Te miro, pero no te veo.

El otro día viajaba en autobús y cerca de donde yo estaba sentado había una familia con niños pequeños que me llamó la atención porque sólo iban acompañados de su padre, que era ciego. La cuestión es que iban hablando animadamente hasta que llegó el momento de apearse. Entonces el padre avisó a sus hijos que ya tocaba bajar. No sé cómo lo supo, sin embargo no fue eso lo que más llamó mi atención. Lo que verdaderamente me sorprendió fué lo que les dijo antes de bajar : ¡Cuidado con el escalón ! ¿Te lo puedes creer? Un invidente avisando de la existencia de un escalón a sus hijos que veían perfectamente.

Esto me recuerda que el otro día escuché una conferencia de Joan Garriga titulada «El buen amor en pareja». En un momento dado, explicó que había leído un libro en el que se narraba la historia de una persona ciega que contrataba a alguien para que le acompañara y le explicase las cosas que iba viendo. Lo que pasaba es que, el ciego era una persona era muy exigente: no tenía suficiente con que le dijera cosas como: «Ahora está pasando un coche» si no que le pedía toda clase de detalles, como por ejemplo, cómo era la calle, si había mucho o poco tránsito, cómo era el coche, a qué velocidad pasaba, cuantas personas iban dentro de él,… Esto le suponía tener que poner toda su atención en lo que veía para poder explicárselo con todo lujo de detalles a su cliente. Entonces Joan Garriga dijo una frase que me encantó:

«… y entonces el que no era ciego aprendió a ver»

Efectivamente, la mayor parte del tiempo, miro pero no veo. Paso superficialmente por las cosas que pasan delante de mis ojos sin prestarles verdadera atención. Yo me pregunto ¿Qué es lo que me impide ver cuando miro? Supongo que alguna vez te ha pasado que vas caminando por la calle y miras, pero no ves que los arboles están brotando, porque es primavera. Quizás te hayas cruzado con un niño y no hayas visto su cara sonriente mientras pasea con su fantástcio patinete. Es posible que no hayas visto esa pareja de ancianos, agarraditos, dándose apoyo y sostén mientras pasean por la calle. O quizás no hayas visto cómo sale el sol entre los edificios de tu ciudad, mientras vas de camino a tu trabajo. Miramos pero no vemos. ¿Porqué? Me encantaría que me dieras tu respuesta. Yo te doy la mía.

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Las escenas temidas: haz como la protagonista de «Divergente» para superarlas.

https://youtu.be/853LDxEaf2k

Creo que es honesto reconocer que todos tenemos alguna escena temida, es decir, una situación que da miedo y  trato de evitar. Al menos a mi me pasa. Pues resulta que la semana pasada vi la película «Divergente» y se me ocurrió que el método que utiliza la protagonista para superar una de las pruebas, la puedo aplicar para encontrar soluciones eficaces a mis escenas temidas. Si te interesa saber en qué consiste este método para comprobar si lo puedes aplicar en tu propio caso, este artículo podría serte de utilidad. ¿Me acompañas?

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Recuperarse de una decepción.

Piscina
Imagen extraída del blog de Javi Manzanares

Supongo que tú, igual que yo, has tenido alguna decepción. ¿Cómo lo has hecho para sobreponerte? ¿Te ha costado mucho? ¿Cómo lo has hecho? Me encantaría que pudieras compartir estas respuestas conmigo y te invito a ello dejando un comentario o bien enviándome un e-mail. De todas formas, si quieres, te digo como lo hago yo, a ver si te sirve. ¿Me acompañas?

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Una propuesta provocadora: convierte tu trabajo en un lugar para desarrollarte.

Tom SawyerHay un episodio de la novela Tom Sawyer, de Mark Twain (1835-1910) que siempre me ha llamado la atención. Se trata de un momento en el que Tía Polly le pone como tarea doméstica el pintar una cerca y entonces convence o engaña, a sus amigos haciendo ver que esa es una actividad súper divertida y que, precisamente por eso, no quiere compartirlo con sus amigos. Esta estrategia despierta un interés cada vez mayor en sus amigos hasta que, al final les «permite» participar en esa actividad tan «divertida» librándose así de pintar la cerca.

