Hoy os quiero hablar de algo que nos ocurre contínuamente y de lo que raras veces nos damos cuenta. Me refiero a la confusión entre los hechos y lo que pensamos respecto a los hechos que estamos observando. Es decir, que confundimos hechos y opiniones (ver al entrada del ¿saber diferenciar hechos de opiniones? ) y eso tiene sus consecuencias. Permitirme que lo explique con un ejemplo.
Supongamos una madre que está con su hijo y su marido en casa. Llevan una mañana un poco movida pues el niño tiene ganas de salir a dar un paseo y la madre está acabando unas tareas que no quiere retrasar más. El niño la ha interrumpido unas cuantas veces (quiere jugar con ella o simplemente quiere llamar su atención). Ella le ha dicho que estaba muy ocupada y que cuando acabara sus tareas irán a dar un paseo. Lo cierto es que está teniendo dificultades en resolver las tareas y está un poco nerviosa (aunque ella ni se da cuenta de ello…). Su hijo vuelve a interrumpirla justo en un momento delicado y, ¿os podéis imaginar cómo contesta?
“Te he dicho mil veces que cuando acabe iremos a jugar. Seguidamente se dirige a su marido claramente enfadada y le dice ¿Podrías encargarte sólo un ratito de tu hijo, ¿vale? !!!
¿Qué es lo que la ha pasado? Como hemos visto, ella está enfrascada en una tarea que la absorbe y la pone en tensión ya que no está consiguiendo el resultado que pretende. En ese momento la vuelven a interrumpir y además, hay otra persona en casa que es su marido que podría encargarse de jugar y entretener a su hijo para que ella pueda acabar tranquilamente su trabajo.
En estas circunstancias, es muy probable que en el momento de la interrupción la madre pensara lo siguiente: “ Yo estoy aquí liada, esto no hay manera que me salga, y no me dejan tranquila tan sólo un ratito. Mira que le he dicho que luego saldremos a dar un paseo. ¿Una no puede tener algún momento de tranquilidad? ¿Seguro que Juan ( su marido) no está haciendo nada…¿se podría dar cuenta que yo estoy súper liada, ¿no? Es que no hay derecho!!!!!!!” Esta clase de pensamientos generan a su vez más enfado, lo cual puede generar más pensamientos de este tipo. En fin, un círculo vicioso que se auto acelera y que es muy probable que también lleve a una discusión con su marido. En fin, un lío.
¿Se puede romper de alguna manera esta dinámica? ¿Hay alguna otra manera posible de responder a la situación? Veamos qué ocurriría si fuéramos capaces da darnos cuenta de que lo pensado es un juicio o interpretación de lo que pasa en realidad y lo que nos decimos no tiene porqué ser exactamente lo que pasa.
Rebobinemos y volvamos a la situación en la que su hijo la vuelve a interrumpir. Sin embargo ahora, antes de reaccionar ante el estímulo (la interrupción), esta persona sigue los siguientes pasos:
1º Darse cuenta: «El hecho es que yo estoy en medio de una tarea y mi hijo me interrumpe de nuevo. Mi marido está en casa y es obvio que no está con él. Hasta aquí los hechos. La película que me estoy montando es que mi marido no tiene ninguna consideración de mí, no respecta mi trabajo ni se preocupa por lo que me pasa.»
Como veis se separa el hecho de la interpretación del mismo. Por muy obvia y clara que pueda ser, no deja de ser un juicio sobre lo que pasa.
2º Autoempatía: cuales son mis sentimientos y mis necesidades. “Estoy muy enfadada porque tengo una gran necesidad de tranquilidad y de respeto por mi tiempo.”
Identifica qué sentimiento está experimentando y qué necesidad universal (ver necesidades en CNV) no se está satisfaciendo.
3er paso: petición. Una vez ha reconocido que una cosa es lo que pasa, y otra muy diferente, lo que piensa con respecto a lo que le está pasando, y después de haberse dado empatía por tener unas necesidades no cubiertas, está en disposición de hacer una petición a su marido: “Estoy en un momento delicado y necesito media hora más sin interrupciones para acabar la tarea. ¿Puedes jugar con él mientras acabo?”.
De esta manera, la madre consigue lo que quería, que es tener unos momentos más de tranquilidad y además lo consigue sin enfadarse con su marido.
En la mayor parte de las ocasiones los hechos ocurren muy deprisa y es muy difícil darse cuenta de todo ello con la suficiente rapidez. Sin embargo, a posteriori podemos reflexionar teniendo muy presente que una cosa son los hechos y otra lo que nos decimos. Aplicar la técnica de “lo que yo observo es xxxx y la película que me he montado es xxxxx” puede ser muy útil para tener una perspectiva diferente de los hechos que nos puede ayudar a responder con habilidad (RESPONS-HABILIDAD) y no reaccionar ante lo que nos ocurre.
El darse cuenta de ello nos abre nuevas posibilidades de interactuar que no tendríamos si no nos planteáramos esta diferencia.
Espero que os sea de utilidad.
Buen Viaje.