Pedir en positivo y los inconvenientes de pedir lo que no queremos.

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En nuestra vida diaria es habitual hacer y recibir peticiones. Así, hay veces en las que alguien hace algo que me disgusta y entonces le pido que deje de hacerlo. Ahora bien, ¿te has planteado alguna vez los inconvenientes que tiene el pedir las cosas que no quieres que hagan los demás? ¿Cuales podrían ser las ventajas de pedir lo que quieres en vez de lo que no quieres? En este este post voy explicarte cuales son estas ventajas y te propondré un método de dos pasos para ponerlo en práctica. ¿Me acompañas?

Los inconvenientes de pedir lo que no queremos

Bajo mi punto de vista, el inconveniente principal cuando me pides algo que no quiero que hagas es que no sé muy bien qué es lo que quieres que haga. Vamos, que podrían haber muchas maneras de no hacer eso y no sé muy bien cual de ellas es la que tu quieres. Te pondré un ejemplo para ver si me explico mejor. Supón que me estás haciendo bromas y eso me molesta. La conversación podría ser parecida a esta.

– ¿Quieres hacer el favor de no hacerme esta clase de bromas?

Entonces continuas haciendo otra clase de bromas, que tampoco son bienvenidas. Entonces digo:

– ¿Quieres dejar de hacerme cualquier tipo de bromas? – Las posibilidades sobre lo que quiero que hagas se reducen pero siguen siendo infinitas. Entonces empiezas a sacar los mandos de la wii y me dices

¿Qué tal si jugamos a la wii? – Entonces te digo:

– ¿Me podrías dejar tranquilo de una vez?

Esta podría ser tu respuesta final:

– Desde luego, estás insoportable. No hay quien te entienda. Adiós.

Si te parece, analicemos qué es lo que ha pasado en este diálogo. Lo que ha ocurrido es que yo sólo tenía claro lo que no quería que hicieras, pero no he expresado lo que sí quería. Cuando digo que no quiero que hagas algo implica que hay un montón de posibilidades que pueden ser satisfactorias mientras no sea eso que he dicho. Como no soy lo suficientemente preciso con respecto a lo que sí quiero, tu has ido probando cosas que efectivamente cumplían la condición de ser cualquier cosa menos «esa clase de bromas». Has ido probando alternativas y yo he ido descubriendo que tampoco me satisfacían. Al final, a falta de más indicaciones y tras haber probado varias cosas, abandonas y me dices que estoy insoportable como una muestra de desesperación por no saber complacerme.

Ahora te sugiero que busques en tu memoria las últimas cosas que has pedido en tu entorno personal y profesional. ¿Has pedido lo que querías o lo que no querías? ¿Qué te ha ocurrido cuando has pedido lo que no querías?

La alternativa: dos pasos para pedir lo que quieres

Hasta ahora hemos visto los inconvenientes que puede llevar el pedir lo que no queremos. Veamos cual sería la diferencia si pedimos lo que queremos.

El primer paso para pedir lo que necesitas es saber lo que necesitas. Vale, ya sé que es una respuesta obvia pero no por ello es algo que hagamos habitualmente. Cuando pido, sé lo que no quiero pero, con frecuencia, no sé lo que quiero. Eso requiere tomar conciencia y tiempo para averiguarlo y muchas veces no lo hago. Es más, en ocasiones espero que sean los otros los que adivinen qué es lo que necesito. Tienen que tener telepatía, o mejor, tienen que ser adivinos, y si no consiguen acertar con lo que necesito, me enfado.  ¿A ti nunca te ha pasado? A mi sí …

El segundo paso: hacer la petición a partir de lo que necesito.

Para poner en práctica estos dos pasos utilizaré el ejemplo de antes. Alguien me hace una broma y yo me siento irritado. Así que, para tomar conciencia sobre cuales son mis necesidades (primer paso) me podría hacer las siguientes preguntas: ¿qué es lo que me pasa? ¿cómo me siento? ¿qué es lo que necesito?

