Hace unas semanas, la hija de un amigo mío que es adolescente me hizo esta pregunta y me dijo que podría ser un tema para mi blog. Todo un reto. Le he estado dando vueltas y no sabía muy bien cómo podría tratarlo. Al final me he decidido por escribir cómo podría ser un diálogo con una adolescente que me hiciera esa pregunta. Este es el resultado.
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El resentimiento, 2ª parte
Para los que estáis interesados en cómo podría ser un ejemplo del proceso en 6 pasos para superar el resentimiento que expuse en el post El resentimiento, la emoción del esclavo me he decidido a exponerlo en forma de ejemplo. Imaginaros la siguiente historia: Yo tenía un socio en un proyecto empresarial y cuando llegó un … Leer más
Simpatía y empatía. ¿Cual es la diferencia?
El otro día, en una conversación con un amigo, me explicó lo indignado que estaba con algo que le había ocurrido en el trabajo. En otro departamento habían hecho algo que, según su modo de entender su trabajo, era una manera muy poco profesional de hacer las cosas. Mientras me lo explicaba notaba cómo se iba enfadando cada vez más, al corroborar lo mal que lo habían hecho. Eran aspectos que para él eran de suma importancia, y precisamente por ello, el hecho que los otros no hubieran actuado así, le hacía indignarse todavía más.
La conversación ocurrió muy deprisa, de una forma improvisada, y la verdad es que en aquel momento sólo supe darle simpatía y no auténtica empatía, que es lo que creo que necesitaba. Y hay una diferencia muy importante. Le doy simpatía si cuando me explica algo, le doy la razón. «Sí, claro, es que no hay derecho con lo que te hacen» podría ser una respuesta típica. Cuando alguien se queja ante nosotros muchas veces es lo que pide, la adhesión a su causa. Pero si lo hacemos no estoy seguro que le seamos de utilidad.
En cambio, empatía sería olvidarse de uno mismo, de si estoy o no de acuerdo con lo que explica y tratar de conectarme con lo que le pasa con lo sucedido. Una manera puede ser simplemente escucharle en silencio. Otras veces, podemos utilizar alguna pregunta. En lo ocurrido con mi amigo, la conversación podría haber ido así:
Yo: Creo que estás muy enfadado con lo ocurrido ….
Amigo: Sí, me pongo de los nervios cuando veo esas chapuzas.
Yo: Ya veo,… Si los demás hubieran actuado de otra forma más acorde con tus criterios de calidad, tú estarías más tranquilo porque para tí es muy importante esa calidad en los resultados.
Amigo: Sí, ya sabes que mi trabajo es algo muy importante para mí. Y los demás no lo valoran.
Yo: Tu trabajo es algo que valoras mucho, y supongo que te encantaría poder compartir esa satisfacción por el trabajo bien hecho con los demás. Eso es lo que te falta y por eso te enfadas, ¿es así?
Amigo: Sí…
Yo: Te encantaría que los demás supieran eso y que contribuyeran a tu necesidad de autorealización y que pudieras compartir esas inquietudes con esas personas para trabajar compartiendo esos mismos criterios.
Amigo: Sí. Creo que es eso…
….
Reduce la marcha que viene una subida…
Vas circulando por la carretera manejando tu vehículo. Circulas por un llano. No hay baches, todo funciona con normalidad. Entonces aparece un repecho en el camino. Tu no haces nada y continúas tu marcha. El repecho se convierte en una fuerte subida. Tu continúas sin hacer nada. Las revoluciones del motor bajan, y bajan. El motor renquea, la velocidad disminuye hasta que el motor se cala y el vehículo se detiene. Bajas del coche y te lamentas de tu mala suerte. ¿Porqué demonios tendría que haber aparecido ese repechón en mi camino? Con lo bien y feliz que estaba yo… Te dices. Mira que es mala suerte.
Para los que conducir un vehículo con cambio manual sea una cosa habitual esta historia quizás os parezca un poco absurda. Todo el mundo sabe que cuando uno lleva una marcha demasiado larga el motor se cala. Y aunque te gustaría llegar lo más rápido posible a tu destino, si encuentras una subida, lo más natural del mundo es reducir la marcha y por lo tanto, la velocidad. Parece un contrasentido, pero sabes muy bien que no reducir la marcha supone algo peor: pararte del todo con la consecuente pérdida de tiempo. El buen conductor sabe adaptar la marcha a las circunstancias del terreno y no se queja continuamente que la carretera tenga subidas y bajadas, curvas y rectas. Simplemente es así e incluso puede llegar a ser placentero: una carretera llana y sin curvas sería profundamente aburrida.
Esfuerzo o entusiasmo. ¿Cual es tu motor?
En este artículo hablaré del esfuerzo y la ilusión. Aunque antes de entrar en materia os quiero explicar una clasificación de 3 tipos que es aplicable tanto a personas como a organizaciones. Más adelante veréis cual es la relación con el título del artículo. ¿Os apetece? Entonces, ¡Vamos allá !
El resentimiento: la emoción del esclavo
Este entrada la voy a dedicar a una emoción que creo que todos conocemos: el resentimiento. Y digo que es conocida porque se produce tanto en el ámbito personal como en el de las organizaciones. Por ejemplo, estamos resentidos con nuestra pareja porque pedimos colaboración y no nos la da, o bien con nuestra empresa porque no nos trata como merecemos. Para empezar, os adjunto una una definición del término:
Resentimiento es la acción y efecto de resentirse (tener un enojo o pesar por algo). El resentimiento se refleja en diversos sentimientos y actitudes, como la hostilidad hacia algo o alguien, la ira no resuelta sobre un acontecimiento, el enfurecimiento o la incapacidad para perdonar.
De esta definición me gustaría destacar varios aspectos.
El primero. El esquema sobre el que se sustenta el resentimiento suele ser que algo o alguien nos ha causado un daño que consideramos que no se puede reparar y que juzgamos que no merecemos, por lo que el causante merece que le castiguemos. La forma en que se ejerce ese castigo puede ser mostrar hostilidad hacia el causante de nuestro dolor, y la incapacidad de perdonar.
Otro aspecto muy importante es que el resentimiento implica algo que está enquistado, no resuelto. Si lo pensamos en términos de tiempo, este sentimiento podría venir de un acontecimiento sucedido hace meses o incluso muchos años. Por lo tanto el resentimiento es un compañero de viaje que nos puede acompañar durante mucho tiempo por lo que puede llegar a tener mucho impacto en nuestras vidas.
También es bueno tener en cuenta que hay ocasiones que no somos capaces de reconocer que estamos resentidos. Puede ser que llevemos tanto tiempo con ello que ya forme parte de lo que nosotros consideremos algo “normal”. Cuando uno lleva una pesada carga durante mucho tiempo muchas veces se olvida que la lleva. ¿Cómo podríamos reconocerla? Mostrarse nervioso o muy sensible ante ciertos hechos o personas, tener una actitud hostil, expresar dificultades para confiar en nuevas relaciones y sentirse menospreciado son algunos indicadores.
Hasta ahora hemos hablado de los efectos externos del resentimiento. Sin embargo estas actitudes que se muestran en el exterior tienen un efecto sobre nosotros. En realidad, lo que sucede en el exterior responde a algo que nos pasa en nuestro interior. ¿Cómo son esas sensaciones? Desde luego no es algo que nos proporcione calma ni sosiego sino todo lo contrario. Por lo tanto el resentimiento tiene una componente de sufrimiento para el que se siente resentido. Es como si el «castigar» tuviera un efecto secundario sobre el que castiga. Esto me trae a la memoria una cita que explica muy bien este fenómeno.
El resentimiento es como tomar veneno esperando que la otra persona muera. – Carrie Fisher.
Finalmente decir que el resentimiento también se basa en el hecho que pensamos que el comportamiento de la otra persona o las circunstancias han sido la causa de cómo nos sentimos. (Diferencia entre causa y estímulo). Esto nos convierte en víctimas, lo cual tiene un efecto muy positivo en nosotros ya que nos da la tranquilidad de ser los inocentes. Sin embargo hay un efecto secundario que hay que tener en cuenta. El ser víctimas nos incapacita para la acción ya que es el otro el culpable y por lo tanto no podemos hacer nada. Y si no podemos hacer nada dejamos de ser libres y nos convertimos en esclavos del resentimiento que sentimos por nuestro «agresor». Lo curioso es que es una esclavitud generada por nosotros porque el «agresor» no nos obliga a sentir eso. Estamos enganchados al agresor pero somos nosotros los que nos enganchamos y no al revés. Hay otra cita relacionada con ello para explicarlo.
El resentimiento es la emoción del esclavo, no porque el esclavo sea resentido, sino porque quien vive en el resentimiento, vive en la esclavitud.” F. W. Nietszche
Quizás alguno de vosotros se diga lo siguiente. «Vale, puedo llegar a entender que es la emoción del esclavo, y además, decido que no quiero continuar así. Sin embargo no puedo evitar dejar de sentir como siento. ¿Cómo puedo salir de este círculo vicioso?».
Muy bien, la buena noticia es que se puede salir de esta dinámica y la no tan buena es que requiere determinación. ¿Estáis dispuestos? Si contestáis que sí, continuad leyendo. Sino es así, no creo que os valga la pena que continuéis esta lectura.
Las consecuencias de no darse cuenta de lo que se piensa.
Hoy os quiero hablar de algo que nos ocurre contínuamente y de lo que raras veces nos damos cuenta. Me refiero a la confusión entre los hechos y lo que pensamos respecto a los hechos que estamos observando. Es decir, que confundimos hechos y opiniones (ver al entrada del ¿saber diferenciar hechos de opiniones? ) y eso tiene sus consecuencias. Permitirme que lo explique con un ejemplo.
¿Qué son las creencias limitantes? ¿Por qué son importantes?
Una creencia es el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Es una afirmación personal que consideramos verdadera.
En la definición hay que fijarse que dice una “afirmación personal” y no dice “una verdad absoluta”. Precisamente es éste el detalle importante, que las creencias se consideran, por la persona que las tiene, una verdad absoluta cuando en realidad no lo son. Por lo tanto las creencias afectan directamente a cómo vemos el mundo y por lo tanto, nuestra manera de actuar.
Para entenderlo mejor os contaré una pequeña historieta que a mí me ha ayudado a entender que son las creencias y cómo afectan de una manera determinante nuestras vidas.