El otro día me ocurrió algo que quisiera compartir con vosotros. Estaba volviendo de unos días de vacaciones por el sur de Francia. En el camino de regreso, conduciendo por la autopista, mi hija mayor jugueteaba con la aplicación de mapas de mi Ipad. Entonces me dijo:
– La bolita azul se está moviendo.
– Vamos a ver, le contesté, lo que me dices es imposible. La única manera que eso pase es que tengamos conexión wi-fi y ahora mismo, no tenemos, ¿Verdad?
– No, no tenemos pero te digo que la bolita azul se mueve.
– !Imposible! Exclamé.
Entonces le pasó el Ipad a mi mujer que confirmó el “fenómeno”. ¿Por qué os explico esto? Porque no es la primera vez que me pasa que la «tozuda realidad» me muestra cosas que son aparentemente imposibles. En el caso que os he explicado, mi razonamiento era absolutamente correcto. Sin embargo el error estaba en una premisa no válida. El supuesto sobre el que había construido el razonamiento era que mi Ipad no disponía de GPS cuando en realidad sí lo tiene. Y esto me hizo reflexionar sobre lo siguiente.
Lo primero es que los hechos son tozudos, es decir que las cosas son como son aunque los que ocurra no nos guste, o bien, lo que nos muestre no sea “lógico”. Los hechos son y punto.
Lo segundo es que cuando se llega a una conclusión imposible hay que revisar dos cosas. La primera, si la lógica que hemos seguido es correcta. Aquí hay que tener mucho cuidado, porque hay razonamientos aparentemente lógicos que pueden ser totalmente incorrectos (esto será tema de un futuro artículo). La segunda, hay que revisar las premisas que utilizamos para construir nuestros razonamientos.
En lenguaje matemático se construyen teoremas a partir de premisas que se explicitan al principio. En los razonamientos cotidianos también construimos razonamientos sobre premisas que, la mayor parte de las veces, no explicitamos. Muchas veces a estas premisas se las llama paradigmas.
Así pues, resulta muy sano que, en primer lugar, afloremos cuales son los paradigmas que asumimos como verdades a la hora de construir nuestros juicios. Esta no es tarea fácil. Nuestras verdades y paradigmas muchas veces están tan interiorizados que nos es muy complicado el sólo hecho de llegar a cuestionarlos o incluso nos inquieta que puedan ser puestos en duda.
Sin embargo, el desarrollar esta habilidad nos puede ampliar nuestras posibilidades de entendimiento, de comprensión de una realidad incomprensible y de llegar a encontrar soluciones creativas a problemas aparentemente imposibles. Así que ante cualquier juicio o razonamineto, nos podemos hacer las siguientes preguntas:
¿Cuáles son los paradigmas, las verdades, sobre los que estoy construyendo mi razonamiento? Imagina que eso que sabes que es cierto no lo sea. ¿Qué es lo que pasaría?, ¿Podrías afrontar de una manera diferente la situación si la premisas no fueran ciertas? ¿Te permitiría emprender acciones diferentes que antes no había considerado?
Un ejemplo de la influencia que tienen los paradigmas en nuestra manera de funcionar en el mundo son las creencias. Concretamente, las creencias limitantes pueden ejercer una influencia muy importante sobre nuestros comportamientos (Podéis ver la entrada ¿Qué son las creencias limitantes? ¿Porqué son importantes?).
Para finalizar os paso una cita y un video. La primera es de Albert Einstein que nos habla de la necesidad de romper paradigmas para poder encontrar soluciones creativas a los retos que se nos plantean:
No se puede resolver un problema en el mismo nivel de pensamiento que lo creó.
La segunda, es el conocido juego de unir los puntos del dibujo usando líneas rectas y sin levantar el lápiz del papel. ¿Qué paradigma hay que romper para pode resolver el problema en sólo cuatro líneas?
¡Buen viaje!
