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