A veces me plantean cosas como la siguiente. ¿Oye Francesc, cómo es que continúo haciendo cosas que sé que me perjudican? Veo claramente que eso que hago no me beneficia pero es como si estuviera atrapad@ porque continúo haciéndolo.
¿Te ha pasado alguna vez algo parecido? En este post voy a tratar de que juntos investiguemos qué es lo que puede hacer que nos mantengamos enganchados a costumbres perjudiciales. No puedo salir de una prisión si antes no trato de comprender cómo está construida y cuales son sus entresijos así que éste será el primer paso que vamos a dar para que luego podamos construir costumbres que sí sean beneficiosas. Así que, si estás interesado en este tema, y porqué nos hacemos auto boicot, este artículo puede ser de tu interés.
El círculo repetitivo de lo que hacemos
¿Te has parado a pensar alguna vez porqué las costumbres son tan poderosas? En mi opinión, su poder radica en que son tremendamente eficientes. Me explico. Lo que hago por costumbre supone un ahorro de energía tremendo porque no tengo que pensar en ello. Simplemente sale por inercia. No hay que poner en marcha el músculo de la voluntad.
Sino, piensa en algo que requiera de voluntad. ¿Qué se te ocurre? A mi me viene la imagen de una cuesta arriba que requiere mucho esfuerzo remontar. Si te fijas, decimos «fuerza de voluntad» porque no sale con fluidez sino que requiere movilizar mucha energía. Así que, ¿se te ocurre ahora algún motivo para mantener una costumbre, aunque no sea beneficiosa?
…
Efectivamente, comodidad y ahorrar al máximo mi energía disponible. Así que, si me quedo en una costumbre, aunque sea prejudicial, eso supone que ahorra mi energía. Así que si estoy falto de ella puede ser motivo definitivo, al menos al corto plazo. En cualquier caso, la costumbre busca la facilidad y la comodidad. De hecho la naturaleza se mueve por el principio del mínimo esfuerzo, así que es una tendencia muy natural el hacer las cosas por costumbre.
Ahora vayamos con otro asunto que creo muy relevante. Se trata de distinguir entre el resultado de una acción y la intención que nos movió a hacerla. ¿Porqué es tan importante saber la diferencia? Veámoslo.
Diferenciar comportamiento de intención.
Antes que continuemos me parece muy importante que comprendamos la diferencia entre una cosa y otra. Lo que llamo comportamiento es lo que yo hago, y también el resultado de esa acción. Es así de simple. Sin embargo, la intención es aquello que me mueve a hacer lo que hago. Es el » para qué» de lo que estoy haciendo. Pongamos algún ejemplo.
Tengo sed y voy a la fuente a beber. Como resultado mi sed queda saciada. La acción es ir a la fuente y la intención es saciar mi sed. En este caso la acción y el resultado están alineados y es fácil ver esta distinción.
Otro ejemplo. Tengo sed y decido ir la fuente para calmarla. En el camino me resbalo y me hago daño en la pierna. En este caso la intención no ha cambiado pero el resultado de mi acción ya no está alineado con mi intención. De hecho están completamente a las antípodas porque mi intención era hacer algo para cuidar de mi y lo que he conseguido es resultar herido.
Fíjate bien lo alejados que pueden llegar a estar la intención con la que hago una cosa, del resultado que obtenemos. Con respecto a esto tengo una creencia: en cualquier comportamiento siempre hay una búsqueda de satisfacer una o varias necesidades o valores universales.
Saber que comportamiento e intención son cosas muy diferentes y que además pueden estar muy desalineadas es algo que hay que tener muy presente sobretodo cuando hacemos cosas que nos perjudican, o que incluso, nos perjudican de forma muy grave. En estos casos nos resulta muy difícil pensar que tras ese comportamiento haya un intento de satisfacer alguna necesidad universal que está viva en ese momento.
¿Porqué me estoy poniendo tan pesado con este tema? La razón es que, a mi modo de ver, hay un elemento crucial del cual nos olvidamos cuando intentamos abandonar una costumbre perjudicial. Te lo explico a continuación.
El autoboicot: qué es y cómo desactivarlo
Deshacer una costumbre que me perjudica, tiene dos dificultades. La primera es la cuestión energética. Es decir que cambiar la costumbre requiere mucha inversión en energía en forma de fuerza de voluntad. Así que es necesaria una gran motivación para el cambio. De esto ya hemos hablado.
La segunda dificultad tiene que ver con el auto boicot. Es decir, que nosotros mismos en ocasiones somos los que actuamos en contra de ese cambio que se supone nos tiene que beneficiar. Supongo que te puedes estar preguntando: vamos a ver, si mi costumbre es tan perjudicial, ¿Cómo es posible que yo mismo boicotee ese cambio?
Es ahora cuando es muy importante recordar que todo comportamiento es un intento de servir a la vida así que, si esto es cierto, en ese comportamiento perjudicial, se esconde algo valioso que busca mi cuidado, aunque el resultado de la acción sea perjudicial para mi. Mientras no descubra qué o cuales son esas necesidades o valores universales que se esconden tras ese comportamiento «perjudicial» y me asegure que la nueva costumbre las va respetar, me estaré haciendo auto boicot. La razón es que simplemente hay una parte de mi que no está siendo escuchada y ésta es su forma de protestar.
Así que, lo que te propongo es parar un momento, y con una actitud de curiosidad, tratemos de conectar con esa parte que desea quedarse en la costumbre «perjudicial». Se trata de pensar que, aunque le haya puesto una etiqueta negativa, tiene un «para qué» muy valioso en ese «no querer hacer«.