Yo me pregunto, ¿realmente los engañó? Aparentemente sí, pero, por lo que parece, sus amigos realmente disfrutaron de esa actividad. Así que, si finalmente disfrutaron pintando, entonces no les engañó, sino que simplemente les enseñó una forma diferente de ver una actividad que, a primera vista, era penosa. Así que, lo que en realidad hizo Tom Sawyer fue re-encuadrar la situación, aunque quizás no fuese eso lo que en realidad quería hacer. Lo que entiendo por re-encuadrar es  sacar un marco y poner otro diferente a unos hechos, es decir, sacó el marco «problema» a la situación «pintar la cerca» y le puso el marco «oportunidad«. La misma escena, «pintar la cerca» tiene un significado completamente diferente cuando se le cambia el marco. ¿Te das cuenta de hasta qué punto puede ser determinante y poderoso el marco (el significado) que le damos a las cosas? En este caso significa pasar a hacer algo de mala gana y sufriendo a hacerlo de forma divertida y gustosa. Un crack este Sawyer.

Tom Sawyer desafía una forma de mirar una realidad y le da un enfoque totalmente diferente. ¿Porqué pintar una barrera tiene que ser algo desagradable? ¿Y si fuera igual de cierto que pintar la cerca pudiera ser algo divertido? Si realmente elijo pintar la cerca, ¿cómo esa forma de mirar puede cambiar la forma en que vivo y desarrollo esa actividad?

Así que esta es mi propuesta provocadora de hoy para ti: revisar la forma con la que miro una actividad que me resulte penosa y para ello te planteo el siguiente ejemplo. Supón que dices que ir a trabajar es algo pesado y que el trabajo es un lugar donde no puedo ni divertirme ni desarrollarme. Podría ser algo parecido a lo «pintar la cerca», ¿no? Si no es un ejemplo válido para ti, escoge otro que tenga sentido para ti.

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Cómo transformar una situación de bloqueo: «Las constelaciones no son, las vemos»

Arnau Vilardebò: espectáculo Ese Sísifo

Hace unos meses tuve la oportunidad de asistir a un espectáculo en el Museo Marítimo de Barcelona, en la que una persona en un planetario, nos mostraba el cielo nocturno y las constelaciones que podíamos ver. Entonces, alguien del público, escogía alguna de las constelaciones que nos acababa de mostrar y un actor nos relataba la historia de esa constelación, normalmente de la mitología griega, los personajes y los «líos» que había entre ellos, todo en un lenguaje muy actual y sobretodo, divertido. Por cierto, si tenéis oportunidad, no os lo perdáis (Enlace a espectáculos de Arnau ). La cuestión es que, en un momento de la explicación, Arnau dijo una cosa que se me quedó gravada.

«las constelaciones no son, las constelaciones las vemos» Arnau Vilardebò

Las personas en general, cuando nos encontramos ante una realidad compleja que queremos comprender, tratamos de estructurarla, y dividirla en pedazitos que sean de más fácil comprensión. Así, los observadores antiguos, cuando se enfrentaron al reto de entender la inmensa complejidad la cúpula celeste con la inmensidad de puntitos buscaron patrones para organizarlos de un modo que les facilitara su compresión.

¿Nunca has jugado a mirar las nubes e imaginar caras u objetos? ¿Nunca has visto alguna formación rocosa que te recuerda alguna cosa familiar? Lo mismo sucede con las estrellas y los observadores antiguos, al mirar el cielo, vieron patrones que pensaron que podrían ser símbolos importantes. Así, los nombres de las constelaciones fueron creadas por las personas que vivían en el Mediterráneo y en Medio Oriente. Muchas de las historias de las constelaciones nos cuentan los mitos y leyendas de las personas que les dieron nombres hace miles de años.

Hoy, seguramente, si nos enfrentáramos al mismo reto sin tener los conocimientos científicos que tenemos ahora, estoy seguro que veríamos «otras» constelaciones completamente diferentes. Quizás estaría la constelación «Bicicleta», o la constelación Cenicienta,… El firmamento estaría organizado de «otra» forma, porque vemos el mundo como somos, y no tanto como es.

Quizás te estés preguntando porqué te explico todo esto. Pues te lo explico porque la forma como vea una situación compleja puede marcar la diferencia entre quedarme bloqueado o bien solucionarla y tirar adelante. Algo que aparentemente no tiene solución, si se cambia de perspectiva, tiene solución. Por ejemplo, te planteo el siguiente juego. Se trata que unas los nueve puntos con no más de 4 líneas rectas contínuas sin levantar el lápiz. Pruébalo y me dices…

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«Pasar o no pasar el aspirador, esa es la cuestión» – falsamente atribuido a Hamlet ;-)

Estoy el sábado por la mañana en casa. El piso necesita limpieza. Creo que le sentaría la mar de bien que le pasara el aspirador pero sólo pensarlo y ya me entra una pereza… estoy en lucha entre mi necesidad de orden, limpieza y las de comodidad y descanso. La lucha es dura. Después de un rato, que a mí me ha parecido muy largo, me inclino por pasar la aspiradora. Definitivamente creo que me quedaré más tranquilo y que después de haberlo limpiado podré descansar con la satisfacción de ver el piso limpio y la casa ordenada.

Empiezo a pasar la aspiradora. Mientras lo hago no puedo dejar de pensar lo bien que estaría yo descansando, tirado en el sofá, en vez de estar haciendo algo tan pesado y tedioso como pasar la aspiradora. Mientras pienso esto, el trabajo se me hace súper pesado y además me siento molesto porque es como si una parte mía me estuviera obligando a hacer algo que otra parte mía no quiere.

Al final acabo con una sensación de cansancio que no se corresponde con el trabajo que he hecho. Supongo que piensas que es lo más normal al del mundo después de pensar lo que pensaba mientras pasaba el aspirador. La pregunta que me hago es, ¿habría otra forma más liviana de hacer esto? Yo creo que sí. Si me acompañas te lo muestro.

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Cómo transformar los pensamientos perturbadores: el mensaje oculto de las «tormentas mentales»

Hola, si leíste la última entrada (Tormentas imaginadas) entonces creo que te diste cuenta que quizás me sea útil dejar de huir de esos momentos en los que tengo pensamientos perturbadores y decidida afrontarlos para averiguar ese mensaje que se supone puede ser tan valioso para mi. Supongo que también quiero cerrar lo antes posible esos momentos de crisis, ya sea porque se han convertido en pensamientos circulares (Los pensamientos tipo «Rueda de Hamster») que no solucionan nada, o bien porque son pensamientos que vuelven a aparecer al cabo de un tiempo de forma más intensa todavía.

Por otra parte, si no has leído mi post anterior quizás te apetezca saber cómo encontrar cual es ese mensaje valioso que hay en los pensamientos perturbadores. Sin embargo, antes de continuar quiero hacerte una advertencia: si lo que esperas as algún método para evitarlos o eliminarlos, ya no hace falta que continúes leyendo. En mi opinión, cuando no les hago frente lo que consigo es una tormenta posterior de mayor intensidad. Por el contrario mi propuesta es que atravesemos juntos la tormenta sin evitarla, porque la clave para superarla está precisamente en la tormenta. Supongo que hay otros caminos, y me encantaría que fueran más fáciles, pero yo no los conozco. A pesar de esto, ¿quieres acompañarme?

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Tormentas imaginadas

Imagina la siguiente situación. Salgo de un local y está cayendo una tormenta tan fuerte que ni con paraguas me atrevo a salir. Me pongo ansioso porque tengo una cita en otro lugar y no quiero llegar tarde. Entonces miro al cielo esperanzado de ver algún indicio de que la tormenta va a amainar, pero no, y me invade un pensamiento pesimista: «nunca va a parar de llover«.

Entonces me quedo ahí, esperando, con la sensación que estoy atrapado. Entonces ocurre algo inesperado: la tormenta amaina y puedo salir. Entonces me pregunto cómo es que no he tenido más confianza en que iba a parar, cuando es eso lo que siempre me acaba ocurriendo. Es como si tuviera una tendencia a pensar que cuando está oscuro y cae una tormenta, se va a prolongar para siempre. En cambio los hechos son testaduros y mi experiencia me dice que siempre acaba por amainar. Como dice el refrán

No hay mal que cien años dure

¿A ti nunca te ha pasado algo parecido? Te lo digo porque a menudo tengo esa misma sensación cuando me asaltan pensamientos negativos (5 pasos para romper el círculo vicioso de los pensamientos y sentimientos desagradables) que son como una tormenta, pero que vive en mi mente. Al igual que me ocurre con las tormentas naturales, también pienso que nunca acabarán. Así que, a mi me iría bien que alguien me recordara que igual que empiezan, acaban. No hay excepción. Saber eso me daría tranquilidad.

Entonces, ¿porque no hacer lo mismo con mis tormentas mentales? ¿Porqué no dejo que descarguen y se vayan? Si quisiera hacer esto ¿Cómo se haría?

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La crueldad y la compasión, dos caras de la misma moneda.

¿Puede una persona ser compasiva  y cruel al mismo tiempo? ¿Cómo alguien compasivo puede cometer actos crueles? Voy a tratar de responder a estas preguntas, pero en esta entrada voy a cambiar de formato. Hasta ahora siempre me he dirigido a ti por escrito, así que, ¿porque no probamos otra forma? Ya me dirás que … Leer más