En ocasiones, cuando estoy viviendo una situación difícil, me he planteado si debo resistirme y rebelarme contra lo que está pasando, o bien abandonar y buscar algo mejor. Me recuerda a la dualidad luchar o huir. Entonces me viene a la memoria un fragmento de una oración que escribió el teólogo y politólogo protestante Karl Paul Reinhold Niebuhr en 1943. Dice así:
Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia.
Para los que esten incómodos con la palabra Dios la pueden eliminar de la oración sin que por ello se pierda nada de la esencia del mensaje. La frase es simple y por ello, sumamente potente.
Así nos habla de tener serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar. La primera dificultad está en saber distinguir si es algo que puedo cambiar, aunque hay algo sobre lo que no cabe ninguna duda: el pasado seguro que no. Sin embargo nos quedamos lamentándonos sobre algo que pasó, aunque sabemos que no sirve de nada. ¿Significa eso que debamos saltarnos esta fase? Yo opino que no y que es necesaria. Es importante saber aceptar el sentimiento que aparezca en ese momento, ya sea frustración, tristeza, rabia,… y darle espacio, porque aquello que hemos perdido seguro que era algo muy valioso para nosotros. Sólo cuando hemos sido lo suficientemente valientes como para vivir con esa incomodidad podremos pasar a la siguiente etapa.
Algo que nos puede ayudar a hacer este tránsito es saber que nuestra libertad más radical, aquella que nadie ni ninguna circunstancia nos puede arrebatar, es la de escoger nuestra actitud ante lo que nos está pasando. Y esto conecta precisamente con la segunda parte de la cita que nos habla de saber discernir entre lo que podemos cambiar y lo que no. Efectivamente, nunca podremos cambiar lo que ha pasado pero siempre podremos cambiar nuestra actitud ante lo que nos ha sucedido porque eso sí depende de nosotros.
Ahora me gustaría volver a la cuestión que planteábamos al principio. Ante una dificultad, ¿huir o luchar?. Supongo que no existe la respuesta correcta, o más bien, lo correcto es lo que decidamos hacer sin hacernos trampas al solitario. Por ejemplo, yo soy una persona a la que le encanta aprender cosas nuevas. Lo que me ayuda a decidirme es comparar lo que puedo llegar a aprender respecto a la energía que voy a necesitar en el proceso. Siendo honesto, no siempre escojo la opción del aprendizaje. Y si continúo siendo honesto, reconozco que la mayor parte de las veces que he escogido afrontar una situación difícil, el balance ha resultado beneficioso: cuando he requerido grandes dosis de energía he obtenido grandes aprendizajes. Así que cada vez me engaño menos veces cuando tengo que escoger.
En definitiva, hay una alternativa al binomio Huida/Lucha y podemos afrontar el conflicto y la dificultad sin huir pero con una actitud diferente a la de la lucha y la resistencia, es decir, desde la aceptación. Y quizás desde la aceptación podamos ser más efectivos sin que eso signifiqua que perdamos la energía que nos aporta una actitud de lucha. Al menos, vale la pena probarlo, ¿no os parece?
¡Buen viaje!