Lo que quiero es que esa nueva costumbre también sea respetuosa con las necesidades que esconde la «costumbre no beneficiosa». Ya hemos visto que un cambio de costumbre requiere de bastante energía como para permitirme el lujo de además, gastarla en luchar contra una parte de mi que considera que esa nueva costumbre no es respetuosa con algo valioso. Así que te propongo unos pasos que te ayudarán a alinear todas tus energías para que aumentes las posibilidades de éxito en tu proyecto para cambiar de costumbre. ¿Te apetece conocerlos?
Paso 1. Encuentra lo que es valioso en la nueva costumbre que quieres desarrollar
Esta es la parte más fácil porque cuando uno quiere desarrollar una costumbre es que tiene claro cuales son los beneficios que le va a aportar. Pongamos un ejemplo.
Supón que quiero desarrollar la costumbre de ir al gimnasio. Eso creo que va a aportar beneficios a mi salud, hará que me sienta con más energía, mejorará mi humor y sentiré más respeto a mi cuerpo porque quiero cuidar de él. Así que podemos encontrar necesidades de cuidado de mi cuerpo y de respeto hacia él, necesidad de tener más energía, y también de humor. Estas son las necesidades que quiero satisfacer cuando digo que quiero ir al gimnasio.
Vayamos al paso 2.
Paso 2. Encontrar el «para qué» valioso de la parte que se resiste al cambio.
Esto ya no es tan fácil. Como ya he dicho antes, para que la búsqueda sea fructífera hay que hacerla con una actitud de curiosidad, teniendo en cuenta que, aunque ahora no esté siendo capaz de ver una intención positiva en esa resistencia, es seguro que existe y que estoy determinado a encontrarla. Continuemos con el ejemplo del gimnasio. ¿Qué necesidades quiero satisfacer cuando prefiero quedarme en casa?
La primera es la de comodidad. La segunda es la de ahorro de energía porque me siento falto de energía y si voy al gimnasio me voy a cansar. También me pasa que cuando pienso en el gimnasio veo esas personas que hacen pesas y pienso que eso no puede ser nunca bueno para el cuerpo, que eso es maltratarse. Finalmente ir al gimnasio supone que el poco tiempo que tengo para estar con mi familia me lo pierdo. Creo que nada más. Así que mi parte que se resiste quiere que conserve la energía. Y también hay una necesidad de cuidado y respeto por mi cuerpo y cuidado de mi familia.
Vaya sorpresa…
Paso 3. Reconocer las necesidades de ambas partes
Lo que se trata en este paso es de reconocer las necesidades de ambas partes para que podamos ver que cada comportamiento tiene una intención positiva que busca mi cuidado. Volvamos al ejemplo para ver cómo sería:
Lo cierto es que nunca me había dado el espacio para permitirme pensar que la parte que se resistía al cambio tuviera «buenas intenciones». El descubrimiento más interesante es que curiosamente, las dos partes están intentado satisfacer las mismas necesidades. Una hace referencia a mi energía. Si voy al gimnasio se supone que cogeré forma física lo cual me permitirá tener la capacidad de movilizar más energía. La otra pretende conservar la energía que tengo. Por otra parte existe una necesidad de cuidado y respeto por mi cuerpo. Finalmente he visto que hay una necesidad de humor y de conexión con mi familia.
Con toda esta información, ¿estaría dispuesto a buscar actividades que sean compatibles con las necesidades de ambas partes? Vayamos al paso 3
Paso 4. Buscar estrategias que sean respetuosas con ambas partes.
En esta fase de lo que se trata es de que busque nuevas estrategias que puedan ser compatibles con ambas partes. Porque lo importante es tratar de satisfacerlas y no es tan importante qué estrategias utilizo. Apliquémoslo a mi ejemplo:
Ahora que ya sé lo que necesitan tanto la parte que quiere ir al gimnasio como la que quiere quedarse en casa estoy dispuesto a plantearme otras posibilidades. Por ejemplo. Puedo ir al gimnasio y buscar actividades que no sea hacer pesas. También quiero algo que que sea progresivo para no castigar mi cuerpo. Quiero ganar forma física progresivamente porque, aunque a corto plazo supone gastar energía, a largo plazo seré capaz de movilizar mayor cantidad de energía. Osea que es una opción a medio o largo plazo.
También puedo buscar alguna actividad física que pueda hacer en compañía de mi familia y que además sea divertida. Sí, iré al gimnasio para informarme sobre actividades que podamos hacer todos y que nos divierta. También podría comentarlo en casa mientras cenamos preguntarles qué les parece la idea de ir al gimnasio o buscar alguna actividad física que podamos hacer juntos. Quizás tengan alguna idea interesante. Sí, creo que voy a hacer esto. Estoy contento y satisfecho porque creo que esto satisface todas las necesidades que estaban en conflicto.
Conclusiones
Hemos empezado este pequeño viaje juntos planteando la cuestión del porqué continuamos haciendo cosas que nos perjudican. Para tratarlo hemos hablado de varias cosas.
Primero hemos visto que las cosas que hacemos por costumbre suponen un ahorro de energía en nuestra vida. Luego hemos tratado de ver que no es lo mismo el comportamiento que el «para qué » que nos mueve a hacer esa cosa. También que, cualquier comportamiento, por perjudicial que pueda parecernos, siempre es un intento de satisfacer alguna necesidad universal que está viva en ese momento.
Esto nos ha llevado a entender que, cuando hay una resistencia a un cambio, también hay una búsqueda de satisfacer una o varias necesidades que también son valiosas para nosotros en ese momento. No escucharlas supone que habrá auto-boicot. Finalmente hemos visto los 4 pasos para integrar ese auto-boicot.
Espero que con todo esto, el cambio de hábito que hayas decidido emprender te sea menos costoso.
¡Buen viaje!