Esto más que un artículo podría llegar a ser un libro pero mi intención un muchísimo más modesta. Lo que pretendo es poner de manifiesto que quizás tenemos formas de pensar diferentes y que, el tomar conciencia de ello, nos podría ayudar a gestionar alguna que otra situación conflictiva.
Una vez escuché que una de las diferencias entre los hombres y las mujeres es que los hombres son directos y las mujeres indirectas y lo ilustraba con un ejemplo:
Supón que una pareja van paseando por la calle. Es verano, hace calor. El hombre ve una heladería y le vienen ganas de tomarse un helado. ¿Qué es lo que diría el hombre? “Querida, me apetece tomarme un helado. ¿Vamos a esa heladería a comprar uno?”. La petición de la mujer podría ser: “Querido, ¿No te apetece un helado?”.
Para los hombres que leéis este artículo y todavía no lo hayáis entendido os lo voy a aclarar: lo que estaba pensando la mujer es que le apetecía un helado pero decide preguntarle a su pareja porque supone que, acto seguido, él le preguntara a ella “ Pues sí me apetece (o no), ¿y a ti? “
Ser de una manera u de otra para mí no es lo relevante, pues somos como somos. El que es directo y no es consciente que los otros pueden no serlo, no tiene mayores problemas, sobretodo porque no se da cuenta de qué es lo que está pasando, o peor, qué es lo que NO está pasando. La persona que es más indirecta lo tiene un poco más complicado porque muchas veces sufre por la “incomprensión” de la otra parte. Así, en el ejemplo del helado podría decirse algo parecido a lo siguiente: “mira que no preguntarme si a mí me apetece un helado, ¡con las ganas que tengo de comerme uno!»
Pero tranquilos porque cosas parecidas a estas no pasan nunca en nuestras vidas, ¿verdad?
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