En el pasado artículo, 5 pasos para romper el círculo vicioso de los pensamientos y los sentimientos desagradables te propuse un método para romper ese círculo vicioso. Pues en el artículo de hoy quiero tratar el mismo tema desde otra perspectiva.
Ya vimos, y creo que estaremos de acuerdo, que ante los mismos hechos, mi realidad vivida, es decir, los sentimientos que experimento, pueden ser radicalmente diferentes en función de mis opiniones y juicios sobre lo que me acaba de ocurrir.
También vimos que los juicios y opiniones sobre algo que me acaba de ocurrir no forman parte de lo que llamé la realidad real si no de la realidad pensada. Emitimos juicios y opiniones en función de lo que somos y de lo que hemos vivido. Sin embargo, no forman parte de la realidad real. Y si no, ¿cuántas veces te ha ocurrido algo en tu vida que opinabas que iba a suponer tu ruina o que creías que era absolutamente perjudicial para ti y, transcurridos los años te has dado cuenta que ha sido algo positivo e incluso algo necesario en tu vida?
Yo no pretendo decir que mis juicios sobre el futuro siempre estén equivocados, pero tampoco son siempre acertados. Una predicción es sólo eso, una predicción y hace falta que los hechos confirmen si fue acertada o no.
Por otra parte creo importante señalar la diferencia entre una predicción sobre el futuro y una profecía, que es una predicción pero que se va a cumplir de forma irremediable.
¿Porqué te digo esto? Porque muchas veces me olvido que una predicción sobre el futuro es sólo eso, una juicio u opinión, más o menos fundamentada sobre lo que me ocurrirá en el futuro. Y cuando me olvido que es un juicio u opinión y lo convierto en un hecho entonces lo que hago es convertir una predicción en una profecía. ¿Te das cuenta de la importancia que tiene darse cuenta de esto? Creer ciegamente que mis juicios y predicciones sobre el futuro van a convertirse inexorablemente en realidad, significa que mi futuro queda ya determinado y el resto de posibles futuros posibles queda eliminado de un plumazo. Me explico mejor con un ejemplo.
Imagina que ocurre algo en mi vida que considero que será para mí muy perjudicial. Cuando pienso eso se desencadenan en mi una serie de sentimientos y emociones que no son agradables. Este tipo de sentimientos seguramente determinarán unos pensamientos que seguro no me abren posibilidades. Cuando no veo posibilidades se incrementan mis sentimientos de tristeza y depresión, lo cual vuelve a estimular en mi sentimientos de tristeza. Como puedes ver ya he conseguido meterme en un magnífico círculo vicioso de pensamientos y sentimientos desagradables.
Además, cuando me quedo en ese círculo vicioso lo que ocurre es que esa profecía finalmente se hace realidad porque soy yo mismo el que cierra el resto de los futuros posibles. Convertir una predicción en una profecía tiene este efecto ¿Crees que debo cerrar mis posibilidades de futuro a una previsión que haga de él en un cierto momento?
Tomar las riendas de mi vida
En el post de hoy te propongo una forma de tomar las riendas de nuestra vida y no dejarnos llevar por los pensamientos y sentimientos negativos. ¿Quieres conocerlo?
La primera parte es la misma que en el Método de los 5 pasos para romper el círculo vicioso de los pensamientos negativos. De lo que se trata es de aceptar lo que estoy sintiendo en estos momentos. La forma que a mi mejor me funciona es dar espacio a esos sentimientos y emociones a través de honrar las necesidades y valores universales que no están satisfechos. Para mí siempre hay muy buenas razones para sentir lo que sentimos y es bueno honrar eso.
Lo importante de este paso es que mientras sienta rabia y resentimiento hacia las personas o las circunstancias que me han llevado a la situación en la que estoy entonces no puedo pasar al paso siguiente. Estos sentimientos indican que todavía no he aceptado la situación y por lo tanto no va a servir de nada que continúe con el proceso.
La segunda parte trata de apuntar las historias y previsiones que yo hice sobre mi futuro y darme cuenta que son eso, previsiones fruto de un estado de ánimo, y que no las puedo confundir con profecías sobre mi futuro.
Cualquier historia que yo me haga sobre mi futuro es sólo eso, una previsión sobre mi futuro. Así que, lo que puedo hacer es sustituir las previsiones que determinan un futuro no deseado por otras que me lleven a crear un futuro mejor. Puestos a inventar algo, mejor que se algo que vaya a mi favor y no en mi contra, ¿no te parece? Así, propongo que te hagas la siguiente pregunta: ¿de qué forma puedo mejorar la situación que estoy viviendo ahora mismo? ¿Que futuro puedo pensar, realista pero con un punto de locura, que sea atractivo para mi?
Cuando estoy triste y desanimado la tendencia natural es dejarme llevar pero ya sé que eso no me sirve para construir mi futuro deseado. Así que, de lo que se trata es de salir de ese camino fácil y emprender otro camino de más esfuerzo pero, en contrapartida, mucho más fructífero.
Esto me recuerda unos versos del poema invictus de William Hernest Henley que dicen:
….
Soy el dueño de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.
…
Conclusiones
Lo que hemos hecho ha sido sustituir una realidad imaginada que no es propicia por otra que sí lo que lo sea. Esto me recuerda la metáfora marinera que compara la vida con un viaje por mar. Yo nunca podré controlar los vientos, ni si me ha tocado vivir en un periodo de tormentas o de calma. Pero sí que puedo orientar las velas de mi barco para que me lleven hacia al lugar deseado. Si los vientos y las condiciones son propicios y yo soy hábil en el manejo de mis velas, seguro que llegaré allí donde me proponga.
Para acabar hay una última reflexión que quisiera compartir contigo. Lo que te he propuesto es que utilices el hecho que a veces confundo una predicción con una profecía para hacer una que me favorezca y no una que me perjudique. Sin embargo conviene no olvidar que las predicciones son siempre eso, partes de esa realidad pensada que no forma parte de la realidad real. Así que para mí, sólo sirven para trazar un rumbo, que me lleva en dirección hacia al lugar quiero alcanzar.
Sin embargo eso tampoco es la vida real. Si me obsesiono en mis objetivos entonces lo que hago es vivir una vida pensada, pero no vivo la vida real. Tal como decía John Lennon,
La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.
Los planes «sólo» sirven para eso, para hacer planes y llevarme hacia donde yo quiero llegar, que no es poco, pero no sirven para vivir la vida, que es lo que me va pasando día a día, momento a momento.
Así que, una vez que he ajustado las velas de mi nave para que me lleven al objetivo deseado ya puedo llevar mi atención a vivir la vida real, la de los hechos simples y desnudos de valoraciones y juicios, en definitiva la vida del momento presente. Al fin y al cabo, es la única que existe realmente y el resto, ya lo hemos visto, es una realidad que sólo vive en mi mente y que por lo tanto, no es real. A ver si al final será cierto lo que decía Calderón de la Barca:
La vida es un sueño, y los sueños, sueños son.
O si lo prefieres y te gusta más el cine, la vida que quiere escapar de los hechos y sólo se vive desde la mente, los juicios y los pensamientos quizás sólo sea una vida imaginada, alejada de la realidad real. Es una vida vista a través de unas gafas que deforman la realidad y que cada uno hemos heredado y construido a lo largo de nuestra vida, una realidad como la de Matrix. Así que, ¿te tomas la pastilla roja o la azul? Es tu elección
¡Buen viaje!
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