Después de un momento de reflexión me doy cuenta que en otras ocasiones me han hecho esta misma clase de broma y no me ha sentado mal así que ahora hay algo que hace que sea diferente. En estos momentos estoy cansado y no tengo muy claro que más podría necesitar y me iría muy bien un espacio de tranquilidad y soledad para pensar en ello. Tengo claro que no lo tengo claro, que ya es mucho. Sería mejor saber qué me pasa exactamente, no obstante ahora veo que lo que necesito es claridad así que puedo pedir alguna cosa concreta en positivo. Por lo tanto ahora ya puedo ir al segundo paso y hacer la petición. Podría ser algo como lo siguiente.

– Mira, lo que me ocurre ahora mismo es que estoy cansado y no me sientan bien las bromas que me estás haciendo. Además, no tengo muy claro qué más podría necesitar así que me gustaría un poco de espacio y soledad para poder pensar sobre ello. ¿Se te ocurre alguna manera en que pueda estar un rato a solas en tranquilidad?

(eso satisfaría mi necesidad de claridad) 

– Entiendo lo que dices. En cambio yo ahora estoy muy activado y con ganas de hacer cosas así que se me ocurre quedarme aquí jugando con la wii y tu podrías ir al estudio. Creo que ahora no hay nadie y podrás estar tranquilo. Cuando tengas más claridad respecto a lo que necesitas, me lo dices. Quizás te pueda ser de ayuda. ¿Qué te parece?

– Buena idea, muchas gracias.

El diálogo ha cambiado bastante, ¿verdad?

Otro ejemplo sobre la eficacia de pedir lo que quieres.

El otro día fui a un museo en la que había una actividad para niños. Se llama «toca – toca» y hay unos animales vivos que los niños pueden tocar. Lo que ocurre es que debe hacerse con la supervisión de un monitor que procura que, ni los animales ni los niños, resulten heridos durante el proceso. Yo estaba observando cómo un grupo de niñas y niños se acercaban a un estanque, dispuestos a poner las manos dentro del agua para tocar unas estrellas de mar y otros animales acuáticos. Unos cuantos ya estaban metiendo la mano en el agua cuando un monitor se acercó para evitarlo y dijo.

(Antes de continuar me gustaría hacerte la siguiente pregunta. ¿Qué es lo que hubieras hecho tú en esa situación? ¿qué petición hubieras hecho? Venga no pienses demasiado. Yo, lo que hubiera dicho es «No metáis la manos en el agua hasta que no haya explicado cómo lo tenéis que hacer. » Otra vez una petición en negativo. Seguro que no hubiera funcionado muy bien. Sin embargo, ¿sabes lo que les dijo el monitor?)

– Agarrad vuestras manos por detrás de la espalda como yo lo hago. – Mientras les mostró con un gesto lo que querían que hicieran.

– Tal como estáis ahora, podéis inclinaros para mirar el agua y os explicaré que vamos a hacer a continuación.

¿No te parece genial? La monitora no quería que metieran las manos en el agua y lo que les sugirió es hacer una cosa concreta para evitar que lo hicieran. Así no había dudas sobre lo que había que hacer. Ella ya había hecho ese trabajo por ellos. Desde luego fue eficaz porque todos los niños hicieron lo que les pidió y se mantuvieron así hasta el final de la explicación. No estoy seguro que hubiera funcionado igual de bien que si hubiera hecho una petición negativa tipo «No toquéis nada «.

Conclusión

En este post hemos visto juntos cómo lo más frecuente es hacer peticiones a los demás diciendo lo que no queremos en vez de lo que queremos y hemos comprobado las consecuencias que tienen este tipo de peticiones. También hemos visto que pedir lo que queremos requiere tiempo y conciencia para saber cómo nos sentimos y qué es lo que necesitamos. En contrapartida hemos visto que, esa inversión de tiempo y energía tiene recompensas en forma de peticiones que son mucho más satisfactorias para mi y para los otros. Así que, ¿qué es lo que harás la próxima vez que quieras pedir alguna cosa?

¡Buen viaje!

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