Éste va a ser el primero de una serie de artículos destinados a la gestión de conflictos. En esta serie te voy a dar las claves que te van a ayudar a salir de una situación conflictiva que quieres solucionar. Para que te puedan ser de máxima utilidad esta serie de artículos puedes pensar en una situación de bloqueo con una persona, ya sea en el ámbito laboral como en el personal para aplicar lo que vayas viendo a tu propio caso. ¿La tienes ya? Vamos a por ello.
El primer paso consiste en saber cuán importante es para ti esa relación porque eso va a determinar tu grado de compromiso con tu objetivo de restablecer esa relación perdida. Otra manera de mirarlo es encontrar cual es TU coste (emocional, de desarrollo de la tarea, …) que supone que esa relación esté rota. Si te importa muy poco la relación o bien eso tiene un coste muy bajo entonces no hace falta que sigas leyendo este artículo porque tu compromiso con restablecer puentes será muy bajo. Vamos, que esperarás que sea el otro el que haga algo, porque » no es tu problema».
Sin embargo, si ese coste emocional es importante, si el llevarte mal con esa persona supone que tu desarrollo de la tarea en lo profesional se resiente, si esa persona es importante para ti, entonces eso quiere decir que te has dado cuenta que ese problema, es TU problema. Si es tu problema, ¿qué piensas hacer con ello?
Quiero decirte que hay cosas que te pueden dificultar llegar a esta conclusión y es cuando piensas cosas como «yo tengo la razón y el otro no». Y aunque puede que parezca que eso es muy importante, que lo es, no es lo suficientemente importante si lo que quieres es resolver tu problema. Permíteme que te lo explique con un ejemplo personal.
Esto me ocurrió hace ya unos años. Era la época en que enseñamos a los niños a respetar los semáforos. Estábamos mi hija y yo parados en un paso de peatones. Entonces se puso el semáforo en verde y mi hija se dispuso a cruzar la calzada a la carrera, sin mirar. Inmediatamente la paré. Ella se quedó muy extrañada y me preguntó.
– ¿Porqué me paras si está verde?- me preguntó
– Pues porque antes de pasar hay que mirar si viene un coche a toda velocidad.
– !Pero si estoy pasando en verde¡ – exclamó
– Sí, ya lo sé. Pero imagina que un coche se despista y se pasa el semáforo en rojo. Tu lo habrías hecho bien y el coche mal. Tú tendrías toda la razón y el coche no. Ahora, ¿ de que te serviría tener razón si te atropella el coche?
Lo que quería decirle a mi hija es lo siguiente ¿De qué sirve tener la razón? Habría ganado la batalla de tener la razón pero sería una Victoria Pírrica.
Volviendo a lo nuestro, si has asumido que esta situación es, por encima de todo, tu problema y quieres hacerte cargo de ello, podemos continuar. Te sugiero que escribas en un papel qué te supone el tener el conflicto con esa persona y lo que obtendrías si esta relación funcionara bien. Entonces contesta a la pregunta: ¿Vale la pena?
El segundo paso consiste en investigar las muy buenas razones que hacen que te mantengas en la situación de conflicto. Porque si estás asumiendo ese coste tiene que haber algo muy importante que quieres conservar y conviene que no lo pierdas, ¿no te parece?, aunque esto lo dejaré para que lo investiguemos juntos en la siguiente entrada. Te pido un poco de paciencia…
¡Gracias!
Buen viaje.
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