En ocasiones, cuando estoy viviendo una situación difícil, me he planteado si debo resistirme y rebelarme contra lo que está pasando, o bien abandonar y buscar algo mejor. Me recuerda a la dualidad luchar o huir. Entonces me viene a la memoria un fragmento de una oración que escribió el teólogo y politólogo protestante Karl Paul Reinhold Niebuhr en 1943. Dice así:
Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia.
Para los que esten incómodos con la palabra Dios la pueden eliminar de la oración sin que por ello se pierda nada de la esencia del mensaje. La frase es simple y por ello, sumamente potente.
Así nos habla de tener serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar. La primera dificultad está en saber distinguir si es algo que puedo cambiar, aunque hay algo sobre lo que no cabe ninguna duda: el pasado seguro que no. Sin embargo nos quedamos lamentándonos sobre algo que pasó, aunque sabemos que no sirve de nada. ¿Significa eso que debamos saltarnos esta fase? Yo opino que no y que es necesaria. Es importante saber aceptar el sentimiento que aparezca en ese momento, ya sea frustración, tristeza, rabia,… y darle espacio, porque aquello que hemos perdido seguro que era algo muy valioso para nosotros. Sólo cuando hemos sido lo suficientemente valientes como para vivir con esa incomodidad podremos pasar a la siguiente etapa.
Creo que todos en algún momento hemos sentido odio hacia algo o alguien. Aunque sólo haya sido momentáneo habremos percibido lo intenso de esa emoción y cómo puede llegar a invadir nuestros pensamientos. Antes de hablar sobre ello veamos cómo define wikipedia el odio:
Hay una frase que se oye muchas veces y que produce sensaciones y efectos contradictorios. Es la siguiente: » Puedes conseguir cualquier cosa que te propongas«. En ocasiones, hay comentarios irónicos, como por ejemplo: