Hola, si leíste la última entrada (Tormentas imaginadas) entonces creo que te diste cuenta que quizás me sea útil dejar de huir de esos momentos en los que tengo pensamientos perturbadores y decidida afrontarlos para averiguar ese mensaje que se supone puede ser tan valioso para mi. Supongo que también quiero cerrar lo antes posible esos momentos de crisis, ya sea porque se han convertido en pensamientos circulares (Los pensamientos tipo «Rueda de Hamster») que no solucionan nada, o bien porque son pensamientos que vuelven a aparecer al cabo de un tiempo de forma más intensa todavía.
Por otra parte, si no has leído mi post anterior quizás te apetezca saber cómo encontrar cual es ese mensaje valioso que hay en los pensamientos perturbadores. Sin embargo, antes de continuar quiero hacerte una advertencia: si lo que esperas as algún método para evitarlos o eliminarlos, ya no hace falta que continúes leyendo. En mi opinión, cuando no les hago frente lo que consigo es una tormenta posterior de mayor intensidad. Por el contrario mi propuesta es que atravesemos juntos la tormenta sin evitarla, porque la clave para superarla está precisamente en la tormenta. Supongo que hay otros caminos, y me encantaría que fueran más fáciles, pero yo no los conozco. A pesar de esto, ¿quieres acompañarme?
En el ultimo articulo
Por fin ya hemos llegado a la última entrega sobre cómo gestionar conflictos. Juntos hemos recorrido un camino que empezó en la
Vas circulando por la carretera manejando tu vehículo. Circulas por un llano. No hay baches, todo funciona con normalidad. Entonces aparece un repecho en el camino. Tu no haces nada y continúas tu marcha. El repecho se convierte en una fuerte subida. Tu continúas sin hacer nada. Las revoluciones del motor bajan, y bajan. El motor renquea, la velocidad disminuye hasta que el motor se cala y el vehículo se detiene. Bajas del coche y te lamentas de tu mala suerte. ¿Porqué demonios tendría que haber aparecido ese repechón en mi camino? Con lo bien y feliz que estaba yo… Te dices. Mira que es mala suerte.
La frase «tengo un problema» es algo muy corriente. Se expresa en nuestra vida cotidiana cuando actividades que realizamos de forma habitual se interrumpen. Por ejemplo, vamos en coche y pinchamos la rueda.