Para hablarte sobre este tema quiero explicarte antes una pequeña anécdota que va de lo siguiente. Cantar es como pintar, en el sentido que hace falta tener unas habilidades naturales para atreverse a hacerlo. Yo siempre he pensado de mi mismo que «no sé cantar» así que no me he atrevido a cantar. Sin embargo, siempre ha sentido una atracción por la música.
Esta atracción hacia el canto y la música en general me ha llevado a la idea aprender a tocar un instrumento musical. Sin embargo, el hecho de ser un analfabeto musical (no sé leer música ni he estudiado nunca música) me ha dificultado empezar este aprendizaje. Hasta que un día pensé que el instrumento musical que podría aprender a usar podría ser mi propia voz. Con esta idea primero pensé en apuntarme a algún coro de Gospel para aficionados, pero la sólo idea de pensar lo mal que podría hacerlo y el ridículo que sentiría, hizo desechar esta idea. Así que un día, dándole vueltas al asunto, me acordé de una amiga que hacía clases de canto y contacté con ella para hacer clases particulares: puestos a hacer el ridículo, mejor en privado que en público.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención durante los meses que hice clases de canto fue la sensación de vulnerabilidad que experimentaba. Al comentarlo con mi profesora me explicó que esta sensación era muy habitual. La voz es algo muy personal, algo que nos caracteriza y nos individualiza. Así que cuando cantamos, mostramos a los demás una parte nuestra muy personal lo cual nos conecta con nuestra vulnerabilidad.
Efectivamente, eso era lo que yo experimentaba en las clases. Cuando algo en mi voz salía «mal» era como si mi persona es estuviera mal. Un dia, al darme una nota con el piano, lo que me salió de mi boca fue una nota totalmente diferente. Me paré y fui probando hasta que acerté con la nota. Sin embargo lo que yo pensé en ese momento fue «vaya forma de desentonar» «mira que eres malo» y cosas parecidas. Me sentí avergonzado…

Hoy me apetece hablarte sobre lo que es realidad y lo que es sueño y nos parece realidad. Este es un tema muy recurrente y tenemos referencias en el pensamiento hindú, la mística persa, la moral budista, la tradición judeocristiana y la filosofía griega. Por ejemplo, Platón nos hablaba que el hombre vive en un mundo de sueños cautivo en una caverna. Calderón de la Barca nos decía que «la vida es sueño y los sueños, sueños son». Pero no te asustes, no pretendo hacer un estudio filosófico sobre este tema, sino simplemente acercarme de una forma lo más práctica posible a este tema que me inquieta en cierta forma porque, ¿y si resulta que estamos viviendo en un sueño y no lo sabemos? ¿Quieres acompañarme en este pequeño viaje?