En el artículo de hoy quiero hablarte de tener la razón, especialmente en una situación de conflicto. Así que supón que he discutido con alguien, estoy enfadado y en conflicto con esa persona y además yo tengo la razón. Fíjate que digo que tengo «la razón» y no «mis razones» lo cual significa que razón sólo hay una, y además la tengo yo. Y si la tengo yo no la puede tener la otra parte, así que el otro está equivocado.
Otra cosa que quiero tener en cuenta es cómo me está afectando la situación conflictiva. En hecho que yo esté en conflicto con la otra persona, ¿me incomoda o me hace sufrir de alguna forma? Para responder a esta pregunta vale la pena ser muy honesto con uno mismo. Yo no sé qué te pasa a ti, pero a mi, los conflictos con las personas me incomodan mucho, y especialmente si el conflicto es con alguna persona que es importante y valiosa para mi. Pero el hecho que me me haga sufrir no hace cambiar el hecho que yo tengo razón y el otro no. Eso yo no puedo cambiarlo, así que, aunque me resulte incómodo me tendré que acostumbrar a eso.
¿Te das cuenta de lo que me está pasando? La única manera que el conflicto se solucione es que la otra persona reconozca su error. Mientras eso no pase, yo no podré hacer nada y por lo tanto, yo continuaré sufriendo por ello. Tener la razón supone dejar en manos del otro que yo deje de sufrir. Así que, tener la razón me encadena a la situación problemática o lo deja en manos de otro. Así que se me plantea el siguiente dilema: ¿quiero tener razón o seguir sufriendo?, o como dice el título del post «¿Quiero tener razón o ser feliz? porque las dos cosas al mismo tiempo es imposible».
Ahora es tu turno. Recuerda una situación conflictiva con alguien importante, ya sea en el entorno laboral como en el personal. ¿Que elijes, tener razón o ser feliz?
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Si has escogido ser feliz, te animo a que continúes leyendo el artículo. Y también puede ser que hayas pensado algo así como: – Claro que quiero ser feliz, pero también tengo unos principios y una dignidad. Así que elijo seguir teniendo razón a costa de mi felicidad. Si éste es tu caso entonces también te sugiero que continúes leyendo porque, a continuación, podrás encontrar el tesoro que se esconde tras la actitud de tener la razón y eso te permitirá encontrar alternativas que te permitirán ser feliz. ¿Me acompañas?
En la resistencia a dejar de tener la razón hay algo muy valioso que hay que preservar
Es posible que estés pensando que ves que no es muy práctico apegarse a tener la razón, o que tiene un coste muy alto, pero dejar de tener la razón te rebela. Así que, lo que te propongo es que indaguemos juntos qué puede haber de valioso en esa resistencia.
Lo primero que constato es que en esta actitud he invertido mucho tiempo y energía. Si ahora abandono esta postura, es como si tirara por la borda todo ese tiempo, energía y sufrimiento que he invertido manteniéndome firme en esa actitud. Lo que yo creo es que, si he invertido tanto, tiene que haber algo valioso ¿Qué puede ser eso tan precioso ?
Indagar es la clave del asunto, porque tras esa actitud de resistencia hay unas necesidades y valores universales muy importantes y valiosos que quiero preservar. Si pienso en mi caso, me resisto a dejar de tener la razón porque cuando la otra parte ha actuado de una determinada manera yo me he sentido mal porque para mi son muy importantes y valiosos valores como la generosidad, el compañerismo, el cuidado del otro, la empatía y la coherencia. «Tengo razón» porque esos valores no están presentes y son muy importantes para mi y quiero ser consecuente con ellos.
Ahora te toca a ti: ¿cuales son los valores y necesidades universales que son vitales para ti que te han faltado en esa situación de conflicto? Aquí te adjunto una lista para que indagues sobre ello y hagas una lista de aquellos que más te resuenen en esa situación de conflicto. (Listado de necesidades y valores universales)
Una vez tengas tu lista, vale la pena que anotes esos valores y necesidades universales y le dediques tu máxima atención. Se trata que los leas lentamente, dejando sentir la importancia que tienen para ti. Te recomiendo que lo hagas sin prisas, dándote el permiso para sentir en tu cuerpo lo valiosos que son para ti. Se trata de que los honres dedicándoles el tiempo que se merecen, porque son muy importantes para ti.
