En este artículo hablaré del esfuerzo y la ilusión. Aunque antes de entrar en materia os quiero explicar una clasificación de 3 tipos que es aplicable tanto a personas como a organizaciones. Más adelante veréis cual es la relación con el título del artículo. ¿Os apetece? Entonces, ¡Vamos allá !
Tipos de personas y de organizaciones
El primer tipo que se podría llamar, sin rumbo, es de las personas y organizaciones que se mueven sin saber hacia dónde se dirigen. No tienen una visión clara, o tan siquiera, un poco definida de lo que persiguen.
Así las personas sin objetivos y sin visión son erráticas en su comportamiento. En lo profesional, tanto les da trabajar en un sitio como en otro mientras se satisfagan unas necesidades y condiciones que consideran básicas. Viven una vida más o menos tranquila y plácida. Como no tienen objetivos concretos les da más o menos igual una cosa que otra. Lo mismo ocurre si no tienen objetivos en el plano personal. Si buscamos una metáfora, podríamos decir que no les hace falta ni mapa ni brújula porque les da lo mismo ir hacia un lugar que hacia otro.
Las organizaciones sin objetivos tienen un comportamiento errático, están llenas de «reinos de taifas» que hacen cada uno su propia vida, y que agotan una gran cantidad de recursos porque no están alineados y lo que hace uno lo deshace otro.
Para explicarlo de otra forma, podemos ir a un fragmento de Alicia en el país de las maravillas en el que Alicia se encuentra al gato Cheshire y mantienen la siguiente conversación:
–¿Me podrías indicar hacia donde tengo que ir desde aquí?- pregunta Alicia.
-Eso depende de a dónde quieras llegar- responde el gato.
-A mi no me importa demasiado a donde.
-En ese caso, da igual hacia donde vayas.
-“Siempre que llegue a alguna parte”
-¡Oh! Siempre llegarás a alguna parte, si caminas lo bastante.
Pues eso.
El segundo tipo que llamaremos «diana» es aquel en el que las personas sí que tienen objetivos y visiones claras de lo que quieren conseguir. Sin embargo son metas que no despiertan el entusiasmo ni emoción alguna. Se lucha y se pelea por ellas porque es «lo que se debe hacer». Esto a veces ocurre porque son objetivos de otras personas que los asumen como propios. «Hijo, cuando seas mayor tienes que ser abogado». Pero es un objetivo que no le ilusiona. O quizás sí ilusiona pero si se rasca un poquito y se busca un «para qué», la necesidad universal, que es lo que verdaderamente motiva las personas, no se encuentra.
(Por cierto, en el listado veréis que el dinero no es una necesidad universal, aunque a través de él se puedan realizar muchas cosas que ayuden a satisfacer necesidades ).
Las personas de este tipo se distinguen porque son personas trabajadoras, que se esfuerzan y continúan haciéndolo porque «saben» que sólo con sudor y esfuerzo se consiguen las grandes cosas. Son altamente disciplinados, y consiguen lo que se proponen. A muchas se les llama «personas de éxito», aunque a veces parece que sostengan sobre sus espaldas una carga muy pesada. Como decía Stephen Covey, se pasan años subiendo peldaños de una escalera de mano para que, al final, cuando llegan al final, se dan cuenta que estaba apoyada en una pared equivocada.
Las organizaciones de este tipo tienen claros sus objetivos y se encargan de que todos sus miembros los conozcan y trabajen disciplinadamente para conseguirlos. Los esfuerzos de las personas están alineados hacia el objetivo común. En estas empresas hay una fuerte jerarquía y obediencia. Las personas hacen lo que se supone que deben hacer, ni más ni menos. Los de «arriba» lo saben todo y por lo tanto dicen al resto lo que deben hacer. Siguiendo el símil anterior, saben adonde quieren llegar, tienen mapa, brújula y además hay un camino trazado por los directivos que el resto de los empleados deben seguir para que la organización consiga sus objetivos.
Finalmente hay un tercer tipo que son las personas que tienen unos objetivos que son ilusionantes porque están alineados con sus valores y sus necesidades. Son objetivos con un para qué (Distinguir entre porqué y para qué) muy claro y que tienen sentido para ellos. Si lo miras desde fuera, trabajan y se esfuerzan tanto o más que los del segundo tipo pero si les preguntas te dicen que no están trabajando porque lo que hacen es algo que les apasiona. Aquí ya no hay esfuerzo sino que se deja llevar por la ilusión. ¡Espectacular!
Las organizaciones del tercer tipo son aquellas que han conseguido hacer de la visión empresarial algo compartido. Cuanto más compartido y alineado con los valores de los empleados, más energía colectiva se crea. Los efectos en el trabajo os los podéis imaginar. Lo hacen alineados y comprometidos con esa visión y por lo tanto dan lo mejor de sí mismos. Siguiendo el símil anterior, estas organizaciones tiene claro el objetivo, disponen de mapa y de brújula (conjunto de reglas sobre cómo actuar), pero creen que el camino para llegar al objetivo se va descubriendo con la ayuda de todos, porque, aunque los de arriba sepan a dónde van, también saben que no tienen porqué ser los que todo lo saben.
Esfuerzo vs ilusión
Llegados a este punto es cuando el título del artículo cobra sentido. Los objetivos se cumplen tanto en el segundo como en el tercer tipo. Sin embargo, en el segundo hay fuerza de voluntad, hay un «tengo que…». En cambio las personas que están el el tercer tipo consiguen unos resultados extraordinarios, que incluso suelen ser mejores que los del segundo y lo bueno es que lo hacen aparentemente «sin esfuerzo». Es probable que todos alguna vez hayamos experimentado el resultado de un trabajo realizado por una persona entusiasmada con su profesión: está lleno de calidad y de vida. En mi opinión, el mundo necesita personas y organizaciones ilusionadas que proporciones productos y servicios excelentes, ¿no?
Para acabar, deciros que clasificar las personas y las organizaciones en alguno de estos tipos es artificial, porque es una simplificación y al hacer esto perdemos los matices. Es muy difícil que las personas seamos de un tipo «puro» porque en realidad lo que hay son mezclas. Sin embargo creo que puede ser útil utilizar el modelo de la siguiente forma:
Si tuvieras que clasificarte en alguno de estos grupos. ¿En cual te pondrías?
¿Estás donde te gustaría estar? En caso que no sea así,
¿estás haciendo alguna cosa para cambiarlo?
Desde dónde te motivas ¿desde el esfuerzo o desde la ilusión?.
Y también podemos aplicarlo igualmente a las organizaciones. ¿Dónde estás y dónde quisieras estar?
¡Buen Viaje!