El descubrimiento.
Para mi, descubrir que tras esa actitud de aferrarse a la razón hay valores y necesidades universales tan bellos y valiosos me da claridad en dos cosas. La primera es que ahora puedo entender porqué he invertido tanto tiempo y energía en esa actitud. La segunda, que curiosamente, saberlo me ayuda a dejarlo ir. Me explico mejor: el haber hecho este descubrimiento me da el permiso para librarme de ello porque había un mensaje pendiente que tenía que llegar. Ahora ya ha llegado y el mensajero se puede ir. Ahora sí que puedo dejar de tener la razón con la tranquilidad y la satisfacción que el mensajero ha cumplido su misión. Ya no hace falta que se quede. Si pudiera hablar con esa parte de mi que «quiere tener la razón» le diría:
– Ahora ya sé cuales son los valores y las necesidades universales que son vitales para mi. Por eso quiero decirte que estoy profundamente agradecido con el regalo que me has traído. Ahora que ya has cumplido tu misión, puedes irte. Me has sido muy útil y ahora es mejor que te vayas. ¡Gracias y adiós!
Los pasos siguientes: ponerse en acción.
Bueno, ahora que me doy el permiso para dejar atrás el «tener la razón», me quedo con una situación incómoda pendiente de gestionar, porque, si ya no tengo la necesidad de tener la razón, ya no hay nada que me impida hacer cosas que solucionen el conflicto, que es lo que me provoca la incomodidad y mi sufrimiento. Ahora bien, aunque el mensajero se ha ido me ha dejado algo que tengo que preservar: los valores y necesidades universales que he descubierto que son valiosos para mí. Esto no es negociable.
Así que decido avanzar en la gestión del conflicto y quiero hacerlo de forma honesta y transparente, hablando desde lo que es esencial para mi, que son mis valores y también lo significativo que es la relación con esa persona. Ahora ya no tengo la necesidad de culpar a la otra parte por su forma de actuar porque ya he superado el resentimiento (el resentimiento, la emoción del esclavo ). Se me ocurre que podría decir algo así como:
– Cuando hiciste aquello, me enfadé mucho, porque para mi es muy importante y valioso la generosidad, el compañerismo, el cuidado del otro y la empatía. En ese momento lo necesitaba y no lo supe encontrar. También quiero decirte que me importa mucho nuestra amistad así que me gustaría saber qué te está pasando ahora al decirte esto.
Esto sería una manera de comenzar un diálogo en el que expreso la importancia de mis valores y necesidades y también, lo que significa para mi la relación, por lo que me intereso acerca de cómo impacta eso que estoy expresando en la otra persona. Quiero expresar mis necesidades y escuchar de forma empática para ver si es posible restablecer esa conexión perdida, todo dentro de unos límites. Es establecer una comunicación en la que yo soy importante y el otro es también importante: yo me veo y considero mis necesidades legítimas, y también veo al otro como alguien legítimo y desde ahí buscaremos estrategias y comportamientos que puedan funcionar para ambos.
Conclusiones
Bonito viaje el que hemos hecho juntos, ¿no te parece? Hemos visto que, en una situación de conflicto, hay que escoger entre tener la razón o ser feliz: las dos cosas no se pueden tener al mismo tiempo. Y también hemos visto que en la actitud de tener la razón se esconde un precioso diamante que hay que saber tallar: las necesidades y valores universales que son valiosas para mi. El «querer tener la razón» es un mensajero que me trae este mensaje. Hay que saber escucharlo y recoger el mensaje para que se pueda ir. Entonces ya nos podemos liberar de las cadenas que suponen el «tener la razón» y así podremos emprender acciones que nos ayuden a ser ¡ FELICES !
Buen Viaje.